—Estás hecho un desastre —le dijo Malcolm a Janick con jocosidad, no es que él mismo tuviera mejor aspecto.
Se habían empleado a fondo con esos renegados, habían vencido, pero había costado. Janick lucía una serie de arañazos en el rostro y el cuerpo, como si hubiera caído sobre unas zarzas. Además, también se había llevado algunos cortes menores, nada que hiciera peligrar su vida y asustar a su dama.
Los otros estaban más o menos en un grado similar de heridas, porque esos bastardos habían sido más difíciles de atrapar de lo que habían previsto. Él se había caído del caballo y se había magullado el brazo, el hombro y la cadera. Exactamente, no se había caído, sino que lo habían hecho caer, y de la peor manera.
—No veo el momento de llegar al hogar y darme un buen baño, comer como si se fuese a acabar el mundo... y dormir en un lecho acogedor, con o sin compañía.
—Estás viejo, Malcolm. ¿Ya estás achacoso?
Malcolm se rio por las palabras de su amigo, el día que no pudiera bromear con él, ese día estaría muerto.
—Tú no puedes quejarte, tienes un cálido lecho al que acudir, y una dulce compañía.
Janick sonrió. Malcolm no dejaba de maravillarse por el cambio obrado en su amigo. Roberta era lo mejor que le había pasado en la vida.
—Malcolm, necesitas una buena mujer en tu lecho todas las noches.
—Ya las tengo —respondió aun sabiendo que no era eso lo que le estaba diciendo su amigo, pero siempre disfrutaba confundiendo al bueno de Janick.
—Te estoy diciendo una mujer, pero siempre la misma.
—Eso es muy aburrido, mi querido amigo.
Aunque no es algo que no hubiera pensado en los últimos tiempos, sobre todo, después de ver cómo la chica larguirucha había domado al fiero guerrero escocés.
Recordó al pequeño duendecillo y sonrió. No le importaría que la muchacha le calentara el lecho todas las noches, pero ella parecía más interesada en Connor, a pesar de que, al principio, hubo chispas con él, con su accidentado encuentro en el otro tiempo.
Llegaron al clan, deseosos de darse un merecido descanso. Los soldados de los clanes aliados ya habían marchado a sus respectivos hogares.
Ni siquiera habían desmontado allá en el patio cuando Niall llegó a su encuentro.
—Niall, muchacho. ¿Qué ocurre?
—Connor salió del castillo y del clan ayer, se marchó con las dos mujeres.
—¿Y? —preguntó Malcolm que no sabía a dónde quería llegar informándoles de los movimientos del laird.
—Aún no han vuelto.
Bueno, pues eso sí que era digno de mención, a la vez que preocupante. Se volvió para mirar a Janick, que también había escuchado las novedades.
—¿En qué circunstancias abandonaron el clan? ¿Por dónde marcharon?
Janick hizo girar a su montura, dispuesto a salir en busca del grupo.
—Connor enfermó y ellas se lo llevaron. Brian e Ian les acompañaba.
Malcolm pensó que, si esos dos también estaban con ellos, poco tenían que temer acerca de que fuese un secuestro. Siempre había confiado en Roberta, pero debía admitir que no la conocía de nada.
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Guerreras
General FictionRoberta vive en una época que no le corresponde. Ha dejado atrás todo lo que conoce para adentrarse en una realidad desconocida. ¿Cómo logrará salir adelante cuando ni siquiera en esta época las mujeres tienen libertad para decidir?