🔥31.

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Agradezco haber venido desde el comienzo con mi cabello suelto en ondas, pues, cabalgando se ha agitado tan sólo un poco.

Hace unos segundos se ha bajado del corcel y ha abierto la puerta del palacio por lo que yo decido bajar apresuradamente del caballo y correr hacía él. Una vez dentro me prohibo correr, el pasillo está vacío y la puerta que da al baile real está cerrada.. ¿Ya estará dentro del salón? 

Con el ceño fruncido dejo salir un suspiro pesado y me dirijo a uno de los tres espejos ubicados en las paredes, me observo y arreglo cada pequeño detalle que para mí, está desaliñado;  Decidida a entrar al salón me dirijo hacía la puerta pero soy jalada por mi brazo izquierdo hacía otro pasillo oscuro.  
Mis ojos se tornan en llamas y sin pensar mis uñas filosas se liberan en defensa pero mi boca es cubierta por una mano cálida y luego los ojos oceánicos me alumbran pero lo raro es que instantáneamente me he tranquilizado, me siento en calma por un momento, mis sentidos alarmados se han apagado.

— ¿Por qué tus ojos se han tornado naranja flamante? —pregunta con un tono curioso.

Yo sólo siento como nuestros cuerpos se rozan y mi piel arde, hace cálor.

— ¿Qué hacemos aquí? ¡Devuelveme mi..! —me cubre la boca nuevamente pero le muerdo y el se queja levemente. 

— No me esperaba ese ataque de tu parte, tigresa, apaga tus alarmas que aquí no hay peligro.

— Devuelveme mi corona, Maleducado. —ordeno con voz hostil.

Una luz tenue nos permite vernos con poca claridad, el toma la corona y la deposita con delicadeza sobre mi cabeza observandome con detenimiento, siento que tiene ganas de hacer algo más pero yo solo tengo ganas de romperle la máscara.
Sus ojos me detallan con profundidad y yo sólo deseo que lo dejé de hacer, me inquieta saber por qué lo hace siempre.

— Deja de verme. —exijo con ansiedad.

Escucho su risita grave chocar con la máscara. 

— Cuando tú también dejes de hacerlo, amargada. 

Volteo mis ojos, siento mis mejillas arder por alguna tonta razón por lo que tomo los bordes de mi vestido para huir de su presencia que sólo me revuelve el estómago.

Pensando en cómo él se transformó en un león me inquieta, ver sus ojos alumbrar en la oscuridad me inquieta aún más, son como los míos cuando estoy enfadada y también son como los del vampirito muerto.

¿Será otra especie? Me quedo al frente de la puerta del salón que da la bienvenida al baile real, pensando varias veces si debería entrar o buscar respuestas a mis preguntas.

— Si tú no entras, entonces lo haré yo.

Siento su perfume inundar mis fosas nasales para luego ver como empuja la puerta levemente y está se abre para darnos paso, él se adentra al salón y me regaño por no haberme quedado y obligarlo a brindarme información de su extraña transformación, se suponía que sólo yo me convierto en un animal.

Lo veo perderse entre la multitud así que yo también decido entrar disimulando no haber entrado después de él. 

— ¿Dónde estaba, Majestad? Me preocupé por su bienestar. —Lawrence se hace a un lado de mí.

Dejó salir un suspiro pesado. 

— Huyendo de este lugar para encontrarme con otro que me ha dejado mucho peor.

— ¿Se encuentra usted bien? —pregunta exaltado.

Asiento para no decir nada que lo confunda mucho más.

La Reina en LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora