AAA+

22 2 0
                                    

Nunca fui considerado una persona digna de un sueño, no soy capaz de cumplir una sola promesa, que no puedo culpa a nadie por que se hayan aburrido de mí.

Sencillamente, es una forma clara de decir que nadie me podrá querer.


Pensé que había nacido para nosotros,

para amar,

pero me agoté del frío de todos los ojos,

no supe liberar los nudos de aquellas gargantas, de responder ante el cambio.


Todo me resulta lo mismo,

experimenté mucho,

me expuse demasiado al amor

que ahora me desgasta.

Quemé la única versión de mí que merecía ser feliz.


Ya no tengo más que hacer,

aquí y en el cielo soy un triste paisaje,

desolado ante todos,

el único inservible atardecer.


No te enamores de mí,

que mañana

a las seis y media

seré una muerte más,

creciendo en mí la insignificancia.


Qué ágiles son algunas lenguas,

repitiendo que el suicidio es gratuito

siendo consecuentes con mis actos,

llenando diariamente el rincón más íntimo de mi mente.


Es cierto que ya no cuento con la virtud de ser resiliente, que ya no lloro con las mismas intenciones, que soy sinónimo de insuficiente y a su vez cosa seria.


Ahora la decadencia de la edad me nutre, convirtiendo en caramelo cada insulto,

gritando cada silencio,

pensando que ganarían en mí

los chuecos de este vil mundo.


Ingenuos aquellos que creyeron que podían hacer infeliz al discípulo de la soledad, drenando en mí toda su única pasión, olvidando que detuvieron su tiempo por este rencoroso fotogénico. 

Feelings AgedWhere stories live. Discover now