Donde una mujer pelirroja de ojos heterocromicos especiales y superpoderes inimaginables, es condenada a reevivir su adolescencia cuando una misión secreta sale mal.
Sin imaginarse que años después, una familia disfuncional trae consigo el fin del m...
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ALGÚN TIEMPO DESPUÉS; las hermanas Sparrow se encontraban preparando el vestido de Sloane en la habitación, cociendo los últimos detalles.
—Aún no me decido... —dijo la castaña con duda, mirando detalladamente los aretes que Alessandra le había dado—. ¿Largos o cortos?
—Te los di para que tu eligieras —le respondió la pelirroja, observándose en el espejo del tocador—. Aunque admito que los largos te quedarían de maravilla.
—Pues esos serán, entonces —asintió satisfecha, dejándolos en la cama a su izquierda.
Las dos chicas disfrutaban de la música proveniente del piso de abajo, de un momento a otro se sintieron relajadas y tararearon una que otra canción mientras preparaban lo que se pondrían en la noche.
Aunque la adolescente no podía evitar sonreír de vez en cuando al escuchar a Cinco cantar junto a su familia, divirtiéndose.
De repente, Ben hizo acto de presencia, entrando al cuarto tranquilamente.
—Así que es oficial —comentó al ver a Sloane terminando su trabajo—. Me duelen los oídos y el idiota de los cuchillos no sabe cantar —se miró en el espejo a un lado de la menor.
—Diego. Sabes que se llama Diego —lo corrigió la castaña.
—Como sea.
—Deberías intentar ser amable con él y el resto.
—¿Por qué haría eso?
—Como quisiera resolver tus problemas de ira, Ben —Alessandra lo miró con diversión—. Pero no puedo, la boda es en una hora y debo de ayudar a nuestra hermana a arreglarse.
—Fei está muerta.
—Lo sabemos.
—¿Nada más? ¿Le darán la espalda a la Academia Sparrow? —negó él, ofendido—. Oyeron a papá. Debemos entrenar. Está por suceder algo importante.
—Ojalá estuvieras hablando de mi boda —dijo Sloane con tristeza.
—De acuerdo —el asiático se sentó en la cama, cruzándose de brazos—. Escúchen...
—No, tú escúchame a mi —la castaña dejó su vestido a un lado, tomando las manos de Ben—. Lamento que no te invitaran a la despedida.
—Eso no me importa.
La pelirroja soltó un sonoro suspiro, cansada de la actitud de su hermano.
—Por supuesto que sí. Te importa más que lo que pasó con Fei y los demás. Incluso más que salvar al mundo.
—Eso es... —soltó una risa nerviosa—. Es una locura.
—¿Seguro? Nosotros nunca estuvimos solos. Siempre fuimos los siete.
