22. Qué bonito sótano. ¿Voy a morir aquí?

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Artemis

"Si alguien te llama, no vayas; y si vas no le hagas caso. Es peligroso"

"Si alguien te llama, no vayas; y si vas no le hagas caso. Es peligroso"

"Si alguien te llama, no vayas; y si vas no le hagas caso. Es peligroso"

Las palabras del marleyense azabache no abandonaban mi cabeza. Daban vueltas y más vueltas, y mi ansiedad iba creciendo y creciendo. Ese hombre... no se estaba refiriendo a Eren, ¿verdad? Es decir, es un marleyense, no lo conoce, es... imposible. Pero, ¿y si realmente se refería a él? ¿Y si, además de haber ignorado su advertencia de peligro, había puesto a Reiner de por medio? ¿Y si... le pasaba algo por mi culpa? Debía salir de ahí, y llevarlo conmigo. Teníamos que ir lejos, muy lejos. Huir de él. No había tenido voluntad suficiente como para hacerlo cuando me había llamado, o cuando me había pedido que le llevara a Reiner, pero ahora eso había cambiado.

–Siéntate, Reiner –decía en ese momento Eren. Más que una petición, parecía una orden–. Es un buen sitio –continuó, refiriéndose al sótano en donde estábamos–. Se oye perfectamente el tumulto del escenario. Además, el edificio de arriba es residencial.

En ese momento, alcé la vistaalarmada. Hasta entonces la había tenido fija en el suelo, des de mi posición apoyada en la pared al lado de Falco, pensando, pero al oír eso... "No eres capaz", le transmití con la mirada. Era una advertencia por encima de cualquier otra cosa.

Un edificio de civiles... Eso significaba familias, familias inocentes viviendo justo encima nuestro. Al captar mi mirada, las comisuras de los labios de Eren se inclinaron ligeramente hacia arriba durante una milésima de segundo, antes de seguir hablando.

–Muchos de los inquilinos esperan a que se alce el telón. Justo aquí arriba –continuó, apuntando con el índice diestro hacia arriba.

Fue en ese momento que vi un reguero de sangre bajarle palma abajo. Por un momento, me dieron ganas de vomitar.

Mientras Falco le preguntaba si se había hecho daño en la mano y Eren minimizaba el hecho de que estaba listo para transformarse en cualquier momento con la escusa de "es un rasguño", yo simplemente me arrepentía. Yo lo había llevado ahí, lo había custodiado y obedecido esos días en Liberio. Hacía horas, había dedicado mi tarde a buscar ese sótano, lugar perfecto para que escuchara sin ser visto la declaración de guerra. Para él. Para que fuera capaz de amenazar al hombre del que me había enamorado y también de paso las vidas de cientos de inocentes.

–Yo me marcharé ya –dijo en ese momento Falco, notando la incomodidad del momento.

–Sí, yo también debería, así os dejo más intimidad... –empecé yo, incorporándome. Si me iba, podría intentar desalojar a algunos de los inquilinos de ese lugar o...

–No –Esa simple sílaba me cortó la respiración–. Falco, no hace falta. Y Artemis, ni se te ocurra. Quedaos a escucharnos.


Casi doy un brinco cuando las trompetas y trombones que daban inicio a la declaración de guerra empezaron a sonar. El ruido se veía aminorado por las amplias paredes de ese sótano, pero se seguía oyendo perfectamente todo lo que pasaba.

Mientras los instrumentos de viento terminaban sus graves y largas notas, Reiner habló.

–Eren, ¿cómo...? ¿A qué viniste?

Hubo una pausa, un silencio en el que pude seguir escuchando el ruido de la plaza.

–Soy como tú –respondió por fin el portador del titán de ataque. Al oír eso, Reiner se miró las manos, como si estuvieran manchadas de sangre. Eso me había pasado a mí misma muchas veces tras alguna misión del cuerpo–. ¿No lo entiendes? Somos iguales. Yo tampoco tuve remedio.

La guerrera de la banda gris [Reiner Braun x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora