sabor del cielo en tu sangre | Wonchan

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Chan se encontraba sentado en el marco de la ventana de su alcoba, admirando los relámpagos y rayos que la tormenta dejaba a su paso, el cielo se iluminaba con cada destello y los cielos parecían derrumbar con cada sonido de truenos.

Una de sus nanas entró para tender otro cobertor en su cama, así no pasaría frío por el resto de la noche. Luego tomó un cepillo de cabello y con un gesto hizo que Chan se acercara y entrara en su cama, le peinó el abundante cabello rubio, para que al terminar le aplicara aceite de vainilla y jazmín para que esas fibras doradas no perdieran el brillo ni se maltrataran.

Al irse, la nana, apagó el candelabro que iluminaba la alcoba. Chan miró por un largo rato la cortina que cubría la ventana, viendo nada más que el reflejo de la luz de tormenta. Suspiró desconcertado y con el corazón apesumbrado se dispuso a dormir.

Sin embargo, no pasó más de un minuto cuando algo helado cayó en sus mejillas, eran gotas de algo. Al abrir los ojos un par de rubíes afilados se toparon con sus brillantes esmeraldas, casi grita del susto, más aún, Wonwoo atrapó sus suaves belfos en un beso ardiente y demandante; una día sin verse era mucho para sus almas anhelantes.

Así pasaron la noche, entre caricias ambiciosas y besos que quemaban como el fuego. Al día siguiente, las criadas en la cocina, se reían divertidas de la "travesura" del príncipe menor, comentado que temprano en la mañana la nana del mismo se llevó una gran sorpresa al encontrar al príncipe de pie encima de la cama partida, todo porque este "no se midió y saltó de más".