ㅤTeyvat está lleno de misterios sin resolver. Uno de ellos es la desaparición del príncipe heredero al trono de Mondstadt, hace miles de años, y otro es la inexplicable existencia de aquel al que hoy conocen como "Aiden".
ㅤTras ser rescatado de un e...
Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
ㅤHabía una vez, hace mucho tiempo, un hombre que vagaba sin rumbo por el continente de Teyvat y un niño que estaba atado a un castillo de altas murallas
ㅤUn día, un forastero de cabello oscuro y ojos morados atravesó las enormes puertas de Mondstadt. El peculiar individuo llevaba parte de los brazos y las piernas cubiertas por vendas, y usaba un amplio sombrero que cubría su rostro de las miradas ajenas. Miradas recelosas, porque aunque la Ciudad de la Libertad recibía de buena manera a los viajeros y turistas, el aspecto de ese hombre era más bien sombrío. Por esta razón nadie quería realmente acercarse a él.
ㅤHabía, no obstante, alguien que no le tenía miedo. Se trataba de un pequeño niño de no más de diez años; una criatura de grandes ojos curiosos, pulcramente vestido con ropas de aspecto costoso y el cabello rubio ondeado hasta los hombros. El hombre pensó que se veía un poco gracioso como si quisiera intentar lucir mayor de lo que era, pero con una altura que le jugaba en contra.
ㅤ"No se preocupe por la gente que lo está observando, mi señor" le dijo con su vocesita aguda mientras sostenía suavemente la tela de su yukata corto. "Debe estar cansado, de viajar por tanto tiempo. ¡Sígame! Le enseñaré un buen lugar para pasar la noche."
ㅤEntonces el niño tomó su mano vendada con una sonrisa amplia; el mayor no había dicho una sola palabra y aún así, simplemente siguió al chico alrededor. Cuando caminaba junto a él, notaba, la gente parecía mirarlo con menos prejuicios incluso si no le hablaban directamente. Era como si estar a su lado le diera algún tipo de inmunidad.
ㅤEn ese momento no era un hombre muy hablador. Completamente opuesto a la actualidad, podía recordar que en el pasado no fue más que un cuerpo vacío que reaccionaba automáticamente; como una marioneta. O así fue al menos hasta que se hizo amigo de ese pequeño caballero que lo invitaba a dar un paseo si es que no tenía nada que debiera hacer.
ㅤRecordaba vagamente los momentos que había pasado con el chico mas tenía incluso hasta el día de hoy muy presente y de forma vívida la imagen de su rostro inocente en lo profundo de su mente. De vez en cuando él, Scaramouche, se veía a sí mismo pensando en el niño con cierta nostalgia y se preguntaba qué le aconsejaría desde su puro corazón infantil cuando no sabía qué hacer.
ㅤEntre esos recuerdos borrosos estaba el día en que formalmente se presentaron -después de ya haber paseado juntos por un tiempo-, cuando el príncipe le dijo su nombre por primera vez. Orgullosamente había pronunciado solo su primer nombre y había añadido mientras hinchaba el pecho: "¡... Tengo once años, y estoy pronto a cumplir los doce en este cercano Octubre!"
ㅤTristemente Scaramouche no podía acordarse del nombre en cuestión como si los labios del chico se movieran para decir una única palabra con emoción pero sin pronunciar ningún sonido. Tampoco era capaz de recordar el apodo que el rubiecito le había dado alegando que su nombre era "demasiado largo y engorroso de pronunciar", pero de todos modos él ya no usaba ese nombre más. Aunque quizá le hubiera gustado ser llamado por ese apodo si lo tuviera presente.
ㅤEl vagabundo de Inazuma y el príncipe de Mondstadt se habían convertido en buenos amigos, más que eso ¿podía considerárselo como un lazo de hermandad? No, hermanos no, pero algo cercano a una familia; quizás porque el hombre no tenía una realmente, así que un familiar pequeño del que cuidar lo consolaba un poco de su soledad. Y a su vez podía notar que el niño también se sentía solo como él.
ㅤ«Podría ser, que nadie en el castillo juega con él» pensaba tratando de adivinar lo que pasaba por su cabeza rubia, «O a lo mejor... le gustaría salir de la ciudad de vez en cuando».
ㅤLo notaba en su mirada cada vez que contemplaba lo poco del paisaje más allá de las murallas cuando la puerta de la ciudad permanecía abierta. Ese pequeño... siempre se aseguraba de mostrar una sonrisa y mantenerse sereno para no preocupar a los demás, pero el hombre podía ver el anhelo en sus ojos que brillaban cada vez que los guardias abrían las pesadas hojas de madera que lo separaban del mundo que desconocía. Su anhelo era por conocerlo, así que le cosquilleaban las piernas con el deseo de correr y cruzar la línea para ser finalmente libre.
ㅤEso era lo que el chico quería más que nada en el universo y que no se atrevía a confesar, pero el forastero sabía.
ㅤRegularmente le pedía que le contara historias sobre Inazuma, preguntaba todo tipo de cosas ya fueran pequeños detalles o rumores tontos. Quería también saberlo todo sobre sus viajes, dónde estuvo, qué fue lo que hizo, cómo había sido su experiencia en una nación que él desconocía. Y cuando él le preguntaba...
─Si tanto quieres salir, solo hazlo ─le dijo una tarde mientras el sol se ponía. Su pequeño amigo tenía la mirada perdida en los tonos anaranjados que asomaban entre los árboles fuera de las murallas─... Alteza ─agregó al final. Todavía le sentaba más bien extraño llamarlo respetuosamente mientras le hablaba con confianza.
─¿Eh? ¡N-No! Yo no... ─balbuceó. Como cada oportunidad en la que se sentía nervioso, avergonzado, cuando lo sorprendían de un susto, sus mejillas rápidamente se pusieron rojas─. Yo, por supuesto, no quiero, salir. A-Además... ─prosiguió en un murmullo incómodo como una confesión muy vergonzosa─ los guardias en la puerta me atraparían y me llevarían de vuelta al castillo.
ㅤEl hombre de ojos morados hizo un sonido pensativo.
─¿Quieres que te lleve conmigo, entonces? ─propuso muy seriamente, mas luego de una mirada desconcertada el chico rió con diversión.
─Aunque me gustaría viajar contigo ─admitió poniéndose una mano en la barbilla y entrecerrando los ojos como si contemplara la opción─. La verdad es que deseo ir a Inazuma contigo. Quiero que me lleves a ver un tanuki y usar un yukata como el tuyo, o visitar Liyue y pasear por el puerto, mas sé de sobra que no será posible.
─Yo puedo llevarte a Inazuma. Si lo quieres, podemos... ─insistió vehemente. La razón, era, el hecho de que viajaría de vuelta en menos de un mes y no regresaría en un largo tiempo, por lo que temía que su único amigo lo olvidara para cuando regresara. Cuando se quedó en silencio él suspiró resignado─. Lo entiendo. En unos años, cuando seas mayor, viajemos juntos alguna vez.
