Rito de la Linterna

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El día del Rito de la Linterna finalmente llegó.

Xiao estaba posado en la parte superior de la Posada Wangshu, en la punta de una de las protuberancias que sobresalían del techo. La posada solitaria estaba tan tranquila como de costumbre, incluso para una ocasión especial como el Rito de la Linterna. La mayoría de la gente, de seguro, ya estaba en la lejana ciudad portuaria.

Xiao no le prestó mucha atención, ya que estaba concentrado en otros pensamientos. Como el hecho de que no dejaba de pensar en la invitación de Aether para ver las linternas, y que nunca aceptó dicha invitación.

Aether no había vuelto a mencionarlo desde la última vez que Xiao lo acompañó en sus comisiones. Pero Xiao estaba seguro de que la idea todavía estaba muy presente en la mente de Aether. Y después de la agitada semana que acababan de tener, Aether había tenido muchas oportunidades de volver a preguntarle a Xiao. Sin embargo, nunca lo hizo. Xiao se preguntó si Aether había desistido de preguntar. Ya que Xiao falló en darle una respuesta adecuada. O ninguna, de hecho.

Cuando Xiao pensó en eso, un sentimiento pesado se instaló en su pecho y lo hizo fruncir el ceño. Una vocecita en la parte posterior de su cabeza implantó la idea de que tal vez Aether finalmente se dio cuenta de que no valía la pena estar cerca de él. Eso explicaría por qué Aether no se había dado la vuelta por la posada en los últimos días.

Es mejor que sea así. Xiao se lo ha dicho a sí mismo muchas veces. Pero ese pensamiento solo profundizó la pesadez dentro de él. Y eso llevó a Xiao a estar más consciente de la ausencia de Aether. Lo que a su vez hizo que Xiao se preocupara. Era habitual para Aether pasar por la posada. Sobre todo porque muchas veces Xiao insistió en que Aether descansara en su pequeña morada después de sus aventuras.

Existía la posibilidad de que Aether ya estuviera comenzando a alejarse de Liyue. Con un viaje tan largo por delante, no había duda de que Aether se marcharía a Inazuma en un futuro no muy lejano. Y cuando eso sucediera, Xiao consideró que lo más probable era que nunca volviera a ver a Aether.

Aether se iría y Xiao, una vez más, se ahogaría en la soledad que existió antes de la llegada de Aether. Xiao se quedaría atrás, soñando con no ser encadenado por su deuda kármica y no tener que someterse a las interminables matanzas. Tendría que soportar una vez más el miedo enloquecedor y la hirviente ira solo. Lo cual todo amenazaría con consumirlo.

En parte envidiaba a Aether.

Los pensamientos que fluyeron en espiral se detuvieron con un solo movimiento de cabeza y una profunda inhalación.

Los adeptus no desean ... He cometido cosas atroces ... No puedo estar con él ... no importa que ...

Si se atrevía a terminar ese pensamiento, Xiao no estaba seguro de que pudiera seguir tratando de convencerse de que él no tenía ningún deseo. La mera idea de que dejara ir a Aether lo seguía molestando, y el arrepentimiento se apoderó de su corazón. Xiao estaba acostumbrado a pelear y matar sus propios deseos en nombre del deber. Sin embargo, de forma lenta pero segura, fue una batalla que había estado perdiendo desde que conoció al peculiar viajero.

Los adeptus no desean ... Soy un arma. Estoy atado a un contrato. No merezco a Aether.

Xiao buscó refugio en ese mantra, pero cuanto más lo repetía, más se le oprimía el pecho. Y más imágenes sobre Aether se deslizaron en su mente.

Los ojos cerrados de Xiao se apretaron más y sus cejas se fruncieron más profundamente. Agarró su camisa mientras continuaba luchando contra sus propios pensamientos y los sentimientos que estos causaron.

El Viajero y El YakshaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora