Liliana
Tuve que caminar por más de una hora para llegar a la ciudad. No me terminaba de creer que Alonso al fin me había dejado ir. Pero, a pesar de lo mucho que esperé por esto, sentía un vacío en mi pecho, como si al salir de la casa una parte de mí se hubiera quedado allí atrapada.
¿Quién diablos podía entenderme? Ni yo lograba hacerlo, y en serio lo intentaba.
No debí decirle eso antes de salir, obviamente no puedo comparar lo que vivió la señora Louisa con mi estadía en esa casa. Me arrepiento mucho de decirle algo tan cruel. Pero no de irme, porque ya no aguanto más tener que ser su marioneta.
Dejé de caminar y me senté en una banca cerca de la carretera. Estaba sola, sin rumbo, dinero o alguien que pudiera ayudarme. Era un desastre total, en eso se convirtió mi vida. Lo único que tenía era mi maleta dónde solo había ropa. Mi dinero y tarjetas los dejé, no tuve tiempo de pensar en ello ya que todo pasó demasiado rápido.
Trataba de no llorar para no generar lástima a la gente que pasaba. Respiré profundamente mirando hacia el cielo, mi cuerpo temblaba. Desde lo lejos escuché el sonido de una motocicleta que se acercaba a una alta velocidad.
Miré en esa dirección y me sorprendí al ver de quién se trataba.
Al verme su expresión también fué de asombro. Nate se estacionó y yo salí corriendo a darle un abrazo.
—¡Estás bien! —Fué lo primero que supe decir. —¿Como supiste...
—Creí que estarías en la mansión, iba a buscarte.
Terminé el abrazo y miré de cerca las marcas que había en su rostro, cuello y manos.
—No es nada. —Susurró notando mi escudriño. —Estaba muy preocupado por ti ¿Te hizo algo? ¿Por qué llorabas?
Negué. —Nada, sólo que... me fuí de su casa.
—Entonces... ¿Vienes conmigo?
—Si por favor.
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Eres mía [En Emisión]
RomanceAlonso Dupont es el empresario más importante del país, guarda trás su delicada imágen de hombre perfecto a un ser despiadado, vengativo y obsesivo que es capaz de lo que sea con tal de lograr su objetivo. Pero... hasta el más fuerte de todos tiene...