Señor Alcaraz

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— Le traemos comida. — Dijo el enfermero abriendo la puerta.

— No la quiero. — Dijo el hombre sentado molesto.

— Tiene que comer.

El hombre se paró furioso y tiro la bandeja con comida. — ¿Que no entiendes? Yo no debería estar aquí. ¡Allá afuera está el pendejo de Iván! Y esta haciendo lo que se le da la gana.

— Señor, cálmese. No sabemos que de Iván habla.

— Iván Iván Iván, el Guzmán Salazar. El pendejo con el que se casó mi hija.

El enfermero se salió. Y suspiro al llegar con las enfermeras.

— ¿Sigue diciendo que es suegro de Iván archivaldo?  — Pregunto una enfermera divertida

— Si. Debió drogarse mucho y quedar loco.

— Pero que extraño es todo lo que dice. — Dijo otra enfermera.

— No creerás que realmente conoce a esas personas.

— He escuchado que son personas muy crueles. No tienen respeto por nada y no quieren a nadie.

— Pues si lo que dices es verdad, tal vez si lo tienen, por qué pudieron haber matado de pero está aquí.

— ¡SAQUEN ME DE AQUI! — se podía escuchar cada tarde en el hospital psiquiátrico en la habitación 302

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