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Nam x Jin.

— Jin, espera, creo que será mejor que te diga de una vez lo que necesito decirte. —  Nam lo detuvo a tiempo, estaba por subirse a un taxi cuando este lo agarró con fuerza del brazo sacándolo literalmente de adentro.

— Mira, Namjoon, esta noche he bebido más de la cuenta y…bueno, ya sé que estabas bromeando al decir que me veía muy guapo y agradezco mucho el halago.

— ¿Por qué crees que estaba bromeando?

Jin se mordió los labios.

— Porque no te gusto de esa forma. Solo estas intentando ser amable.

Nam negó con la cabeza.

— No estoy intentando ser amable – dijo por fin, pensativo—  Y sí, me gustas. Hace tiempo que me gustas muchísimo.

Jin se quedó boquiabierto.

— ¿En serio? ¿No lo dices solo para que me sienta mejor?

— No

— Pero entonces…

— Estamos perdiendo el tiempo. – Lo llevó hasta su coche, el cual se encontraba aislado en un oscuro callejón solitario detrás del pub.

— Nam, no he estado con nadie antes. Por dios, ni siquiera he dado un maldito beso en toda mi vida.

— Eso tiene solución. – Nam cerró la puerta una vez dentro del coche y se volvió para tomar su rostro entre sus manos, mirando sus ojos oscuros, sus labios indefensos. –Sólo tú puedes decirme que detenga esto, Jin.
Entonces lo besó. Sujetando su cara entre las manos, puso sus labios sobre los de él como había soñado hacer un millón de veces. Sueños que no había admitido hasta aquella noche. Sus labios eran muy suaves, muy cálidos. Y, para su sorpresa, no se apartó, todo lo contario le devolvió el beso. Al principio, con cierta torpeza, pero se lo estaba devolviendo. Es virgen, se recordó así mismo, tienes que ir despacio. Le hizo el amor con la boca, con la lengua, aplastando sus labios hasta que Jin empezó a hacer lo mismo. Estaba deseando tocarlo, agarrar su trasero, apretarlo contra su carne palpitante hasta que no tuviese ninguna duda sobre su interés por él. Pero se obligó a sí mismo a mantener las manos en su cara, concentrado en excitarlo. Lentamente, Jin se abrió, invitándolo e incluso rozándolo tímidamente con la lengua. Sabía a esa bebida verde que había tomado. Nam enterró la lengua profundamente en el interior de su boca, diciéndole sin palabras lo que quería hacerle con el resto del cuerpo. Cuando por fin se apartó, Jin dejó caer la cabeza sobre su pecho.

— Deberías llevar una etiqueta de advertencia. – murmuró.
Sonriendo, Nam besó su pelo.

— ¿Puedo entrar a tu casa?

Jin vivía en el último apartamento donde se encontraba el pub. Para su mayor suerte era solo subir por el ascensor o las escaleras, según lo que más cómodo resultase. Jin volvió a levantar la cabeza. Tenía los labios hinchados, brillantes de sus besos.

— Pensé que no tenía alternativa.

— No la tienes. – dijo él, acariciando su cuello. Era como una droga; ahora que por fin había conseguido tocarlo no estaba seguro de poder parar. Jin dejó escapar una especie de bufido pero no se apartó.

— ¿Y si dijera que no?

— Entonces tendría que conquistarte con mi irresistibilidad.

— Esa palabra no existe, idiota.
Nam estaba encantado de tener de nuevo al Jin de siempre, en lugar del Jin frágil de la oficina.

— ¿Te apuestas algo?

— No  
            
Nam sonrió. Nunca había pensado en su extraordinaria relación profesional con Jin. Se habían llevado bien desde el primer día, a menudo pensaban lo mismo en el mismo instante. Formaban un buen equipo. 

I want to love you ♥︎ KMWhere stories live. Discover now