Zhan tuvo un mes lleno de estrés.
Su primera preocupación fue la mudanza desde Italia a su nuevo hogar.
Tuvo una extensa charla con su padre sobre aquella decisión, después una con Yibo. No sabía lo que había sucedido aquellas cuatro horas dentro de la oficina de Yibo, pero no pudo ser malo, no cuando obtuvo la bendición de su padre.
Desde aquel día, ya por la noche estando acurrucado junto a Yibo en la cama, vieron la mejor forma de hacer aquello.
Fue una gran hazaña el pagar una gran cantidad de dinero para transportar todas sus cosas desde Italia hasta Beijing, también el hecho de que estas tendrían que ser reacomodadas en algún lugar de su nuevo hogar ya que este ya contaba con todo.
Luego tuvo una pequeña discusión con Yibo sobre su ropa. Tenía mucha, demasiada, por no decir que era exagerada la cantidad de atuendos, conjuntos, accesorios, zapatos, perfumes, fragancias para su piel, bolsos, maquillaje y un sinfín de cosas más.
- Podríamos mandar a hacer más grande este espacio -sugirió señalando el clóset- ¿Qué dices? -lo volteó a ver con las manos en la cintura y con todas sus cosas regadas en el sofá en medio de ese clóset.
- ¿No crees que es mucha? -señaló la gran montaña- podrías donar algunas cosas.
Y eso fue lo que hizo enojar a Zhan. ¿Acaso sabía cuánto costaba cada cosa como para donarlo así de la nada?
Yibo solo sonrió al escuchar su alegata, caminando hasta él y abrazándolo por la cintura para darle un besito.
- Mañana a primera hora ya estarán agrandando aquí -complació- y así podrás poner todas tus cosas e incluso sobrará espacio para que pongas más.
- Gracias -dijo con una sonrisita.
Al menos la manipulación seguía siendo una debilidad en Yibo, en su defensa, ¿Quién podría resistirse ante Zhan?
Lo siguiente que frustró a Zhan fue la escuela de sus hijos. Yibo y él tuvieron que cambiarlos de instituto por el abuso de los niños a sus pequeños.
Resultaba que el primer día de clases en quinto grado, días antes de sus cumpleaños, A-Yu llegó de la mano con A-Yi y a todos les presentó a su hermano, esto no fue tomado de la mejor manera al confundirlos cuando les hablaban. En consecuencia, comenzaron a molestarlos, ellos no dijeron nada hasta que un día A-Yi regresó a casa con su ojito morado.
Sinceramente Zhan pensó que él era sumamente protector. Se equivocó. Yibo había entrado a ese instituto con ambos niños, ido a la dirección y citado a fuerzas a los padres de todos esos niños que molestaban a los suyos. En pocas horas Yibo logró que se disculparan con sus hijos y rápidamente los dio de baja para poder meterlos a otra institución académica.
Lo único malo era que A-Yu extrañaba a su mejor amigo, de ahí en fuera todo iba bien.
Su tercera frustración llegó cuando la mascota de sus hijos dejó pelos entre toda su ropa y en cualquier lado de la casa, no le gustaba, por esa razón nunca quiso una mascota en su hogar. La única condición que le dio a ambos niños para que pudieran quedarse a ese animal fue que tenían que cortarle todo el pelo.
Ahora la gata parecía rata. Pero su hogar estaba libre de pelos. Era un ganar-ganar para todos.
Y su última frustración. Yibo, a pesar de que ya lo habían hablado, le pidió matrimonio.
No iba a decir que no, obviamente, pero lo tomó por completo desprevenido. Habían organizado una cena en la terraza de su hogar con toda su familia presente ya que estaban celebrando el onceavo cumpleaños de sus hijos.
Y se lo preguntó. Otra vez.
Zhan tardó unos segundos en darse cuenta de que ocurría, aún estaba terminando de masticar su bocado de fideos cuando todo eso pasó. Sincerándose consigo mismo, nunca imaginó que se vería con esa apariencia si le pedía matrimonio, pero, en fin, dijo que sí con las mejillas manchadas de salsa y las constantes exigencias de ambos niños para que dijera que sí.
Ahora, un mes después, estaba asustado y un poco decepcionado.
Amaba su atuendo de bodas.
Pero nadie más parecía amarlo.
No lo confeccionó él u otro de sus amigos, había decidido ir a comprar a las grandes tiendas y fue justo en una de su diseñador favorito que encontró el atuendo perfecto.
Habían decidido hacerlo de la forma tradicional, pero con extravagancia, todo lo que no tuvieron en su primera boda. Un sueño para Zhan, ahora una realidad para los dos.
Y su atuendo de bodas debía reflejar eso.
Se enamoró a primera vista cuando lo vio en el perchero del probador y termino por caer al vérselo puesto. Más al saber que era una pieza única. Siempre tuvo esa ilusión de parecer un hermoso omega el día de su boda y, aunque se podría decir que ya estaba casado y le encantó como se veía aquella primera vez, se sentía el omega más hermosos en aquellas túnicas.
Rojas, varias capas debajo, hombros caídos, teniendo por todas las solapas un sinfín de diminutos bordados de peonias en hilos de oro, una larga cola que contrastaba a la perfección con el enorme moño que descansaba en su espalda baja al estarle dando una diminuta cintura por los cinturones de seda. El velo del mismo rojo de las túnicas, largo hasta dos dedos antes de los hombros con algunas incrustaciones de peonias en hilos de oro. Lo que más le maravillaba era que su velo se sostenía con una gran coronilla tradicional dorada con cadenas colgando dándole un peculiar brillo al contorno de su rostro una vez el velo fuera levantado.
Era brillante, ajustado desde sus hombros caídos hasta su cintura gracias a los cinturones en lazos de seda y pomposo con aquella gran falda que tenía un magnífico movimiento al ser completamente ligera. Brillaba en los lugares justos, nada exagerado.
Él lo amaba. Pero nadie parecía amarlo tanto como él. A nadie le gustaba, ni a sus hijos, y él quería verse bien el día de su boda. Que lo recordaran y dijeran que estaba hermoso ese día, no que olvidaran ese hecho.
Estaba probándoselo nuevamente, pero ahora frente al gran espejo del clóset de su habitación. Le quedaba muy bien. Se sentía bonito. ¿Por qué nadie podía ver eso?
Estaba viéndose fijamente hasta que alguien entró.
- Zhannie, adivina quienes tuvieron el primer lugar en... -iba feliz por algo que sucedió con sus hijos en la escuela y quería contárselo, aunque sus palabras se fueron al verlo- wooaw.
Zhan se le quedó viendo, ya no le importaba si lo miraba con su atuendo puesto, solamente quería echarse a llorar porque se sentía tonto, es decir, se visualizaba a sí mismo caminando al lado de Yibo con eso el día de su boda, pero quería que todos disfrutaran de su apariencia.
¿O acaso él también iba a decir algo malo sobre eso?
- Te ves hermoso.
No esperó eso, pero sin duda unas pequeñas lágrimas amenazaron con salir de sus ojos.
- Oh... ¿De verdad lo crees? -volteó a verse en el espejo- porque pensaba devolverlo.
- ¿Por qué lo harías? -cerró la puerta tras él- digo, sin dudas serás el centro de atención -señaló todo su atuendo- ¿Pero no se supone que así sea? -acortó la distancia, tomándolo por la cintura- me encanta. Serás el novio omega más bonito, Zhannie.