EPÍLOGO

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ALMUDENA

Me miro al espejo de mi cuarto y compruebo que el vestido azul que he elegido ponerme hoy me queda genial, aunque me molesta no poder lucir mejor el escote por no tener un poco más de pecho. Me recojo el pelo en una coleta, porque con el calor que está haciendo estos días ni en broma lo dejo suelto, y luego me pongo un poco de maquillaje. A continuación, me acerco hasta el escritorio para echarme un poco de la colonia que siempre uso. Mientras lo hago, contemplo las nuevas fotos que adornan mi zona de estudio: una con Nerea y otra con mis hermanos.

Con Jorge cada vez me llevo mejor, nos entendemos a la perfección como si nos conociéramos de toda la vida, mientras que Pilar es mi debilidad. Esa niña que al principio parece muy buenecita, pero que luego descubres que es una pequeña diablilla me tiene conquistada. Ha conseguido incluso hacer bailar a Nerea una canción de Twice, y lo mejor es que tengo el documento gráfico de ese momento guardado en mi móvil y no lo pienso borrar en la vida.

Mis padres después de conocerlos se han relajado con este tema. No se tomaron muy bien que me saltara su regla de ponerme en contacto con ellos después del curso, que lo hiciera a espaldas de ellos y trasladándome incluso a otra ciudad por muy cercana que sea. Sin embargo, en cuanto llevé a Jorge y a Pilar un día a casa, entendieron el por qué lo hice. Están tan enamorados de la niña como yo, y adoran a Jorge como a un hijo más, ya que si mi padre nos hubiera dado en adopción a ambos, mis padres adoptivos no nos hubieran separado.

En cuanto a ese tema, he entendido la postura que tomó mi padre biológico en su día y ya no le guardo rencor por ello, no sirve de nada. Lo único que quiero ahora es disfrutar de mis hermanos y también de él, me encanta que me hable de mi madre y me enseñe fotos suyas, he descubierto que me parezco mucho a ella.

Bajo al salón y me despido de mis padres. Ahora que estamos en vacaciones de verano y que ya ha pasado la EVAU, quedo cada día para ver a Lara y Lorena, y también a Hugo los días que le acompañamos a la rehabilitación; salgo con mis hermanos a visitar su ciudad y ellos conocer la mía; y por supuesto, aprovecho el tiempo para estar con Nerea, como hoy.

Me alegra ver en ella su progreso en cuanto a sus inseguridades. Tomé el consejo que me dio Lara una vez de ayudarla en ese camino hacia el amor propio, y verla quererse un poquito más cada día y valorándose me hace sentirme muy orgullosa de ella. Lo único que quiero es que sea feliz, y con los nuevos acontecimientos que han ocurrido en su vida, lo está siendo.

A su madre por fin le han dado el alta y ha podido optar por una vivienda de protección oficial en la que está viviendo con la propia Nerea. Por fin ha dejado ese zulo que tenía por cuarto y de trabajar en el bar de su padre. Le han vuelto a quedar varias asignaturas, pero ha preferido dejar el instituto y probar suerte en un curso de fotografía al que se ha apuntado con el dinero que le han dado de las fotos que hizo para el festival. Ese día fue genial, hizo unas fotos fantásticas y le pidieron su número y correo electrónico para ponerse en contacto con ella para futuros trabajos.

Unos días después, su padre le sorprendió regalándole una cámara de fotos. No es la mejor del mundo, de hecho es de segunda mano, pero para ir empezando y poder hacer el curso le vendrá perfecta. También me alegro de que su relación con su padre haya mejorado considerablemente hasta el punto de que él le hiciera ese regalo para el que, al parecer, llevaba ahorrando desde el día de la bofetada. Le dolió tanto aquella discusión con su hija que se dio cuenta del mal camino que había llevado con ella, y desde entonces ha tratado de enmendar el error.

Su hermano, Adrián, ha dejado también el bar y la casa después de lanzarse a emprender su propio restaurante con unos amigos e independizarse con ellos compartiendo piso. Por lo que su padre ha tenido que contratar a un joven camarero que al menos le está sirviendo para aprender a controlar su mal genio, ya que no quiere espantarlo con sus gritos y golpes y tener que encargarse él solo de todo el trabajo que da un bar.

¿El amor puede sanar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora