JUEGO DE SOMBRAS

Prólogo

Oscuridad. Eso fue lo único que venía. Oscuridad. Tenía miedo, no solo porque estaba en mitad del bosque de Black Hollow sino por él. La misma persona que me había secuestrado y me había tenido encerrada en esa granja durante semanas.

No sabía nada de él ni de su físico, solo que su voz era ronca como la de un hombre, y eso que solo lo había escuchado hablar un par de veces, pero me resultaba tan... familiar. Como si la hubiera escuchado antes.

Llevaba unos pantalones negros y una capucha negra que no dejaba ver nada más que sus grandes ojos heterocromáticos. Eran preciosos.

Durante el tiempo que estuve retenida en la granja con él, no pude evitar fijarme en que no parecía peligroso. Como si fuera la primera vez que hacía esto.
Era un tipo alto. Mediría perfectamente unos... 2 metros. Se veía fuerte, como ese que salía en la película de Los Increíbles, ¿cómo se llamaba?

Uhm...

Ah, ya me acuerdo, Bob.
Pues él era igual de fuerte que Bob. Se notaba que entrenaba a menudo, y he de admitir que se veía muy bien.

Pero serás marrana, te ha secuestrado.

Lo sé, pero es que mira esos músculos y ese...

Rous Addams céntrate.

Estúpida conciencia siempre arruinando mis pensamientos pervertidos.

A todo esto, conseguí escapar.
¿Cómo hiciste para llegar al bosque?, os estaréis preguntando.
En realidad... ni yo misma lo sé.
Aproveché que estaba distraído hablando por teléfono fuera de la granja y con una navaja que llevaba en el bolsillo (si, una navaja, nunca se sabe qué intenciones puede tener la gente cuando vas por ahí), logré zafarme de una de las cuerdas que me mantenían atada.
Luego, sin hacer mucho ruido, salí de la granja hacia el bosque a toda prisa. Sin mirar atrás. Creo que no había corrí más en mi vida.

Comenzó a anochecer y solo se podía observar la oscuridad del bosque y la luna llena. La brisa de la noche agitaba las hojas de los árboles.
Me sentía como en una película de terror, en medio de la nada, alejada del pueblo, alejada de todos. Si me pasara algo dudo que se enteraran. Tenía miedo y quería volver a casa.

Seguía corriendo y corriendo hasta que de pronto oí esa maldita voz. No, no, no. No me lo puedo creer.

-¡Rous, hör auf zu rennen und geh zurück zur verdammten farm! ¡Ahora!

<<¡Rous, deja de correr y vuelve a la maldita granja!>>

Mierda. Mierda, joder. Un momento... eso era... ¿alemán? ¿ruso?
Lo que si podía sacar en claro es que estaba muy enfadado.
Sin pensármelo dos veces, empecé a correr con más intensidad.

Corre por tu vida. Corre.

En eso estoy querida conciencia.

Solo podía ver árboles y árboles a mi alrededor. Maldita sea, no tenía ni idea de en que parte del bosque me encontraba. Estaba perdida. No podría volver a casa.

-Estás en mitad de la nada Rous, no llegarás muy lejos. Te encontraré.

No sabía a donde ir, estaba desesperada, solo corría y corría. Me sentía agotada. Ya no pensaba con claridad y mis piernas estaban temblando, igual que todo mi cuerpo.
Entonces me caí. Mierda. Me había tropezado con una maldita piedra y no solo eso, me había hecho un corte en la pierna. Joder, ¿puedo tener más mala suerte?.
Me examiné la herida como pude, aunque con la poca luz que había... no parecía que fuese profundo. O eso quería creer.

Muy bien Rous lo que te faltaba.

Arrgg, cállate ya.

Tal y como procesé lo que acaba de pasar, intenté levantarme lo más rápido que pude para intentar seguir con mi carrera, pero ya era demasiado tarde.

Mierda. Él estaba ahí, justo delante de mí.

-Te encontré Rous, ¿dónde creías que ibas sin mí, liebe?

Espera un momento, me acaba de llamar liebe, "amor" en alemán.

Sin darme más tiempo, empecé a ver borroso, supongo que sería resultado del corte en la pierna y de la sangre que estaba perdiendo.
Poco después, todo se volvió oscuro.

***