Capítulo XI

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Después de esa noche en la que no entendía a que entrenamiento se refería, el día llegó. Tres pequeñas niñas llegaron al cuarto de Sabito y Sanemi anunciando que era hora entrenar, cuando ellos por fin se levantaron, los guiaron hasta la sala de entrenamiento donde lo primero que viero al entrar fue a Shinobu junto a Aoi.

—Bien, como es tu primera vez Sabito-kun te explicaré, primero pasarás con las chicas para que te ayuden a estirar. —Señaló hacia unos futones donde estaban las niñas. —Después pasarás por entrenamiento con las tazas, se ayudaran entre sí y por último lo harán contra Shinobu, ¿entendido? —Se volteó a mirar a Sabito quien asintió.

Así el entrenamiento de los chicos empezó Shinobu los vigilaba e indicaba cuando el turno terminaba, los cazadores entrenaban juntos, ambos tenían que atraparse, para ella estaba claro que Sanemi tendría mejores reflejos que Sabito, pero, era sorprendente lo rápido que se adaptaba Sabito, él estuvo cerca de alcanzar a Sanemi en muchas ocasiones.

"Sabito-san tiene un aguante increíble, pero aún le falta..."  

(...)

La noche había caído, Sanemi y Sabito compartía cuarto junto con Giyuu, pero esa noche, Shinobu estaba con ellos curando y vendado sus heridas.

—Sabito-san.

—¿Qué sucede? —Preguntó Sabito.

—¿Tú usas la respiración de concentración total siempre? —Preguntó Shinobu.

—No... ¿eso es posible? —Preguntó desconcertado mientras acostaba a Giyuu en su respectiva camilla.

—Por supuesto que sí, creí que Shinazugawa-san te diría. —Ella estaba vendando a Sanemi, así que apretó mucho la venda, haciendo que el albino saltara de dolor.

—Auuuuuch. 

—Eres un grosero Shinazugawa-san, ayuda a Sabito-san!

—¿Porqué tengo que hacerlo yo?

—Porque también es tu amigo.

Sanemi se quedó callado, estaba procesado la palabra "amigo", se apenó tanto que le quitó la mirada, se acostó en su camilla en cuanto Shinobu soltó la venda. 

—Mañana entrenaremos.

La muchacha guardó las vendas y sonrió, era consciente lo tímido y terco que podía ser Sanemi. 

—Entiendo, gracias Sanemi. Daré todo de mí. —Exclamó Sabito con su sonrisa que iluminaba toda la casa.

(...)

—Hah!! ahhh... No puedo hacerlo... —Jadeó de cansancio.

—No seas tonto, tienes que hacerlo eso es lo básico. —Gruñó Sanemi mientras colocaba una calabazas en el lugar.

—¿Para qué es eso? —Preguntó Sabito mientras jadeba. 

—Nosotr... bueno...  yo... entrenaba con Kocho con esto. —Le señaló la calabaza.

—Ehh... —Sonrió. —Así que ayudaste a Kocho con su entrenamiento.

Hubo un corto silencio incómodo. 

 —Bueno... algo así, pero no importa tienes que soplar hasta que exploten.

Sabito lo vio con una mueca de sorpresa, estaba esperando a que Sanemi dijera que era broma.

—No es broma, ahora sopla. —Gruñó Sanemi. —Lo harás siempre que puedas.

—¿¿¡¡Eh!!?? Pero esta calabaza es muy resistente. —Habló con miedo mientras golpeaba despacio la calabaza.

Kimetsu no Yaiba: Universo alternativoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora