Capítulo 50 - Branquialgas.

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— Nos dijiste que habías descifrado el huevo hace dos semanas — le recriminó Hermione a Harry mientras mirábamos el paisaje desde el puente de madera por el que se entraba a Hogwarts — Quedan dos días para la prueba.

— ¿Sí? No tenía ni idea — dijo Harry con ironía, claramente nervioso — Supongo que Viktor ya lo ha descifrado.

— No lo sé, no hablamos nada del Torneo — respondió Hermione — En realidad no hemos hablado. Viktor es solo físico.

— Una pena — dije yo, apoyando el codo en la barandilla de madera — pierden mucho atractivo cuando no tienen un minimo de inteligencia o cuando no se puede hablar con ellos.

— Lo se — dijo Hermione, soltando un suspiro y sonriendo mientras Harry y yo la mirábamos, sonriéndole.

— Quiero decir, no es precisamente locuaz — dijo Hermione, intentando defenderlo mientras los tres empezábamos a reírnos — Se limita a verme estudiar. Y es muy molesto, la verdad.

— Al menos lo intenta, ya es más de lo que hacen algunos — dije yo, soltando un suspiro.

— Oh, yo creo que algunos si lo intentan, todos lo vimos ¿verdad Harry? — dijo Hermione, burlona.

— Oh, sí. Ya creo que lo vimos, lo vio todo el colegio — dijo Harry, sonriendo con burla.

— ¡Venga ya! ¡No os riais de mí! — dije riéndome — Es muy pesado a veces, pero... Da igual. Harry — le llamé, intentando desviar el tema — el huevo ¿Intentas descifrarlo?

— ¡Cierto! Lo estás intentando ¿no? — le preguntó Hermione, aun sonriendo.

— ¿Qué insinuáis con eso? — preguntó Harry.

— Que el Torneo está pensado para probarte de la manera más brutal. Es casi cruel — dijo Hermione con preocupación.

— Estamos asustadas por ti, Harry — le dije, mirando a Hermione, que asintió.

— Estamos preocupadas, somos tus amigas — Añadió Hermione — Venciste al dragón a base de nervio. No estoy segura de que eso sea suficiente esta vez.

— Esta claro que las pruebas requieren conocimientos que superan los nuestros ahora mismo — dije, frunciendo las cejas — Esta pensado para los de séptimo año, que ya están terminando sus estudios.

— ¡Potter! — le llamó Cedric a Harry, que empezó a alejarse.

Hermione y yo nos miramos, cogiendo nuestras mochilas y volviendo al castillo después de echarles una última mirada.

— ¿Qué querrá de Harry? — pregunté, mirándolos mientras nos alejábamos.

— No lo sé — dijo Hermione, preocupada.

Harry vino corriendo hacia nosotros, que estábamos sentados en la sala común.

Aún tenía el cabello mojado y apretaba el huevo dorado contra el costado.

Según él, Cedric le había dicho que fuera con el huevo a los baños de prefectos del quinto piso, donde metió el huevo bajo el agua y escucho el mensaje en vez de los chillidos que se oían fuera del agua y que casi nos había dejado sordos a todos los Gryffindor.

— Dímelo otra vez — dijo Hermione desde el otro lado del pasillo de la biblioteca.

Ron estaba sentado sin mirar a ninguna parte en concreto y Harry estaba con la cabeza apoyada en un libro, con cansancio despues de estar todo el día buscando información.

— "Donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos" — recito Harry con voz cansada por decima vez.

— El lago negro, es obvio — dijo Hermione.

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— "Una hora tendrás que esperar" — dijo Harry.

— También obvio, aunque eso sí, potencialmente problemático — dijo Hermione.

— ¿Potencialmente problemático? ¿Cuándo te has pasado una hora bajo el agua sin respirar? — dijo Harry.

— Escucha, Harry, entre los cuatro se nos ocurrirá algo — dijo Hermione.

— ¡Esperad! — exclamé — ¡Eris!

— ¿Qué tiene que ver Eris con todo esto? — preguntó Ron.

— Estuvo en España el año pasado ayudando a cultivar branquialgas — dije emocionada — ¡Branquialgas! Esa es una solución.

— Lamento interrumpir la sesión de genios, pero la profesora McGonagall quiere veros en su despacho — dijo Ojoloco, apareciendo de la nada — No a vosotros, Potter y Black, solo a Weasley y a Granger.

— Pero, señor, la segunda prueba es dentro de unas horas y — empezó a decir Hermione.

— Exacto. Presumiblemente Potter está ya bien preparado — dijo Ojoloco — y le convendría dormir bien esta noche. Andando. Ya.

— No os preocupéis, ya me quedaré con Harry — le susurré a Hermione.

— ¡Longbottom! — exclamó Ojoloco mirándome fijamente después de haber mirado a Harry con detenimiento — ¿Por qué no ayuda a Potter y a Black a colocar los libros?

Y dicho eso se fue.

— El problema es donde encontrar branquialgas — le dije a Harry cuando Ojoloco se había alejado — son muy difíciles de conseguir aquí, sobre todo estando en Hogwarts y con solo unas horas hasta la prueba.

— ¿Estais hablando de branquialgas? ¿Para que las quereis? — pregunto Neville.

— Harry tiene que estar sumergido en el lago negro durante una hora, pero no sabemos como conseguirlas — le dije a Neville.

— ¡Es una idea genial! Yo sé dónde conseguirlas para mañana — dijo Neville.

— ¡Genial! ¿Dónde? — preguntamos Harry y yo.

— No os preocupéis, mañana os las llevo antes de que tenga que sumergirse Harry — dijo Neville mientras nos ayudaba a guardar los libros en su sitio.

A la mañana siguiente fuimos hacia el lago Harry y yo, ya que Hermione y Ron no habían aparecido desde la noche anterior que se habían ido con Ojoloco de la biblioteca.

Neville llegó corriendo hacia nosotros y sacó a escondidas de su bolsillo unas cuantas branquialgas que le dio a Harry con disimulo.

— ¿Estáis seguros de esto? — preguntó Harry, no muy convencido.

— Absolutamente — dijo Neville.

— Al cien por ciento — dije yo — te recuerdo que mi madre es herbologísta y pocionera y que mi hermana quiere ser herbologísta y medibruja.

— ¿Pero para una hora? — preguntó Harry.

— Más o menos — dijo Neville.

— ¿Más o menos? — preguntó Harry, asustado.

— Existe cierto debate entre los herbólogos acerca de sus efectos en agua dulce y en agua salada — dijo Neville.

— La duración del efecto de las branquialgas depende de si el agua es salada o dulce, pero no se sabe el tiempo exacto — añadí — o eso dice mi hermana.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora