Capítulo 11 - Sí, acepto.

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Zhan tuvo un mes lleno de estrés.

Su primera preocupación fue la mudanza desde Italia a su nuevo hogar.

Tuvo una extensa charla con su padre sobre aquella decisión, después una con Yibo. No sabía lo que había sucedido aquellas cuatro horas dentro de la oficina de Yibo, pero no pudo ser malo, no cuando obtuvo la bendición de su padre.

Desde aquel día, ya por la noche estando acurrucado junto a Yibo en la cama, vieron la mejor forma de hacer aquello.

Fue una gran hazaña el pagar una gran cantidad de dinero para transportar todas sus cosas desde Italia hasta Beijing, también el hecho de que estas tendrían que ser reacomodadas en algún lugar de su nuevo hogar ya que este ya contaba con todo.

Luego tuvo una pequeña discusión con Yibo sobre su ropa. Tenía mucha, demasiada, por no decir que era exagerada la cantidad de atuendos, conjuntos, accesorios, zapatos, perfumes, fragancias para su piel, bolsos, maquillaje y un sinfín de cosas más.

- Podríamos mandar a hacer más grande este espacio -sugirió señalando el clóset- ¿Qué dices? -lo volteó a ver con las manos en la cintura y con todas sus cosas regadas en el sofá en medio de ese clóset.

- ¿No crees que es mucha? -señaló la gran montaña- podrías donar algunas cosas.

Y eso fue lo que hizo enojar a Zhan. ¿Acaso sabía cuánto costaba cada cosa como para donarlo así de la nada?

Yibo solo sonrió al escuchar su alegata, caminando hasta él y abrazándolo por la cintura para darle un besito.

- Mañana a primera hora ya estarán agrandando aquí -complació- y así podrás poner todas tus cosas e incluso sobrará espacio para que pongas más.

- Gracias -dijo con una sonrisita.

Al menos la manipulación seguía siendo una debilidad en Yibo, en su defensa, ¿Quién podría resistirse ante Zhan?

Lo siguiente que frustró a Zhan fue la escuela de sus hijos. Yibo y él tuvieron que cambiarlos de instituto por el abuso de los niños a sus pequeños.

Resultaba que el primer día de clases en quinto grado, días antes de sus cumpleaños, A-Yu llegó de la mano con A-Yi y a todos les presentó a su hermano, esto no fue tomado de la mejor manera al confundirlos cuando les hablaban. En consecuencia, comenzaron a molestarlos, ellos no dijeron nada hasta que un día A-Yi regresó a casa con su ojito morado.

Sinceramente Zhan pensó que él era sumamente protector. Se equivocó. Yibo había entrado a ese instituto con ambos niños, ido a la dirección y citado a fuerzas a los padres de todos esos niños que molestaban a los suyos. En pocas horas Yibo logró que se disculparan con sus hijos y rápidamente los dio de baja para poder meterlos a otra institución académica.

Lo único malo era que A-Yu extrañaba a su mejor amigo, de ahí en fuera todo iba bien.

Su tercera frustración llegó cuando la mascota de sus hijos dejó pelos entre toda su ropa y en cualquier lado de la casa, no le gustaba, por esa razón nunca quiso una mascota en su hogar. La única condición que le dio a ambos niños para que pudieran quedarse a ese animal fue que tenían que cortarle todo el pelo.

Ahora la gata parecía rata. Pero su hogar estaba libre de pelos. Era un ganar-ganar para todos.

Y su última frustración. Yibo, a pesar de que ya lo habían hablado, le pidió matrimonio.

No iba a decir que no, obviamente, pero lo tomó por completo desprevenido. Habían organizado una cena en la terraza de su hogar con toda su familia presente ya que estaban celebrando el onceavo cumpleaños de sus hijos.

Juego de gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora