🔆Capítulo 4| Phoebe🔆

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POV CHRISTIAN

Avanzando en los acontecimientos, ahora es tiempo de aclararte otra de tus percepciones, porque también sé perfectamente que te hubiera gustado verme sufrir un poco más, y que te asombraste tanto como yo cuando ella me perdonó, y tal vez en eso también tengas razón... Quizá no me lo merecía, hasta yo me sorprendí cuando ocurrió, puesto que, cabezota y cerrado como era, en su lugar yo no lo hubiera hecho.

Pero ¿sabes?, lo que sucedió fue porque sólo nosotros podíamos entender por lo que estábamos pasando, y entonces necesitamos, más que pelear, acompañarnos en el sufrimiento que estábamos sintiendo por haber perdido a nuestro hijo, así que eso es lo que prevaleció, el dolor ante la pérdida y la necesidad de unirnos, en vez de gastar las pocas energías que nos quedaban en hacernos más daño.

Ana demostró ser más madura que yo, a pesar de que soy mayor que ella. De todos modos, debo decirte que el hecho de que hayamos seguido adelante no significa que yo me lo haya perdonado, incluso, ya ves, tuve mi castigo, porque mi mente estaba tan descolocada cuando Ana quedó embarazada de nuestro segundo hijo que el miedo a volver a cometer un error era tan grande que, hasta que no fuimos al médico y éste me aseguró que nada malo podía hacerle a mi bebé mi «mejor amigo», ese que me acompaña desde que nací, éste no volvió a conectarse con mi cuerpo, y eso no fue enseguida... pues hubo varios intentos fallidos más, así que tuve que sentirme avergonzado en diversas ocasiones, hasta que cierta vez, para estimular mi lujuria, Ana tuvo que hacer algo que literalmente me volvió loco: cuando llegué del trabajo, la encontré masturbándose con un vibrador, y entonces supe que era yo quien debía estar en su coño y no esa cosa plástica de color brillante que estaba usurpando el lugar que era mío.

Así que, al diablo si aún piensas que no obtuve un enorme castigo por comportarme como una mierda con mi mujer, porque, si no lo crees así, simplemente, ¿dime cuál es el que consideras que me merecía? No, déjalo ahí mejor. Preguntarte por eso no ha sido una buena idea, pues sin duda quiero seguir conservando mis partes en su sitio. Ahora bien, no quiero que creas que, si hubiera tenido que arrastrarme para conseguir su perdón, no lo hubiera hecho. Si piensas eso, entonces no has entendido nada.

Me enamoré y hubiese hecho lo que fuera para no perderla. Incluso aunque me mostrara como un idiota tratando de alejarla de mí, siempre me tuvo, sólo que primero la aparté porque creí que no la podía tener, y luego la mantuve a distancia porque así somos los hombres cuando nuestra hombría se siente amenazada. Lo patético, y eso lo sé ahora, es que no nos damos cuenta de que, en realidad, nuestra hombría se exalta al ser lo suficiente machos como para aceptar nuestra debilidad.

En cuanto al sufrimiento que merecía, créeme que no hay un solo día de mi vida en el que mis actos no me pesen, incluso podría decirte que la devastación de un hombre por la culpa es como si ésta fuera un gusano que lo fuera comiendo por dentro, sólo que en mi caso decidí actuar como el adulto que era y no como el gilipollas que provocó el dolor más grande de nuestras vidas. Por suerte, el amor fue el que en realidad hizo la verdadera jugada, y eso nos sanó por dentro y también por fuera.

***

Creo que es hora de avanzar en la historia, porque aún tengo muchas cosas  que compartir contigo.  Ya ha pasado un tiempo desde que ocurrió todo lo que te he relatado hasta  el momento. Ahora nuestra hija está a punto de cumplir cuatro meses... Sí, sobrevivimos al embarazo, y también al parto, y, sí, has leído bien: es una niña y se llama Phoebe.

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Asistente de Compras - Amor 《Christian y Ana》Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora