Acostumbrarse a llevar la vida de un rey, no era tan fácil como cualquiera podría imaginar. No importaba con cuanta pasión lo abrazase en la cama o que la humedad de sus besos le encendiera la sangre, para Jimin, su esposo seguía siendo un extraño.
Un alfa oscuro y misterioso, al que temía más de lo que le atraía.
El rey Jungkook se preciaba de gobernar con mano dura a sus súbditos. En tan solo un par de semanas, lo había visto ordenar el ahorcamiento de tres hombres sin que le temblara la mano.
Dos de ellos le habían robado a un duque para alimentar a sus familias y el tercero había matado a una mujer, después de vejarla sin compasión. Él no tomaba en cuenta los orígenes de un crimen, ni se regía por cuestiones de moralidad. La ley era implacable y debía aplicarse sin excepciones a todos.
Nunca lo había visto sonreír de manera genuina, excepto cuando yacían entre las sábanas y su atractiva boca formaba una sonrisa retorcida al admirar la lozanía de su figura joven.
Todas las noches lo tomaba en sus brazos y se introducía entre sus piernas con fuerza, consumido por un deseo imposible de saciar. Y cuando él terminaba lánguido sobre la cama, con la piel reluciendo como la porcelana bajo el sudor de sus cuerpos, y el alfa enredaba una mano en sus cabellos y enterraba la nariz en su nuca, embriagándose con su aroma después del sexo, Jimin aguardaba en silencio hasta quedarse dormido, escuchando el retumbar de su confundido corazón.
—Su presencia le ha sentado de maravillas a mi señor, mi rey—le dijo Jingi una mañana, al llevarle el desayuno. La mujer se había entretenido en peinar sus cabellos, mientras otra de las doncellas elegía su muda de ropa y le preparaba el baño— Hace mucho tiempo que no lo veía de tan buen humor. No cabe duda de que está haciendo un estupendo trabajo como esposo, estoy segura de que muy pronto tendremos a un principito en los corredores de palacio.
Jimin tomó un sorbo de su chocolate caliente, preguntándose como sería cuando el soberano estaba de malas.
—Su Majestad se preocupa muchísimo por usted —continuó la criada— Es un hombre tan frío y necesitado de compañía. Me alegra muchísimo que la encontrara. Para el rey Jungkook, usted es el mayor de sus tesoros.
Eso no iba a molestarse en negarlo, aunque más que sentirse complacido, a Jimin le inquietaba. Él, que nunca había sido cortejado por ningún alfa, ni expresado el más mínimo interés en el amor, no sabía como corresponder al ardiente afecto que le profesaba su marido, un afecto que día con día se transformaba en una oscura obsesión.
Quizá fue por eso que una de aquellas noches, después de recibirlo en su interior, se atrevió a pedirle volver al bosque con su hermana. Sería una visita corta, cosa de unas horas.
La pobre debía estar loca de preocupación.
El rey rodó a un lado suyo, con el semblante sombrío. Lo observó largamente, admirando cada una de las curvas de su silueta, reparando en su clavícula y en ese vientre que muy pronto, acogería a su primogénito.
Y a todos los hijos que vinieran después.
Entonces se negó.
—Por favor —le suplicó— Por favor, solo un momento. Es mi hermana, juro que no trataré de escapar. Puedo llevar una escolta conmigo. Ella me necesita tanto y desde aquel día tan terrible... se lo ruego...
El rubio le dio una dura mirada que acalló todos sus lamentos. Tomó su mano entre la suya y miró la brillante argolla con el zafiro, que desde el día de su boda estaba obligado a llevar.
—Quiero que siempre tengas en mente el día en que te coloqué este anillo. ¿Has olvidado lo que significa? Significa que me perteneces. No me gusta descuidar mis posesiones. Me agrada tenerlas cerca, siempre a la vista... donde yo las pueda proteger.
Jeon colocó una mano tras su cabeza y lo atrajo hacia él posesivamente, besándolo de manera dominante. Sintió su lengua entre los labios y se quedó lívido, oponiendo resistencia por primera vez.
Pero de nada le sirvió.
—Eres mío y no saldrás de este palacio, a menos que esté yo para acompañarte. Es mi última palabra.
Jimin lo odió en ese momento. Quiso gritar, golpearlo en el pecho, arañarlo como un gatito herido y negarle su cuerpo. Sin embargo no dijo nada, sino que le dio la espalda y haciéndose un ovillo se obligó a dormir, acallando sus lágrimas contra la almohada.
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𝐓𝐇𝐄 𝐊𝐈𝐍𝐆 ♚ₖₒₒₖₘᵢₙ
Fanfiction𝐊𝐌 │ ❝La profecía de Minsuk debía cumplirse para aplacar la ira de su espíritu errabundo. Su hijo debía ser ya un chico en edad casadera y como tal, un medio perfecto para engendrar la continuidad de su sangre real y preservar a la dinastía. Serí...