Lágrima tras lágrima y una vida que ha dejado de ser vida.

«Y entonces la luna derramó lágrima tras lágrima, el océano tendido en el cielo se llenó de brillantes perlas, cada una más amarga que la anterior, cada una con un anhelo ahogado en su interior.

Las nubes compadecieron su dolor y trataron de ocultarlo a los ojos ajenos, cubrieron la pena empapada de tristeza. Las personas en la tierra solo vieron el cielo nublarse para ocultar el cielo mientras una suave lluvia caía sobre las flores.

De espaldas a todo la luna se deshizo convirtiéndose en polvo, el alma de su amado se elevó y tomó su lugar. Mil años vivió, velando sueños, cuidando suspiros de amores secretos. Mil años vivió separada de la persona a quien pertenecía su corazón y cuando finalmente pudieron volver a encontrarse fue para separarse con un adiós eterno.

¡Oh, pobre luna! Brillando para mostrarle a su amado que seguía pensando en él, entregando su inmortalidad para que él permaneciera sonriendo y tocando las nubes con los dedos.

El polvo en el viento cae sobre un lago. Un lago fue donde se conocieron, un lago es donde se separan por un ahora y pasaran mil años más para que se vuelvan a encontrar»

—¿Qué te ha parecido? ¿Conmovedor? ¿Aburrido? —una suave risa escapó entre sus labios y bajó el libro que sostenía entre sus manos—. Creo que es suficiente para el día de hoy, mañana volveré a la misma hora. Por favor, no te desvanezcas todavía , espérame un poco más ¿puedes?

Sus labios se extendieron con una frágil delicadeza y su corazón se tambaleó como una pequeña flor, una hoja tratando de ser arrastrada por el viento.

Sus pasos se dirigieron hacia la entrada del cementerio abandonando el lugar donde el tiempo se congelaba y la existencia se detenía para poder acompañar una vez más a quienes no podían volver a ver el sol ni volver a sentir la brisa del otoño que da entrada al invierno.