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—Quiero que convivan más con Argentina desde ahora

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—Quiero que convivan más con Argentina desde ahora. Es importante que ya empiecen a aceptar que Argentina es al que amaré toda mi vida, es mi esposo y para ustedes es como un padrastro.—México explicó a sus estados quienes parecían no estar interesados. Argentina estaba ahí, agarrado del brazo de México con algo de miedo de quedarse con ellos, no estaba acostumbrado.

También le hacía sentir mal que no lo acepten cuando escuchó a otros países que fueron novios de México decir que sus estados los aceptaron rápido e incluso querían salir con ellos en ocasiones. Le avergonzaba decir que no puede formar una relación de confianza con los hijos de su esposo después de tanto tiempo.

—¿A dónde se irá usted que nos dejará con él?—CDMX preguntó curioso.

—No me iré, estaré trabajando y Argentina verá por ustedes, por eso les quiero pedir que sean educados con él. Argentina es más bajito que ustedes, tendrán que ayudarlo en algunas cosas también.

Después de eso, México se despidió de Argentina, dándole un beso en la mejilla y yéndose a su oficina donde iba a quedarse a arreglar algunos trabajos. En el lugar solo se quedaron los estados y Argentina. Se quedaron viendo al del sol durante unos momentos esperando que les diga algo.

Se levantaron, yendo a otros lados de la casa para seguir con su día, ignorando completamente a Argentina. El del sol se quedó apenado ahí, no sabiendo que hacer para poder relacionarse con los estados de su pareja, era difícil para él.

—Disculpe a mis hermanos, se que es difícil para usted todavía hablar con nosotros.—Uno de los último estados que se iba a ir habló. Era Querétaro, quien siempre había querido decirle algo a Argentina.—Podría empezar con los sureños, ellos son más tranquilos, será un buen inicio para usted.

—A-Ah, si, si... Claro, gracias.—Argentina habló sonriéndole suave a Querétaro. Lo miró bien, notando lo tan bonito y hermoso que era aquel estado, no tenía esas facciones rudas con cicatrices en el rostro o cuerpo. Querétaro se diferenciaba de sus hermanos al ser uno de los estados más bonitos en apariencia física.

—Yo soy Querétaro, mi hermano de allá es Michoacán.

—Vamos, wey, no tenemos tiempo para perder.—Michoacán habló, acercándose y agarrándole de la mano para poder irse.

—No seas grosero, Michoacán. Saluda primero a Argentina.

—Hola.—Lo saludó.—ahora vamos.

Lo arrastró con él, yéndose para dejar a Argentina una vez más solo. Decidiendo así hacer lo que Querétaro había dicho, ir primero con los sureños, los cuales siempre andaban en una parte de la casa donde todo era más silencioso, haciendo sus propias cosas, enfocándose en sus asuntos.

Al entrar, sus ojos primero se enfocaron en Yucatán, quien andaba ayudando a Campeche a resolver algo de un trabajo.
El yucateco alzó la mirada, notando a Argentina quien se estaba acercando a Quintana Roo, este mismo se sorprendió de verlo, aceptando que se siente junto a él para hablar.
Frunciendo el ceño, volvió a su actividad, no iba a gastar energía en Argentina.

Poco a poco los sureños se fueron acercando para hablar con Argentina, también Campeche con excepción de Yucatán que se quedó en su lugar haciendo otra cosa.

—Es Yucatán, siempre está callado y está trabajando, no es bueno molestarlo cuando lo está haciendo.—Campeche dijo con una sonrisa.—Es algo difícil tener una conversación con él.

—Oh, gracias por avisarme, Campeche.—Respondió con una sonrisa, dandole caricias en el cabello.—Tendré cuidado de no molestarlo si es así, no quisiera tener problemas con ninguno de ustedes, mucho menos con su papá.

Argentina quería llevarse bien con todos los estados, sin causar problemas. No quería que los estados lo odien y que por consecuencia México crea que no es bueno que conviva con ellos.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora