Capítulo 19

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Había decidido ir al club. Finn estaba más que bien y aunque no quería dejarlo solo, Sally se ofreció a llevarlo a donde ella se está quedando ya que su mejor amiga es veterinaria.

Decidí dejarme de rodeos y volver a esos tiempos donde usaba faldas ajustadas y cortas. Llevo una falda engomada de color negro con un top blanco bastante corto, unas botas negras hasta las rodillas y una red bastante provocativa. Sí Millel me sacó la costumbre de vestirme como quiero, los hermanos me están demostrando que con vestidos y cosas cortas también soy yo y soy mucho más hermosa.

— ¿Lista mujer Minions?

— ¿Listo padre de familia?

Abro un poco los ojos cuando me encuentro a Jack frente a mí. Jamás lo había visto con un pantalón de jean tan holgado y a su vez justo. Lleva una camisa desprendida azul obscura mientras se prende su reloj de oro en la muñeca izquierda.

— La primera vez que te veo con eso— señala mí ropa—. Y no me gustaría dejar de verte así.

— ¿Estás dándome un cumplido?

— Como cada maldita vez que te veo. ¿No es así?— asiento satisfecha.

— Me alegro de que alguien me de esos cumplidos.

— Todos mis hermanos te dan cumplidos al igual que yo. ¿No recuerdas?

— Los tengo presente a todos en todo momento.

 — ¿Y sí te beso?— susurra.

— ¿Cómo?

— ¿Y sí te beso? ¿Me corresponderías tal acción impetuosa?— me quedo petrificada oyendo cada cosa que sale de su boca, que por cierto es perfecta.

— ¿Quieres hacerlo de verdad?— asiente—. ¿Qué te detiene?

— La ética.

— ¿De verdad?— confima con un movimiento—. ¿Puedes dejar la ética?

— Puedo darte un beso.

— No me molestaría en lo absoluto, señor.

Y con eso todo se fue a la mierda, de nuevo.

Sus manos fueron a mí cintura y sin previo aviso me pegó a la pared. El beso no era común y corriente, era un beso fugaz y necesitado. Jack aprovechaba cada situación para hacerlo más caliente y apetecible. Saboreaba cada parte minúscula de mí boca y yo intentaba acostumbrarme al ritmo de la suya, quería hacerlo.

Si mano bajó a mí muslo trasero y levantó mi pierna dejándola sobre su cadera, se veía todo lo que siempre me había interesado en ocultar. Sus manos acariciaban todo mí cuerpo sin dejar una parte y eso me encantaba, sentir su tacto aunque fuese una vez cada tanto.

No es lo mismo un beso en la mejilla que su mano acariciando toda mí piel sin pudor alguno.

— Eres jodidamente hermosa y caliente. ¿Lo sabías, no?

— ¿Eso crees?— pregunto confundida y cohibida por la excitación.

— Eso lo sé, Lany. Eres una mujer jodidamente perfecta por fuera y por dentro.

— ¿Eso lo dices porque te di un beso?— niega con una sonrisa.

— Lo digo porque lo he comprobado, y no sólo yo— su sonrisa se ensancha.

— ¿Quién más?

— ¿Te los enumero?— asiento en silencio—. Matthew, Terrence, Nelson, Guzmán, Gustavo, Uriel, Lence, Klaren y Daniel. Yo ya estoy incluido, Lany.

Lany y sus diez demonios ✓ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora