33. Sueño profundo

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Mi padre me llevó al primer día de clases en la escuela para niñas, me enseñó a leer y a escribir, me cuido cuando estaba enferma y me protegía de mi madre cuando ella venía a golpearme, él siempre estuvo para mí en cada cumpleaños, en cada navidad y año nuevo. Mentira, todo esos recuerdos son mentiras, ¿cómo pasó?, no puedo creerle a un mafioso; él miente, Felix Taylor es quien acaba de decir mentiras.

¿Yo su hija?

- No es verdad - niego siendo yo quien retrocede ahora con mi expresión seria.

- ¿No? - ríe a carcajadas - se me hace muy gracioso que tu medio hermano te proteja, ¿cómo reaccionaría Abraham ante la idea?

- No puede ser - Dierik me voltea a ver muy serio - Lesa, no le hagas caso.

- ¿Sabes qué es lo mejor? - nuestras miradas regresan al mafioso - imaginarme el dolor que le causare a Esteban Klesler al saber que estas bajo mi poder.

Mi pulso se acelera.

- Corre - susurra Dierik al mismo tiempo que jala de mi mano para empezar con nuestra huida - Felix nunca va solo, sus guardias deben estar en la entrada.

- ¿A dónde vamos? - la adrenalina corre por mis venas cuando nos alejamos de la entrada.

- Debemos perderlos de vista - explica y se escuchan unos disparos.

- ¡No podrás protegerla siempre, Die!

El grito de Felix me tensa.

Continuamos en nuestra carrera de alejarnos de ellos, puedo escuchar sus pasos no tan lejos de los nuestros y eso me preocupa más, esquivamos tumbas aún tomados de la mano, justo ahora es cuando más me aferro a él; nos escondemos detrás de un árbol, recuperando el aliento y esperando a no ser encontrados, aunque los guardias del mafioso nunca llegan hasta aquí.

Qué rápido se rinden.

- ¿Te hirieron? - sus ojos repasan mi cuerpo.

- No - niego en un susurro - ¿y a ti?

Niega también.

- Debemos irnos - dice luego de unos segundos viendo alrededor - pero necesitamos una distracción.

- ¿Cómo cual?

- Espérame aquí - indica y me pongo nerviosa con la idea de dejarme sola - no tardaré y por nada del mundo te muevas.

- Esta bien - asiento viendo como se endereza.

Y se va.

Intento mantenerme calmada, pero no es tanto la idea de ser atrapada por el mafioso ni porque Dierik este donde quiera que este, sé que estará bien, me pone muy mal saber que mi padre no sea mi padre, ¿será verdad?, suspiro tratando de olvidarlo; pasan unos pocos minutos, antes que al chico a quien le confiaría mi vida aparece frente mía, no dice ni me explica nada, solo toma mi mano y empezamos a correr otra vez.

Hasta llegar a su Porsche.

- ¿Qué hiciste? - volteo a ver a todos lados.

- Los lleve hasta otra calle cerca de aquí, no tardarán en regresar - explica arrancando a toda velocidad.

- No son muy inteligentes - sonrío - ¿se dieron cuenta siquiera que no iba contigo?

- Creo que no - ríe.

Suspiro relajándome.

- ¿Estás bien? - su mano acaricia mi rodilla y con la otra conduce.

- ¿Es verdad? - muerdo mi labio esperando a que niegue lo que ha dicho Felix.

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