11.

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No quería decir eso.

En ningún momento quería decirle acerca de mis sentimientos...

¡¿POR QUÉ LO HIZO?!

¡¿ACASO ESTÁ BROMEANDO?!

No le quité la mirada de encima. Mis mejillas arden tanto que incluso mis ojos lo pudieron sentir ya que los tengo entre cerrados. Mi garganta se cerró. Las palabras se han quedado atoradas ahí y están forzando la salida porque me duele. Me duele la garganta. Quise hablar pero reí a carcajadas. Era una risa nerviosa igual que el movimiento con mis manos, que están temblorosas y frías.

— ¡No sabía que contabas buenos chistes! — dije entre risas, secando las palmas de mis manos en mi pantalón. Él no reía, estaba serio. Poco a poco fui calmando mi risa. Pero estoy muy nerviosa que no encuentro la manera de controlarme —. Es... Es una broma, ¿Verdad?

— No lo es. ¿En algún momento comencé a reír?

Su tono de voz pareció haber sido de dolor. Como si algo no le hubiera gustado y había perdido su entusiasmo; hablaba con voz monótona, sin emoción pero sólo con la obligación de responder.

— Yo... Perdón — me disculpé —. Perdón...

Mis disculpas se pueden malinterpretar. No me estoy disculpando porque no le puedo o quiero corresponder y no quiero hacerlo sentir mal, ¡Me estoy disculpando por ser tan tonta y creer que se está burlando!

— Sí, yo... Lo entiendo, Sunmi. Perdón...

— Me has gustado desde el primer momento en que te conocí — confesé, con la cabeza baja. Que me vuelva a ver sonrojada y con la mirada inquieta no es muy agradable para mi —. Esa tarde, tu sonrisa ha sido lo que más ha permanecido en mi cabeza hasta el día de hoy. No sé, me generaste confianza en ese momento pero... También me sentí cómoda. Fue extraño, fue como... Si nos hubiéramos conocido desde antes... Y... Yo... Uhmm... Me gustas mucho, Satoru, de verdad. Reaccioné así porque estaba nerviosa por tu comentario.

No ha dicho nada. No ha hecho algún movimiento. Nada de nada. Sólo me fijé en la bastilla de la manga de su camiseta. Suspiré. Me siento como una idiota. Fue mala idea haber confesado mis sentimientos. No debí haberlo hecho.

— Me voy a mi habitación — dije avergonzada. No pienso ir a mi habitación, quiero ir a la habitación de Ieiri para ponerme a llorar con ella.

Sujetó mi mano para impedir que me fuera. Quise soltarme pero me tomaba con algo de fuerza pero también de manera delicada, con la intención de no lastimarme. Tiró de su agarre para acercarme a su pecho, donde inmediatamente, recosté mi cabeza para abrazarlo. Dejó su mano sobre mi cabeza y la otra en mi espalda, yo acariciaba su espalda, recordando cómo se veía desde el punto de vista que tuve en la tarde.

— Perdón si te hice sentir mal — dije, ocultando mejor mi cara en su pecho.

— Entiendo que no eres de expresar tus sentimientos con tanta facilidad — contestó, comenzando a pasar sus dedos por mi cabello.

— Me gustas mucho. Te quiero mucho.

— Yo más a ti — hizo poca más fuerza en sus brazos para sentirme más cerca, suspiré profundo —. Yo te quiero más.

Besó mi cabeza para después bajar y besar mi frente. Yo estaba atenta a un punto de su camiseta. Es suave y lisa, siendo capaz de relajarme. Igual que sus manos en mi cabeza y en mi espalda.

— ¿Quieres seguir viendo la película? — negué — ¿Quieres que te acompañe a tu dormitorio?

— ¿Puedo dormir aquí? — pregunté de repente. Creyendo que le iba a molestar pero liberó una ligera risa.

«Lovefool»; Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora