Tres empates y una victoria

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(Esto se sitúa en una línea temporal ficticia, donde el Incidente de la Tienda de Motos (ya sabéis a qué me refiero) ocurrió, pero las cosas tomaron un rumbo positivo después.)



Baji vs Chifuyu


Julio. Vacaciones de verano. Un cielo sin nubes se abre sobre Tokyo y el sol, en su zénit, deshace implacable la brisa, las sombras, e incluso la oscuridad detrás de sus párpados.

Hace rato que Chifuyu siente cómo una gota de sudor resbala por su espalda, en el hueco que queda entre su piel y una de las camisetas demasiado anchas que su madre le deja rescatar de las pertenencias de su padre cuando es libre del uniforme escolar. También ha perdido cualquier posibilidad de peinado, en cuanto el cabello ha empezado a adherírsele a las sienes, y se muere por un vaso de agua fría. Pero ahora no puede ir a por él. Sería una derrota.

— No dudes en rendirte cuando no puedas más, eh, Chifuyu...

— No me subestimes, Baji-san.

Baji suelta una carcajada, que vibra clara y sin eco como si fuera el único sonido en toda la calle. Por un segundo, parece incluso que las cigarras guarden silencio por él. Chifuyu se asegura de archivar esa risa en un rincón de su memoria, bien a resguardo de todo lo demás. Así podrá volver a escucharla esa noche, tantas veces como quiera. "No me subestimes, Baji-san". Baji ríe. Baji sonríe a menudo con él, y eso sólo atiza el empeño de Chifuyu por demostrarle que está a la altura. De ser su mano derecha, su confidente, su mejor amigo y... el resto. Quizás por eso está ahora con una mano aferrada al metal caliente de la barandilla, sintiendo cómo un dolor tenue le trepa poco a poco por el brazo.

— Ya he pensado qué quiero de premio cuando gane. — Baji vuelve a provocarlo, mostrando un atisbo de colmillo que es, sin saberlo, una palabra de aliento y a la vez una victoria aplastante. Incluso cuando se agacha a sentarse junto a Chifuyu, en uno de los escalones que han compartido mil veces en las escaleras de incendios de su edificio, él tampoco suelta su trozo de barandilla. Baji se toma en serio los combates.

— No voy a perder, Baji-san — repite Chifuyu, determinado como si asintiera ante las órdenes de un capitán. Su capitán. Por mucho que el metal caldeado al sol le queme la mano, cómo iba a perder en un reto tan simple como este. Sólo se trata de aguantar sujetando la barandilla. No la dejará ir hasta dejar de sentirla, o hasta que Baji se rinda.

— ¿Ah? ¿Tan seguro estás?

— Ya he dicho que-

Es ahí cuando las palabras de Chifuyu tropiezan en su camino hasta sus labios, hechas un revuelo de interjecciones sorprendidas, timidez repentina, y afonía por los brillos sobre la cabeza de Baji que Chifuyu debe de estar imaginando a causa del sudor en sus pestañas. La mano libre de Baji ha atrapado la que Chifuyu había posado en el escalón, entre ellos, y ahora se instala sin esfuerzo en cada espacio entre sus dedos.

— ¡Hah! ¡Ves! — Baji ríe de nuevo. Le aprieta la mano sin hacerle daño, agitándola triunfante como para demostrar algo —. Así te enviaré el calor y aguantaré yo más rato.

Baji-san, en el fondo, es un idiota. Chifuyu, para su propia desgracia, también.

— ¿¿Hahh?? — exclama, devolviéndole por reflejo (y un poco de intención) el agarre en la mano —. ¡Eso no va a funcionar!

— ¡Te estás quemando, Chifuyu!

— ¡No es verdad!

— ¿¿Sientes cómo llega el calor??

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— ¡Baji-san!

Entre gritos de uno y de otro, Chifuyu sólo puede asistir a las sacudidas de sus manos entrelazadas, o cable conductor, o lo que sea en lo que se han convertido sus brazos. Cuando Baji se calma él sigue estrechándolo con fuerza, por miedo a que el sudor en las palmas de sus manos haga que resbalen. No quiere soltarlo. En algún rincón de su mente, Chifuyu se pregunta cuándo han cambiado las reglas de este reto. Ahora importa menos la barandilla que esa mano.

— Sabes — dice Baji tras una pausa, y durante un segundo parece que no vaya a añadir nada más —. Kazutora, ese amigo del que te hablé, se incorpora a su escuela después de las vacaciones. Te lo presentaré entonces.

— ¿A mitad de curso? — Todavía es verano.

— Hm, es que acaba de salir de rehabilitación.

Chifuyu no pregunta de qué se está rehabilitando, ni por qué un deje indescifrable se cuela en la voz de Baji cada vez que menciona a Kazutora. Sea lo que sea, si es un amigo de Baji-san, no importa.

— A Kazutora-kun... ¿le gustan los gatos?

Baji sonríe — otra vez. El zumbido del calor es ahora una presencia bienvenida, disimulando el enmudecimiento de Chifuyu porque Baji, sin contestarle, ha aumentado un poco la presión en su mano. Como si fuera costumbre. Como si significara, a la vez, todo y nada.

Chifuyu también guarda este silencio en su memoria. La imagen de Baji se imprime sobre el fondo blanco de la luz cegadora, tan nítida en el sol que incluso el negro profundo de su melena parece un color claro.

Luego una voz los interrumpe, antes de que la insolación que planea sobre ellos sea efectiva.

— Oi, ¿qué estáis haciendo, par de i-

— ¡¡Mamá!!

— Sí, sí. Rápido, que la comida ya está lista.

Baji y Chifuyu intercambian otra mirada competitiva. Diez segundos más tarde, tras un rugido de estómagos simultáneo y un segundo grito de la señora Baji, el reto termina en empate.






Chifuyu vs Kazutora


Octubre. Chifuyu agradecería que hiciera algo más de viento, para que los saltitos nerviosos que da en sus zapatillas parecieran deberse al frío y no a esta excitación infantil que le hormiguea en cada centímetro del cuerpo. La cinta blanca que le han atado a la frente ya le está arruinando el peinado, por si fuera poco. Esto le va a costar meses de credibilidad a ojos de Baji-san.

Hablando de Baji-san, no hay rastro de él. Ni de Kazutora, de hecho. Hace horas que el festival deportivo ha comenzado y que las clases se enfrentan en varias disciplinas, cada cual más desastrosa, pero Baji todavía no ha dado signos de aparecer.

No es que Chifuyu dude de su palabra. Baji le ha prometido que estaría ahí para verle correr, así que el problema no es ese. Es sólo que la carrera de relevos está a punto de empezar. Y Baji-san se lo dijo, ¿no?, que conocería a Kazutora-kun en ese momento y que podrían competir juntos. (A lo que Chifuyu no puso pegas aun sabiendo que Kazutora es de otra escuela porque, de nuevo, Baji le dio su palabra.) En todo caso, deberían darse prisa si quieren llegar a tiempo.

Además, Chifuyu está intrigado. Se ha colocado en posición, junto a la línea blanca que marca su salida en el suelo, pero a su lado sólo hay rostros conocidos — tipos cualquiera de otras clases. Cuando Baji le dijo que correría con Kazutora, Chifuyu lo interpretó como correr contra Kazutora. Lo cual venía bien, porque corre en el último tramo, y con el final de la carrera y una victoria épica podría ganarse el respeto de Kazutora desde el primer momento. Pero no está. Y, cuando el pitido marca el inicio de la carrera, Baji y Kazutora tampoco llegan.

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