Capítulo 65

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Liliana

Tuve que caminar por más de una hora para llegar a la ciudad. No me terminaba de creer que Alonso al fin me había dejado ir. Pero, a pesar de lo mucho que esperé por esto, sentía un vacío en mi pecho, como si al salir de la casa una parte de mí se hubiera quedado allí atrapada.

¿Quién diablos podía entenderme? Ni yo lograba hacerlo, y en serio lo intentaba.

No debí decirle eso antes de salir, obviamente no puedo comparar lo que vivió la señora Louisa con mi estadía en esa casa. Me arrepiento mucho de decirle algo tan cruel. Pero no de irme, porque ya no aguanto más tener que ser su marioneta.

Dejé de caminar y me senté en una banca cerca de la carretera. Estaba sola, sin rumbo, dinero o alguien que pudiera ayudarme. Era un desastre total, en eso se convirtió mi vida. Lo único que tenía era mi maleta dónde solo había ropa. Mi dinero y tarjetas los dejé, no tuve tiempo de pensar en ello ya que todo pasó demasiado rápido. 

Trataba de no llorar para no generar lástima a la gente que pasaba

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Trataba de no llorar para no generar lástima a la gente que pasaba. Respiré profundamente mirando hacia el cielo, mi cuerpo temblaba. Desde lo lejos escuché el sonido de una motocicleta que se acercaba a una alta velocidad.

Miré en esa dirección y me sorprendí al ver de quién se trataba.

Miré en esa dirección y me sorprendí al ver de quién se trataba

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Al verme su expresión también fué de asombro. Nate se estacionó y yo salí corriendo a darle un abrazo.

—¡Estás bien! —Fué lo primero que supe decir. —¿Como supiste...

—Creí que estarías en la mansión, iba a buscarte.

Terminé el abrazo y miré de cerca las marcas que había en su rostro, cuello y manos.

—No es nada. —Susurró notando mi escudriño. —Estaba muy preocupado por ti ¿Te hizo algo? ¿Por qué llorabas?

Negué. —Nada, sólo que... me fuí de su casa.

—Entonces... ¿Vienes conmigo?

—Si por favor.

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Nate me llevó a su departamento. Dejó mi maleta a su habitación y me sirvió un té para que me relajara.

—No tenías que darme tú habitación. Estaré bien en la de huéspedes. —Le dije apenada.

—Quiero que te quedes ahí, esa es la más cómoda.

Asentí y tomé el último sorbo de té.

—Lily... ¿Estás segura de que Alonso ya no te molestará? —Inquirió cauto.

—Para nada, pero me dejó ir y es lo único que importa ahora.

—"Me dejó ir" —Repitió como si esas tres palabras le dieran asco. —¿Te das cuenta de lo mal que suena? No entiendo cómo terminaste viviendo con él. ¿Te obligó? Lo mataré si se atrevió a...

—No, no, nada de eso.

—¿Entonces?

Suspiré pesado. —Las razones no son algo que me enorgullezca. Así que preferiría no hablar de eso.

—Esta bien, entiendo. Ya no te haré preguntas sobre ese tema, pero si necesitas hablarlo en algún momento aquí me tienes.

—Gracias Nate, de verdad. Antes de que llegarás no sabía que hacer ni a dónde ir.

—No me agradezcas, mi casa es tu casa.

—Eres muy lindo, pero mañana reportare mis tarjetas como extraviadas en el banco, y cuando me entreguen las nuevas usaré mis ahorros para buscar un lugar a dónde ir.

—No, no tienes que hacerlo. Puedes quedarte conmigo.

—No quiero ocasionarte más...

—Shhh. —Siseó para callarme. —No pienses en eso ahora. ¿De acuerdo?

—Está bien.

—¿Tienes hambre? —Inquirió con dulzura.

—La verdad no, de hecho... Si no te molesta me gustaría ir a descansar.

—Por supuesto, ve. Pero entonces tendrás que prometerme que vas a desayunar bien mañana.

—Lo prometo. —Dije con una pequeña sonrisa forzada que rápidamente se esfumó.

Me incorporé y fuí directo a encerrarme. Necesitaba apagar mis pensamientos y la única forma de lograrlo era dormir.

A la mañana siguiente desperté temprano sintiendome extraña por el espacio en la cama

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A la mañana siguiente desperté temprano sintiendome extraña por el espacio en la cama. Me acostumbré a amanecer con el calor de Alonso en mi espalda y su brazo rodeando mi cintura.

Era difícil asimilar el cambio puesto que ya me estaba haciendo a la idea de que él jamás iba a permitir que me fuera de su lado. Sin embargo, no me podía apresurar a decir que todo había acabado, lo conocía bien y era seguro que cuando supiera que pase la noche en el departamento de Nate, enloquecería.

Eres mía [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora