Prestame a mi padre.

VI ¡Qué barbaridad!

La vida es solo un suspiro, si queremos que sea mejor, solo debemos tratar de verla desde un punto de vista diferente, en el momento que dejamos de sentir, es justo cuando dejamos de vivir, hacer cosas para complacer a otros, sin querer hacerlas de verdad, es traicionarnos a nosotros mismos y de la misma forma, a nuestras pasiones.
Soñar de alguna forma nos mantiene vivos y esperanzados, pero eso no implica que debamos olvidar que vamos a morir, que definitivamente la muerte está demasiado segura de ganar y solo nos llevamos lo que hicimos con amor, con dolor o con temor, el no hacer, es no vivir; por favor no dejen de disfrutar cada segundo, muchas sorpresas llegan, la muerte no siempre es una, yo vivo como si mañana moriré, por si no puedo despedirme por falta de tiempo, vivamos un día a la vez.

Querido papá, desde que te fuiste nada va igual, de hecho, nada va bien, no puedo pensar tranquila, no logro conciliar el sueño, mi vida se siente como una devastación en medio del océano; desde ese día, ha sido tan grande la opresión en la que me encuentro, que decidí convertir mi dolor en moléculas de agua y las dispersé, las dispersé en mi cama, por toda la casa, en la escuela, en el baño, en la calle, siento que algo se rompió y ya no sé como repararlo, siento que no tiene arreglo lo que siento, porque te marchaste sin palabras.

Mientras redacto esto, temo por la realidad que no veo, esa que se va tras las nubes cómo un sueño encantador y cual viento sólo me deja un recuerdo.
Lo peor no es eso, es que la vida nos golpea duro, muy duro, y lo único que no podemos hacer es bajar la guardia.
Sin Dios es difícil sonreír, levantarse, comer, caminar, respirar, sin Dios es difícil vivir, y cuando digo vivir, hablo de los colores necesarios para pintar emociones, hablo de las conversaciones que nos llenan el alma y de los ratos de compañía que nos arrullan de amor, sin Dios es difícil seguir y perdonar, pero cuando lo recibes en ti, todo se torna distinto, esas heridas con las que llegas, el las borra, las convierte en purezas, en sentimientos hermosos, en días de primavera. Cuando Dios llega, suceden cosas extraordinarias.En lugar de ver gris, ves arcos de colores.