Capítulo 24
Los primeros rayos se atrevían a entrar por las rendijas de los filamentos de la persiana de la habitación. Por primera vez en días, los dos inspectores de homicidios dormían plácidamente toda la noche sin sobresaltos. David se despertó incluso antes de que sonará la alarma del despertador.
A su lado, el pelo ondulado de Aida acariciaba su hombro. David se recostó observando a su pupila más aventajada desde una posición privilegiada, mirándole el rostro angelical descansando con una respiración suave.La imagen que procesaron los ojos del inspector, le llenó a primera hora de la mañana.
Aida tenía algo especial. El contorno de su rostro transmitía algo que no supo cómo explicar, provocándole un ligero escalofrío recorriendo la totalidad de su espalda.
Pasó los dedos por el lateral de la cabeza, llevando los pelos traviesos detrás de la oreja. Aida sintió las caricias continuadas viajando sus sentidos a un mundo de paz en el que se encontraba su cerebro.
Comodidad y felicidad por partes iguales sonriendo sin saberlo ante la mirada de David.La alarma tardó menos de lo que le hubiese gustado al inspector, sacando a Aida de ese mundo dónde solo podía llegar ella cada noche. A ese lugar donde nadie más puede destruir tus sueños y siempre puedes encontrarte con las personas que han desaparecido dejando aún su luz latente en los que nos quedamos o incluso con la persona que palpita tu corazón sin descanso dormido o despierto.
Allí, siempre lo encontraría. Y Aida, ahora, se hallaba en ese sitio especial antes de sonar aquel despertador.
Poco a poco, la imagen que su cerebro reflectaba dentro de ella unos segundos antes, se fue diluyendo mientras la inspectora abría los ojos.
Sintió las caricias suaves en el pelo recorrer la parte de la cabeza que no descansaba sobre la almohada. Desde la sien, hasta detrás de su oreja.— Solo te falta ronronear. — Le dijo David mirándola de una manera especial. De esa manera especial que se miran los enamorados.
— ¡Buenos días!. — Dijo Aida desperezándose. — ¿He roncado mucho?. — Preguntó seguidamente.
— ¿Roncar?. — David se mofó sin dejar de acariciarla. — No roncas, respiras suave.David no quería añadir términos como 'mi amor' o 'cariño'. No sabía con seguridad hasta dónde llevaba aquello que empezó la noche pasada y no pretendía cagarla bajo ningún concepto. Pero si sabía algo a ciencia cierta. La noche después del sexo, y esa mañana mirando mas de media hora a su compañera, provocó en él algo que no sentía desde la ruptura con Esther.
Aquella ruptura, lo marcó. Lo marcó de tal manera que se prometió a si mismo no volver a enamorarse de una mujer. Pero esa especie de celibato sexual había llegado a su fin. Lo que sintió por la inspectora mientras ella respiraba suave mirando para él, con el brazo por encima de su cintura, activó en David ese chip que llevaba sin corriente demasiado tiempo.
— Deberíamos movernos. ¿Tal vez nos esperan?. — David le dio un beso en la comisura de los labios antes de intentar levantarse de la cama.
Aida, perspicaz, como buena policía que era, supo por las dudas que pasaba su jefe. Lo asió por el brazo izquierdo, apoyado aún en la cama, llevándolo hacía ella con un movimiento sutil.
David se dejó llevar hasta encontrarse con los labios de Aida en un beso perfecto.
Cinco minutos más mirando el techo de la habitación en silencio transportaba la mente del inspector jefe a otro lugar, mientras Aida jugaba a hacer dibujos en el pecho del inspector.— Deberíamos ir a la comisaria. — David miró a su compañera encontrando una sonrisa de felicidad cómplice en ella.
— Deberíamos. Sin duda. — Contestó Aida sin dejar de jugar con el pecho de David sonriendo.El teléfono del inspector rompió la magia que comenzaba a apoderase de la situación, sabedor a donde llevaba aquel juego.
David estiró el brazo observando el número de la comisaría. Pulsó el botón verde del Nokia contestando la llamada.
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La caja
Mystery / ThrillerUn hombre extraño aparece en la vida de la pequeña Alicia. En una mano porta una pequeña caja de música con una manivela y un único botón. ¿Será capaz de sobrevivir a la presión que está por descubrir su cerebro de niña?. Precuela de la próxima obra...