No debería estar ahí, esto solo podía acabar muy mal, pero debía hablar con él.
Se enteró del compromiso el día de la ceremonia en Hogwarts, y decidió fingir que nada pasaba, que todo seguiría igual, pero no podía caer tan bajo, seguir igual sería terminar destruyéndose a sí mismo. Su padre fue invitado como conde de Wiltshire, y le permitió ir en su lugar con la excusa de que debería empezar a aprender sobre sus responsabilidades como vizconde.
Decidió llegar algo temprano, justo en la hora establecida, si dejaba que llegara mas gente, perdería todo el valor que reunió en nombre de Godric.
Tuvo la fortuna de divisarlo en cuanto entró al palacio, como futuro heredero, estaba recibiendo gente. Lo saludó cordialmente, Remus fingió no haber sentido una punzada en el pecho al pensar que así sería siempre de ahora en adelante, pero debía hacer esto.
Cuando estuvo lo algo alejado, pero suficientemente cerca para que el rubio lo viera, el licántropo se encargó de dejar salir las habituales y sutiles chispas de su varita, dejándole en claro que quería verlo en privado.
Caminó alrededor del salón esperando que alguno de sus amigos apareciera, se había distanciado de la mayoría. Sin embargo, Sirius se encargaba de que, por más que intentara aislarse, James y Peter no se fueran de su lado.
Inevitablemente, imágenes de los últimos años se proyectaron en su mente, la primera vez que hablaron, la vez que tuvo el valor suficiente de hablarle de su pasado, el primer beso, esa vez en una habitación de la mansión -que ingenuo había sido en ese momento pensando que lo dejaría entrar a la propia-, la primera vez que alguien le dijo que lo amaba...
—¡Moony!—Sirius apareció abrazándolo efusivamente, poco propio de un príncipe y ganándose algunas malas miradas de los nobles alrededor—¿Pasó algo?—su preocupación era evidente, seguro por sus ojos algo rojos.
—Para nada, solo fue un bostezo—sonrió conciliador—. ¿Cómo podría algo salir mal en una noche tan deslumbrante?
—Es cierto, las cosas han... salido extrañamente bien—caminaron juntos a la barra de bocadillos—. Pensé que tu padre asistiría en tu lugar.
Ese era el plan inicial, su padre iría por él, no solo por tener mayor jerarquía. Se acercaba la luna llena y estaba algo débil, no se supone que debería estar fuera, pero tenía asuntos importantes que arreglar.
—¿James y Peter no vendrán?—habían comenzado a dar vueltas por el lugar y no los había visto llegar, pero ellos deberían estar ahí, sus puestos en la corte eran más importantes que el suyo b
—Sobre Peter no estoy seguro, su padre es el noble después de todo, el solo heredó un título— le restó importancia con un gesto—, y Prongs sí está aquí, lamentablemente, él y Regulus están atrapados en una conversación con mis padres—los señaló sutilmente—. Dudo que salgan pronto de ahí.
Siguieron conversando amenamente con algunas bebidas de por medio. Ya habían pasado algunas horas, podía ver a Regulus bailando con la hermana de James, y a la princesa Carrow que miraba la escena algo molesta, divisó a una solitaria Mary Macdonald en un extremo de la fiesta, era amiga suya y si el volvería a estar solo, ya no le debía lealtad a nadie.
—Conde Macdonald, un placer encontrarnos de nuevo—me dirigió un cordial asentimiento y beso el dorso de la mano de Mary, no necesitaban más, ambos tenían la misma posición en la nobleza.
—Lo mismo digo joven Lupin, tenía la esperanza de encontrarme a su padre, ¿qué te trae por aquí?
—Tenía algunos asuntos que atender aquí, mi padre lo aprovecho como una oportunidad única para comenzar a introducirme a la nobleza—la morena lo veía divertida por sus modales—. Si hablamos de la razón por la que me presento con usted, me gustaría bailar algunas canciones con su hija.
El hombre lo miro con desconfianza, no tenía un rango más alto del que tenía su hija, Mary le dijo algo al oído, terminó cediendo. Caminaron hacia el centro a paso formal, sentía una mirada penetrante sobre el, no se inmutó, no debía.
—¿Joven Lupin? Te ascendió, la última vez seguías siendo joven Remus—comentó divertida.
—Oh cállate, Mary, mi padre sigue convencido de que me buscas como forma de mantener los dos títulos—dijo con fingido reclamo.
—!Oh no! Mi plan ha sido revelado—llevo una mano a su frente en un gesto dramático—. Robare el título de alguien que tiene mi mismo título, una verdadera tragedia—soltó una pequeña risa y negó divertido.
Bailaron un par de canciones más acordando encontrarse más adelante, sin segundas intenciones antes de lo planeado.
Una vez dejaron de bailar, escaneó el salón buscando a sus amigos, para su desgracia se encontró primero a Regulus quien le dijo que el príncipe Malfoy lo buscaba para hablar de 'negocios importantes', claro que el menor de los Black no tenía porqué saber lo que eso significaba.
Se dirigió a uno de los ventanales saliendo al balcón y encendiendo un cigarrillo, esa forma de calmar la ansiedad se la tenía que atribuir también al rubio.
Se quedó en silencio, sabiendo que lo había seguido pero tardaría un poco más en salir para evitar sospechas. Observó la luna detenidamente, era su maldición pero siempre encontraba consuelo en ella de alguna forma. Se sumió en sus pensamientos ajenos al ambiente dentro.
Escuchó tras de sí como cerraban el ventanal y lo insonorizaban, no se inmutó.
—¿Por qué no me lo dijiste?—habló serio, con un deje de decepción, no quería que se denotara su sentimiento de haber sido traicionado—Y no te atrevas a decir que no sabes de que hablo.
—Amor-
—No—lo cortó fríamente—. Ya no juegues conmigo, es la última vez que hablamos, no necesitas seguir con este—hizo una pausa para hablar con sarcasmo—mundo de fantasía.
—No tenía ninguna razón para decirte—sonaba desesperado, triste. Remus rio internamente, siempre las mismas actuaciones.
—¿Decirme qué? ¿Que me mentiste? ¿Que el cortejo de Narcissa no era falso?—Lucius lo abrazó por atrás, quiso apartarse pero no podía mostrar debilidad—Me mentiste.
—No, amor, no te enojes conmigo—su aliento pegaba contra su oído—, tú sabías que-
—No—volvió a interrumpir—, tú me dijiste que lo de Narcissa era temporal, que necesitabas alejar la atención de otros asuntos, lo acepté, pasé noches en vela esperándote. ¿Para qué? Para que al final solo la desposaras, entiendo que no me tenías que consultar nada, pero hubiera sido prudente avisarme ¿no crees?
El rubio bufó, separándose molesto.
—¡Merlín, Remus!—se frotó la cara con exasperación—¿No entiendes? No tienes derecho a reclamar nada.
Remus se dio la vuelta, por fin encarándolo, sus ojos reflejaban la molestia que sentía, no había tristeza, solo enojo y decepción.
—¡No quiero meterme en un matrimonio! ¡Merlín! Ella no me agrada pero no le haría eso. Yo no lastimaría a alguien así.
—Cariño, no eres tan importante—habló mordaz, con fingida dulzura—. Narcissa sabe que está por encima de ti, sabe que es irremplazable—bufó acercándose peligrosamente—. Sin embargo, tú, un amante, una aventura—rió—, te puedo cambiar fácilmente, amor—lo tomó por el mentón dándole un casto beso—. Si seguimos así es porque yo quiero que sigamos así.