Me desperté, y me incorporé. Observé dónde estaba y tardé dos segundos en recordar. Me desperecé como un gato, y al no ver a Jeff por ninguna parte, me cambié. Saqué unas galletas y mi móvil de mi mochila. Escondí dicha mochila en una esquina en la penumbra, por si entraba alguien, aunque era algo que dudaba.
Me lavé en el río, y miré mi reflejo. Estaba horrible. Distorsioné mi cara metiendo la mano en el arroyo y moviéndola enérgicamente. Cuando el agua se volvió a calmar, a través del reflejo observé a Jeff, que me miraba con interés.
- Qué quieres - dije secamente.
- Absolutamente nada - dijo con una sonrisa siniestra.
- Me voy ya. Déjame en paz- contesté borde.
Tardé un rato en salir del bosque. Cuando llegué al instituto, ya me había saltado una hora de clase. Entré cuando el profesor salía. Las clases se me hicieron largas y aburridas. Menos la de literatura, obviamente.
Comí en la cafetería, sacando algo de dinero de mis bolsillos.
- ¡Hola Martha! - me gritó alguien por detrás.
- Hola Michell - saludé sin volverme. Era él siempre, obviamente. Nadie más se hubiera dignado a saludarme.
Y en efecto, era Michell.
- Te fui a buscar esta mañana a tu casa - comentó - Y la puerta de atrás estaba abierta, como de costumbre - añadió.
- ¿Y? - pregunté.
- Había un cadáver en la puerta de tu cuarto - susurró - ¿Cómo has llegado a ese extremo? ¿Cómo es que lo has matado, Martha?
Abrí mucho los ojos.
- Deja que te exp...
- Martha - me interrumpió - Yo te quiero igual, pero creo que deberías ver un psicólogo.
- Michell te digo que...
- Sé que tenías motivos pero... - volvió a interrumpirme.
Indignada, me levanté con lágrimas en los ojos y le dediqué una mirada odiosa.
- No me juzgues. No tuve por qué ser yo - le dije. Salí de allí, oyendo cómo gritaba mi nombre y corría detrás de mí.
Estaba enfadada. Que mi padre estuviera muerto no era mi culpa. Bueno, en parte sí, porque tampoco tenía muchas ganas de impedir que Jeff lo asesinara. Pero eso Michell no lo sabía. Ya había afirmado que era yo quien lo había matado. Y era injusto. Que ahora vaya a convivir con un asesino no significa que yo sea una asesina también. ¿O lo sería en un futuro? ¿Me volvería loca también?