[1] Escalón

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- ¿Alguna vez te has preguntado que es la magia?.

Silencio.
Como me inquietaba esa atmósfera.

- ¿Gustas otro trago?

- ¿Es enserio?- Dejé el vaso en la mesa, bajo la mirada de extrañes de aquel humano que se le reconocía como cantinero.
Con un suspiro resignado me puse la capucha, sumido en mis pensamientos sobre la rutina de mi vida.

- Hey, chico.

- ¿Pasa algo?- Volteé a mirarlo mientras veía cómo se acercaba bajo el sonido del paño resfregado en el vaso.

El humano miró mis orejas al momento de que las moví y chistó. - ¿Esas orejas pueden oír a kilómetros?, digo... por lo largas.

- No necesitas una cantidad de sonoros para crear música. -Asintió.- ¿Entonces...?

- Ocurrió un imprevisto, el que iba a venir hoy vendrá mañana por temas de caza.- Un chasquido de lengua tuve que ocultar.

- No puedo, ya tengo planes.- Mentí, ya sofocado.

- No es una cosa de poder o querer, necesitamos el dinero... -Pausó- Y tu lo sabes.

Ya sabía.

Todos en este pueblo saben que soy un forajido con dedicación al arte.

- Lo sé.- Alcé mis hombros mientras me daba media vuelta dirigiéndome al escenario.

Cómo si supieran apreciar realmente el arte.

- ¡Rakan! -Escuché mi nombre a penas toqué el primer escalón, aquí vamos de nuevo.

- ¿¡Era hoy!?, ¡Bastardos, me mintieron! -Segundo escalón, cerré mis ojos.
.
.
.

- ¿Y ese quién es?.

Di un alto, era mi orgullo y egocéntria los que me llevaron a aburrirme de mi vida. Lo sabía, y lo volví a reconocer... ¡Porque porfavor, ¿Quién osa a no saber de mí?!
Aún así, mis orejas se movieron de forma involuntaria hacia aquella voz, que resultó ser melodiosa a mis oídos mientras subía las escaleras a lo que muchos le llamaban mi "lugar", cosa que no negaba desde hace mucho tiempo, hasta ahora.

- ¡Ha llegado su artista favorito! -Solté el aire de mis pulmones de vastaya tras hacer mi famosa gran entrada.- ¿Cómo ha estado mi público joniano?.

Había vuelto a Jonia, como si del mismo silencio se trataba los aplausos y gritos no hacían falta ante mi presencia en aquel lugar. Sonreí con aires de grandeza dando dos aplausos para comenzar lo que no estaba planeado.

Enserio quería un día tranquilo.

La música comenzó a sonar y al tempo de esta comencé a bailar, siguiendo el ritmo de nuevo a mi mente vino aquella pregunta de esa misteriosa voz que me hizo reaccionar sin aceptación hace unos minutos, miraba al público que me sonreía mientras los aplausos me acompañaban en el baile.
¿Realmente esto es lo que quiero?.

La música había cambiado tras la petición de una chica no humana, en los cuales mis ojos se posaron aquella chica de pelo negro con colas, al parecer esta era una vastaya.
¿Y si...?

- ¿Me concedes esta pieza?.

- Sería un placer, Rakan.

Me tragué una mueca de disgusto mientras subía al escenario con la ayuda de mi mano.

No era aquella voz.

La miré de pies a cabeza, tal vez no era lo que buscaba pero si mi salvación para escapar de aquí, otra vez.

La apegué de la cintura y a su oído me acerqué.- ¿Te apetecería ir conmigo al bosque, preciosa?.

Apegó sus senos a mi pecho, dándome una sonrisa de cómplice.

- No por nada te llaman encantador, galán. -Enfatizó.

Le dí una sonrisa ladina mientras le daba la vuelta, para luego tomarla de la cintura y seguir el baile.

¿Y es que desde cuando que todo era fingido?.

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[....]

Desperté al lado de la chica que por esta noche estaba desnuda, con satisfacción me acomodaba mi capa haciendo el nulo ruido posible para marcharme del lugar y dejarla sola, sin confusiones de por medio...
Y sin antes robarle sus pertenencias.

- Mi perspicacia no falla.

Tatareé una canción dirigiéndome a las grandes puertas de la ciudad aun estando en el bosque, reía por lo fácil que podía ser mi vida.
Y la verdad me acomodaba que fuera así, sin preocupaciones, bailando por dinero, sin sentimientos hacia ajenos.

Hasta que...

- Sett, ya vámonos.

De nuevo.
Mis sentidos se había posado con total atención y disimulación, si eso significaba tronarse el cuello al mirar, ante el lugar de aquella voz, la misma de la noche anterior, sin darme cuenta alguna, para mi supuesta mala suerte solo ví ramas, y árboles... y más árboles.

- ¿Qué me pasa?- Pensé sobándome el cuello, extrañado.

Y ese fue en el momento exacto en donde caí en cuenta de que mis orejas estaban agudamente rígidas desde ese escalón.

Y, tal vez, no solo caí en cuenta.






~¿Ves, Xayah?~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora