Cómo si fuera realmente imposible sentirse atraído hacia lo que tanto detestas, el joven rubio se prenda en el mirar de la bestia que con adornos de cursilería lo envuelve en un manto renegrido de oscuros deseos teñidos con toques de incipiente cariño.
Haciendo escasear el aire que circunda alrededor de ambos cuerpos que se hechizan como en una ley de atracción desmedida. En donde uno supone inconsciente, que sus pensamientos pueden llegar a influir en el accionar del de enfrente. Y el otro, también inconsciente, se deja ser ante lo que su corazón con veracidad siente.
Uno menesteroso y otro acaudalado en demasía..
Un ida y vuelta de la lúgubre vida que se presenta ante sus ojos.
Un desacertado pero a la vez correcto sentimiento que invade ambos cuerpos en cuanto se miran.
Nada más ni nada menos que un afecto que quiere salir huyendo del arca escondida...
—Me gustas... —nuevamente anuncia, el gélido morocho a centímetros de la trémula boca del rubio.
Y éste, cautivo de la coyuntura que lo toma desprevenido ante la franqueza de sus dichos, solo puede quedarse quieto y dejar correr tiempo al tiempo.
Sin percatarse siquiera que en presencia del hombre bestia frente a sus dilatadas pupilas, las manecillas del reloj corren pausado como un dilatado gotero.
Haciendo que mientras el no muerto respire pausado y sin perder detalle de cada fracción del agraciado rostro del joven rubio frente a sus renegridos ocelos; el blondo se dedique a alimentar un poco más a su ego.
Pero al cabo de un tiempo dispuesto como raro y de culpas que retumban como ecos sobre el laberinto de la oreja del rubio, éste toma las riendas de su vida en cuanto escucha que alguien se acerca a paso firme sobre el final del pasillo.
Viéndose luego en el reflejo de esos deshabitados ocelos y dándose cuenta de lo equivocado que se encuentra, al dejar que el hombre bestia lo consuma por completo y él no ser capaz de ponerse freno alguno cuando percibe que corre por sus venas; la sangre que recorre a la misma bestia.
—Mantente alejado... Por favor te lo pido —anuncia inseguro, el acrecentado en sus sentidos, enloqueciendo de a poco con el aroma que desprenden las frías pieles del morocho.
Y el vampiro menor, con sus manos en puño, solo hace un pequeño asentimiento de cabeza para luego poner distancia entre ellos diciendo en cuanto percibe intrusos:
—Por supuesto... Como tú digas.
Y alejado del joven que mueve sus añejados cimientos, observa como ingresan sus hermanos al recinto seguido de la fémina que cree que ocupa, todavía, el corazón del distante rubio. Así que pidiendo disculpas, y de un humor sombrío, se aleja haciendo variados ademanes con sus dedos.
Por otro lado el pseudo humano, aturdido por la inesperada sensación de desapego que lo atañe sobre que el hermano menor de aquella familia se aleja de su rango de visión. Percibe que la exacerbación de su sentido del olfato mediante el rastreo de su aroma no funciona.
Entonces escucha sin entender ni un vocablo, los atropellados enunciados que salen expedidos de la boca de su supuesta novia; dejando vagar su inconclusa mente hacia otro lado mientras es amparado por ambos amantes que no se pierden detalle del asunto.
Así que el consanguíneo del medio, tratando de ayudar a la sensación de ahogo que puede percibir en la afección de su hermano menor, le indica a la exuberante fémina que por favor tome asiento, que enseguida se le ofrecerá un variado desayuno.
Dándole espacio a Jimin de reaccionar a tiempo, disculpándose por sentirse indispuesto para poder retirarse y volver luego.
Veloz como un rayo sale expedido del recinto, sin rumbo fijo, solo utilizando sus agudizados sentidos y sintiéndose huérfano de alguna especie de afecto.
En el pasillo, y a medida que se mueve por instinto, se encuentra con diversos empleados de la inmensa mansión; preguntándole a cada uno de ellos si han visto al hermano menor.
"Al señorito no le gusta que lo molesten". Habría dicho uno de ellos y a lo cual el joven rubio hizo caso omiso cuando salió disparado hacia el ala donde se reciben invitados, según el metiche empleado.
Percibiendo su acelerada respiración y metido en una constante diatriba consigo mismo por auto boicotear sus propias palabras y pensamientos.
Y al llegar al inmenso recinto, los melodiosos sonidos de un piano afinado lo reciben. Dejándose llevar por los eximios acordes que logran estremecer cada parte de su soma mientras disfruta de la música privándose de la visión de sus ojos.
Segundos escondido donde disfruta que nada tiene sentido, minutos donde solo vale lo que siente consigo sin tener que temer a enfrentar su marcado designio.
—¿J-Jimin?
La voz del menor de los vampiros lo despierta del ensueño en el que se encuentra. Y abriendo sus orbes inmensas, reacciona en tenues coloraciones rojizas sobre sus mejillas.
—L-lo s-siento... Por interrumpir, digo.
Suelta dubitativo el joven rubio, y al cual de inmediato, una aplastante sensación de asfixia lo ataca tratando de salir despavorido.
Pero para su suerte, buena o mala, el no muerto lo atrapa de su brazo al ser mas ágil por instinto.
—Jimin... ¿Todo bien? —cuestiona el susodicho.
Y el rubio, sofocado en su presencia, maldice para sus adentros, sin saber bien qué contestar a su pregunta.
"¿Todo bien? ¡Nada está bien desde hace un tiempo!". Piensa por dentro mientras evita la profunda mirada del morocho.
—¿Desayunaste? —pregunta el no muerto soltando un poco el agarre de su brazo.
—Esa mierda huele feo —anuncia el rubio sin meditarlo siquiera y sin darse cuenta de que su nariz olfatea hacia aquel que interesado se preocupa.
—No... hagas eso... —el vampiro exhala roncas palabras mientras observa mover, con una quietud increíble, la nuez de Adán de la representación de la tentación frente a sus ocelos.
Y el joven rubio, cautivo del afrodisíaco momento pero conservando la plena facultad de sus actos, decide que no quiere dejar pasar más ni un segundo sin probar de la deliciosa piel de aquel que lo embelesa con sus sombras.
Cuanta tensión en este par.😏
Gracias por leer, comentar y votar 🥰
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"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)
Fanfiction◾⚰️◾ ⚰️◾⚰️◾ 𝑼𝒏 𝒂𝒑𝒆𝒈𝒐 𝒎á𝒔 𝒂𝒍𝒍á 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒐, 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒃𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒅𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒍𝒐 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒖𝒓𝒂𝒃𝒍𝒆, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒑𝒂 𝒍𝒐 𝒑𝒂𝒍𝒑𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐 𝒆𝒏...