05 | Conversaciones nocturnas

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—¿Tuviste un ataque?

—Fue patético.

—Joder, Hayley, deja de decir eso —me regaña Alex—. Tú no lo controlas, ¿lo entiendes?

—¡Pero fue humillante! —Me quejo—. Joder, no he hablado con él en mucho tiempo y lo primero que hago, en vez de actuar como una persona normal, es tener un ataque en su casa, delante de él.

—Te repito que tú no puedes controlarlo.

—Debería poder.

—No, Hayley, deja el «debería». Todos deberíamos de hacer muchas cosas, en ese caso, pero no podemos. Hay cosas que están fuera de nuestro alcance. Tú tienes un problema y por eso tienes ataques, y está bien, no pasa nada. No por eso es humillante o patético.

—Ya —suspiro—. Supongo que tienes razón.

—¿Él te trató bien?

—Sí —murmuro, sin querer hablar de ello.

Nate se portó tan bien conmigo, que empiezo a creer que lo hizo porque le di demasiada pena. Joder, si hasta me hizo un té y me llevó a la cama. ¿Quién hace eso con una persona a la que casi no conoce?

—No suenas muy convencida.

—¡No! O sea, sí, se portó de maravilla, en serio —me apresuro a aclarar—. Es sólo que no quiero hablar de ello.

—¿Por qué?

—Porque no.

—Te sigue gustando, ¿verdad?

—No —me apresuro a negar. Alex enarca una ceja, sin creerme. Resoplo—. Está bueno, pero eso es todo.

—¿Sabes que mentirse a uno mismo está muy mal?

—No me miento, es la verdad.

—Hayley, si te gusta ese chico, deja de negártelo a ti misma. No puedes condicionar toda tu vida por una mala experiencia.

—No me hables de eso.

—Ignorarlo no te va a hacer sentir mejor.

—Sí que lo hace.

En realidad, no. Solo me sirve durante unas horas, hasta que mi cabeza vuelve a recordarlo.

—Lo dudo mucho.

—Vamos a llegar tarde —cambio de tema, porque no quiero seguir hablando de esta mierda.

—¿A dónde?

—Hemos quedado —agito el móvil delante de su cara—. Lo han dicho por el grupo.

—No voy a ir.

—¿Por qué no? —Subo y bajo las cejas, sugerente—. ¿Te vas con tu noviecita?

—No es mi novia.

—Pero lo será. ¿Cuándo podré conocerla?

—No lo sé.

—Entonces, ¿vas con ella? —Asiente—. Ya me contarás qué tal.

—Claro.

***

—¿De quién ha sido la maravillosa idea de venir al centro en pleno julio?

—Tuya —respondemos todos a Margot.

—¿Y para qué coño me hacéis caso? ¿Es que no habéis visto que era una mala idea? —Se queja, sentándose en un banco de la plaza.

La definición del amor - #2 [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora