—No me manipules.

—Espero no vengas llorando cuando sea tarde porque seré el primero en darte un puñetazo. No te consolaré como lo hice con Nara —su nombre causó nuevamente estragos dentro de mí—. Y no hablo precisamente de muerte, hay muchas formas de perder a alguien y la muerte no es la peor.

Mi vida con Annalise en ella cambió demasiado. Antes de hacerla mi esposa me mantenía toda la noche bebiendo, llorando y culpándome por todo. Luego me casé y encontré una presa para echarle la culpa, poco a poco ella se fue acostumbrando a mí y yo a ella. No importaba lo que hiciera, ella estaba ahí, todo el primer año ella no demostró ningún derrumbe por todo lo que le hacía. Después del primer año la cosa cambió, ella estaba empezando a madurar y darle importancia a más cosas. Ya tenía 21 años, me soportaba porque no le quedaba de otra, pero seguía ahí. Sus ojos aún brillaban por mí, su corazón latía demasiado fuerte si me sentía cerca, y esa era mi garantía de que ella iba a seguir ahí. Y más aún cuando su cuerpo también empezó a pertenecerme. No iba a dejar que nadie la tocara, para mí, ella ya me pertenecía e iba a hacer cualquier cosa para que no cambiara.

Ya no me interesaba tirarme a nadie si ella estaba ahí. Sin embargo, verla celosa era de mis cosas favoritas.

Llegué a casa luego de un día cansado. Eran las 11 de la noche, todo en la residencia estaba apagado. Las luces del vecino idiota eran las únicas prendidas. De fondo se escucharon las risas de ella, pero no estaba sola.

—¿Y la pasaste bien?

—Sí, estuvo bueno.

—Me imagino —el idiota levantó su vista al verme acercarme. Siempre me veía con una sonrisa socarrona, pero esa vez cambió. Sus ojos destilaron odio en todo los sentidos habidos y por haber. Algo estaba diferente.

—Moon, un gusto en verte luego de dejarnos en paz por una semana.

—Ya volví. Andaba de viaje arreglando unos problemas para deshacerme de algo que me está estorbando. Ya sabes, cosas de hombres.

—Jum, tomaré tu ejemplo. Yo también me quiero deshacer de algo que me está estorbando —Annalise pasó por mi lado con todas sus cosas. Estaba pintando un cuadro en el patio trasero y al parecer le dañé la inspiración con el querido. Dejé al vecino solo y la seguí.

No la encontré en su habitación, ni en ningún lugar, como si desapareciera. De la nada escuché ruido en el sótano y bajé las escaleras, pero cuando quise abrir la puerta, ella apareció impidiéndolo con un empujón y cerrando con llave.

—¿Qué hay ahí?

—Mis cosas. Espero puedas respetar mi privacidad, yo no ando viendo lo que tienes en tu oficina.

—¿Qué hacías con él?

—Hablando mal de ti.

—¿Por qué me has ignorado las llamadas de hoy? Mi madre quería que fueras a cenar con ellos.

—De la única forma que voy a esa casa es para darle tutorias a Mini y porque tú me obligas. No quiero nada que venga de ti y tu familia.

—Tienes responsabilidades. Mañana iremos a cenar con los que la has cagado. Jin está furioso porque mandaste a la mierda nuestro trato con ellos.

—¿Y yo qué perdí?

—No seas egoísta y deja de comportarte como una niña de 17 años.

—¡Quién habla!

—Nunca se puede conversar contigo como personas decentes. Siempre tenemos que pelear por tu culpa. Porque odias estar bien, por más que intento tú no...

♣️Your♥️Eyes♦️Tell♠️ (♣️House♥️OF♦️Cards♠️)Where stories live. Discover now