CAPITULO DOS: CENICIENTA
Amelia sonrió antes de cortar la llamada. Había estado hablando con Luz y tenía muy buenas noticias. Nico había encontrado a Cristóbal y a Malvina, y ya había nacido la hija de ambos, Luz no le quiso decir el nombre ya que Nico quería que sea sorpresa.
La rubia salió de la cabaña, ya que para hablar con su hermana quería privacidad y las chicas le habían dicho que vaya a su cabaña y hablará tranquila.
Caminando se encontró al chico de ojos bonitos, estaba sentado en el pasto y cuando él la vio a ella, inmediatamente se levantó y dejó de hablar con el coordinador. Ella bajó un poco la velocidad y él se acercó a ella.
–Hola. –la saludó él.
–Hola. –dijo ella con una sonrisa.
–¿Le acomodó el auto señorita? –preguntó entrando en el papel que le había asignado Amelia, literalmente ella había inventado todo un personaje sobre él.
–Qué, ¿No era un jueguito? –ella sonrió divertida.
–No me diste tiempo a explicarte nada. –se quedaron en silencio mientras él intentaba recordar el nombre de la rubia. –¿Cómo era tu nombre? No lo registre.
–Ah, ¿No lo registraste? Averigualo entonces. –El sonrió y negó.
–Estas conchetas son insoportables. –bromeó y ella le golpeó el hombro suavemente.
–No, no, para, para. Mira Arrachaleta o como sea que se diga –el río por cómo había pronunciado su apellido.– vos no me conoces y no podes decir que soy ni concheta, ni hueca. –sonrió segura de sí misma y le guiño un ojo. El dio un paso más cerca de ella.
–¿Entonces te puedo conocer? –ambos se quedaron en silencio mientras se veían a los ojos. El cielo intenso y un mar peligroso, solo que uno tenía algo que lo diferenciaba del otro, el mismo color, diferente sentimiento.
Ambos cortaron el contacto visual cuando Amelia sintió que la llamaban, eran Rama y Tacho.
–Vamos que en cinco llama Nico. –Rama habló primero interrumpiendo el momento de ambos adolescentes.
–Si, si, eh, bueno yo me voy a... –Amelia no pudo terminar la frase ya que Tacho la agarró por la piernas para alzarla a su hombro y llevarla.
–Vamos que van a tener todo el año para verse… –dijo Tacho y se la llevaron y cuando estuvieron lejos del morocho, Amelia les dio un golpe a cada uno, ambos se quejaron.
–Y después se quejan si les cortó el chamuyo. –dijo Lía y los chicos negaron.
–Lia llegaste al boliche y te largaste a llorar diciendo que "mamá" estaba en coma, que necesitábamos ir al hospital a apoyarla y estar con ella, y todo porque necesitabas plata para la barra. –Amelia río cuando Tacho mencionó aquella ocasión. Rama negó divertido.
–Fue una sola vez, Tachin. –ella le sacudió el pelo y el se alejo mientras negaba.
–La mina estaba buenísima. –Tacho lamentó mientras que Amelia hacía una mueca falsa de culpa. Rama negó riendo ante la conversación que estaban llevando.
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Estaban ensayando en el medio del bosque para más privacidad. Pero fue todo un desastre. Literalmente de notaba que habían dejado de bailar ya que estaban uno más duro que el otro.
Amelia y Jazmín no coordinaban los pies. Rama y Mar se confundían con izquierda y derecha. Thiago y Tacho golpeaban a las chicas ya que no median la fuerza al hacer los pasos.
Cada uno iba aportando sus ideas y pasos de bailé, pero como todos tenían estilos diferentes mucho no encajaban.
Terminaron haciendo algo totalmente diferente a lo que había estado haciendo, pero a ninguno le disgustaba es más, estaba mucho mejor que la mayoría de las propuestas. El baile que habían creado tenía todos los estilos, pero combinados unos con otros.
Ahora estaban cada uno por su lado, preparándose para la competencia. Jaz estaba en el spa, quería hacerse una sesión de masajes. Mar y Lia estaban yendo a la cabaña para cambiarse, y los chicos estaban en el mar nadando con unas chicas de la playa.
Cuando la rubia y morocha entraron a la cabaña vieron a Morena y a Tefi. Curiosamente Morena se acercó a Amelia y le pasó una carta.
–Toma, la dejaron en mí cama. Es para vos. –dijo rodando los ojos, con su aire desinteresado que siempre llevaba cuando estaba cerca de Amelia.
–Bueno… gracias. –recibió la carta un poco confundida y la abrió.
“Te espero ahora en la habitación escondida. B.” Amelia se sintió confundida. Sabía que era Benicio, pero no entendía para qué quería verla.
Salió y emprendió camino hacia aquella habitación que estaba un poco más alejada de las cabañas. La habitación escondida era un cuartito muy chico en donde guardaban todas las cosas del campamento, en realidad el nombre "habitación escondida" se lo habían puesto Amelia y Benicio ya que una vez jugando a las escondidas él se quedó encerrado en esa habitación y Amelia lo había empezado a molestar acerca de eso.