Domingo

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Estaba segura ahora.

Iba a hacerlo, ese día.

Ya había estado todo el día anterior pensando en todo, en qué quería con Lisa y en qué sentía por ella.

Y ahí llegó a la conclusión, le gustaba, mucho.

Desde su molesta personalidad hasta su más hermosa sonrisa. Se había carcomido la cabeza durante horas pensando en razones por las cuales esos sentimientos son algo más y razones por las cuales no.

Y definitivamente hubieron muchas más en la primera categoría.

Tragó.

Era una mañana de domingo normal, el último día de la caótica pijamada con sus amigas.

Estaban todas mirando una película antes de cada una irse y seguir su rumbo.

Lisa se encontraba con su cabeza en el hombro de la castaña.

—Lisa... —llamó en voz baja, la menor levantó la mirada.

—Dime.

—¿Quieres salir conmigo un momento en la tarde? —las mejillas de Lisa se enrojecieron, pero aquello no se notó por el ambiente oscuro de sala de películas.

—Claro —asintió con una sonrisa.

Jennie plantó un pequeño beso en su mejilla, haciendo el corazón de ambas latir frenéticamente.

—Te buscaré en tu casa luego de que te arregles, por ahí de las cinco, ¿si? —Lisa asintió y se abrazó al brazo de esta, volviendo a mirar a la pantalla.

***

Limpiaba constantemente el sudor de sus manos con el pantalón que cargaba puesto, mientras esperaba impaciente a que su mejor amiga pasara a por ella.

¿Le daría una respuesta?

No, no puede ser. Es muy rápido. Quizás solo es una pequeña salida de domingo casual.

El timbre sonó y se sobresaltó. Tomó con rapidez y torpeza su bolso y sus cosas y corrió hasta la puerta.

Una vez se paró en frente de la madera, suspiró y acomodó un poco su cabello.

¿Qué estaba haciendo? No es como si fuese a ir a una cita.

Pero un "Te ves linda" de Jennie no estaría mal...

Suspiró, intentando alejar el calor de rostro ante haber imaginado aquello y golpeó suavemente sus mejillas para despertarla de su propio sueño, y nuevamente el timbre la hace sobresaltar.

Abrió, sonrió al ver a su mejor amiga al otro lado y se sonrojó al ver su cabello suelto y alborotado, seguramente secado al aire.

—Creí que te pondrías lo primero que vieses —sonrío y Lisa se arrepintió. ¿Se notaba mucho que quería algún cumplido suyo?—. Tranquila, te ves preciosa.

Ella la miró con ojos abiertos y mejillas, rojas, sorprendida y, al darse cuenta de lo que dijo, Jennie también se sonrojó.

—G-Gracias —se abofeteó mentalmente ante su propio tartamudeo.

La otra recuperó la compostura y estiró su mano hacia la tailandesa.

—Vamos —Lisa, disimuladamente, limpió el sudor de su mano y tomó la de su unnie, con una pequeña sonrisa incapaz de borrarse y rubor en su rostro.

Cuando la rubia cerró la puerta y caminó hacia ella, Jennie se acercó y plantó un repentino beso en su mejilla antes de empezar a caminar juntas, dejando a Lisa con un fuerte rojo en su rostro que se posó en ella segundos después.

21 besos; jenlisaWhere stories live. Discover now