Se sentía sólida, casi como el hielo.
Irrompible, casi como el acero.
Fuerte, casi como un diamante.
Única, casi como una lágrima de sirena.
Solo que el, con todas sus palabras lograba que ella cambiara.
Que se sintiera débil, como la luz del atardecer.
Frágil, como el vidrio.
Rota, casi como si el pudiera tomar todo lo que era ella para convertirlo en la nada misma.