Capítulo 15: Hermano superprotector.

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Como pensaba, la nueva rutina me es mucho más beneficiosa que la anterior. Ya no madrugo, que es lo mejor. Y me queda mucho más cerca la facultad. Así que podría ir yo sola sin que tenga que llevarme Àlex. Pero de momento Àlex prefiere seguir llevándome él hasta allí. Dice que soy su hermanita y es su responsabilidad dejarme en el campus. Cómo si no supiera lo que hago. Pero parece que se ha tomado bastante serio la promesa a papá de que iba a ocuparse de mí.

No voy a volverme loca por vivir fuera de casa. No necesito que mi hermano me vigile. Además, creo que hasta hace unas semanas nadie desconfiaba de mi madurez para ciertas cosas hasta que he salido de casa en Cervera y de repente vuelvo a ser una ingenia adolescente de 16 años.

¿A dónde se ha ido la confianza en la madura Aitana? ¿Y por qué ahora tengo que calcular cada paso que doy para que mi hermano no me trate como si fuera nuestro padre y no mi hermano de siempre? Y, sobre todo, ¿Por qué me da la sensación de que si fuera yo la que tuviera 18 y él 16 nadie me habría pedido que lo vigilase? ¿Es que hay alguna diferencia entre pasarme 6 horas y media en la facultad viviendo en Cervera, a pasar el mismo tiempo, pero viviendo a menos distancia? ¿Cambia mi forma de ver la vida no tener que levantarme a las 4 de la mañana? Bueno, algo cambiará, claro. Pero dudo que mi sinapsis pase de importarle una mierda cuántos chicos haya en clase, a querer tirarme a todo chico que me pase por delante solo por vivir fuera de la casa dónde me he criado. Aunque mi hermano con el que siempre he sido uña y carne, lo piense de repente.

Y teniendo en cuenta lo que va a pasar ahora, sé que me la va a liar.

Estoy de camino al piso con un compañero de la carrera. Tenemos que hacer un trabajo juntos y no encontramos salas disponibles en la biblioteca, así que tras mucho dudar y mucho insistir suyo, al final no me ha quedado de otra que poner el piso para trabajar en el trabajo. No sé qué problema habría en que cada uno se hubiera ido a casa a hacer una parte y ya en el próximo día que pudiéramos quedar de nuevo pues poníamos en común la parte de cada uno y si había cosas que arreglar pues los arreglábamos sobre la marcha. Pero no, ahora estoy yendo a mi piso, con miedo a la reacción de Àlex, y cansada de escuchar a este tipo que no parece que tenga intención de callarse.

Llegamos al edificio, y subimos en el ascensor hasta mi planta. Sí ya ha sido incómodo estar caminando junto a él, meterme en el ascensor ha sido mucho peor. Por más que me apartaba, más se pegaba él. Y sin dejar de hablar, además. ¿No tendré cicuta en casa y así me ahorro tener que aguantarlo más tiempo?

Abro la puerta del piso y entramos los dos. Todo está en silencio, así que Àlex no ha llegado todavía. Y no sé qué es peor. Al menos si estuviera aquí echaría a este pesado fuera desde ya y listo. Cuando venga lo va a echar casi que seguro, pero también me va a caer a mí la bronca por traer gente al piso y por estar a solas con un chico. Ya me lo veo venir.

Paso de meterme en mi habitación con este. Así que me dejo caer en el sillón del salón y saco el portátil de la bolsa de clase. Este parece querer protestar. Pero le echo una mirada de "no me cabrees o te echo de aquí, te saco del grupo y hago el trabajo yo sola suspendiendo tú la asignatura", y no dice nada. Simplemente se sienta en el sofá y saca a toda paciencia su ordenador.

Si os dijera que no creo que haya pasado ni media hora cuando fantaseo con cortarme las venas, no sé si me creeríais. Pero es la verdad. Este tipo es insufrible. No hace más que decir tonterías y nada sobre el trabajo que tenemos que hacer. Me va a explotar la cabeza como siga así mucho tiempo más.

Mirad que soy tranquila por lo normal. Pero también tengo mi genio. Así que dos horas más tarde, cansada de solo hacer el trabajo yo, mientras mi compañero solo sabe hablar como un loro, e interrumpir todo lo que hago. Estoy a punto de gritarle hasta cansarme y sacarlo a empujones del piso. Pero no me hace falta sacar mi fiera interior. No, porque entra Àlex en casa. Primero contento. Pero la felicidad dura 3 segundos. Hasta que ve al individuo sentado en nuestro sofá.

-¡¡FUERA!!- grita Àlex señalando a mí compañero y luego a la puerta que todavía no ha cerrado.
-¿Cómo?- se atreve a preguntar.
-¡¡FUERA DE MI CASA!!
-¿Pero qué le pasa a este?
-ESE es mi hermano. Y te recomendaría hacerle caso y salir ya. Eso sí no quieres acabar sin algunas partes de tu cuerpo antes de que te lance por la puerta para afuera.
-¿Qué?
-¡¡TE HE DICHO QUE TE LARGUES DE AQUÍ!!

Esta vez parece que lo pilla. Coge el portátil y la mochila y luego desaparece.

Y luego aguanto la lluvia de improperios que me lanza Àlex. Y no le interrumpo. Sabía cómo iba a reaccionar. Además, yo también quería echarle de aquí de una vez. Al menos ahora no me podrá decir que YO soy una bruta. Ha sido mi hermano el que le ha echado.

-¿Has terminado?- le pregunto cuando parece más calmado.
-No.
-Gracias.
-¿Qué?
-Gracias por echarlo. Me estaba volviendo loca. Si hubieras tardado dos minutos más me habrías pillado dándole ostias para que se fuera de aquí. Sabía que no era buena idea traerle. Pero me ha vuelto loca hasta acceder a que podíamos trabajar aquí. Pero no ha hecho nada, y tampoco me dejaba a mi avanzar con el trabajo. Así que me ha faltado muuuy poco para echarlo yo misma. Y no, no le he traído para acostarme con él. Si fuera así habríamos estado en mi habitación, no aquí en el salón. Y ahora voy a mandarle un correo al profesor. Espero que me cambie el compañero o que me deje hacer el trabajo sola. No quiero seguir en pareja con este tío.

Termino de hablar, me levanto del sillón, y me voy a mí habitación. Àlex se ha quedado de pie con la boca a medio abrir y medio cerrar. Y por suerte no me sigue de inmediato. Aunque si viene a mí habitación más tarde.

-Lo siento.
-¿Por llamarme puta o algo parecido?
-Sí.
-No pasa nada. Supongo que yo también estaría preocupada si mi hermana de 16 años estuviera sola en casa con un chico que no parece muy agradable. Aunque sepa que sabe defenderse sola, y que no quiere nada con ese chico.
-Vale. Lo he pillado. ¿Me perdonas? Papá quería que te protegiera, y se ve que me he pasado con lo de protegerte. Pero tienes razón, te conozco perfectamente y sé que no harías algo así. Pero también es que, aunque me fie de ti, no sé si me puedo fiar de ellos. ¿Me entiendes?
-Claro que lo entiendo. Por eso no te he dicho nada sobre gritarle a ese idiota.
-¿Te ha intentado hacer algo?
-No.
-Ven aquí, hermanita.

Me acerco a él, me abraza y así estamos un rato. Hasta que decidimos separarnos y seguir cada uno con nuestras cosas. Y además prometemos no meternos en las cosas del otro. Si veo necesario que me ayude, ya se lo diré.

Decidí Elegirme (DD 2) (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora