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Lila nunca se había enamorado.

Bueno, no realmente. Había sentido atracción a ese chico rubio cuando estaba en sexto grado, y luego a esa chica de pecas en octavo. Pero nunca lo llamaría "enamoramiento".

Nunca era como ese gesto cursi de querer comprar flores o tomar su mano en un paseo. Al menos hasta hace unos meses.

Ya había conocido a Diego. Si trabajabas junto a Klaus era imposible no conocerlo.

Ella había llegado justo cuando Klaus había terminado su mudanza en el piso de arriba. Las visitas de Ben y Diego eran constantes, siempre buscando a Klaus y preguntando por él, haciéndole interrogatorios a ella y Sissy cada que podían. 

A Lila le divertía cuando Diego se hacía el rudo, pero era un tanto adorable como protegía a Klaus. 

Verlo cuando tenía cara de perro enojado cuando algún cliente coqueteaba con Klaus en su presencia o su mirada de preocupación cuando Klaus no estaba porque salió un momento, incluso si era sólo al baño. 

Probablemente allí fue donde todo comenzó, con ella siendo capaz de ver esas facetas de Diego.

También, Diego era bastante atractivo. 

Y después de ese primer año, dejaron de verse con tanta regularidad, por lo que pensó que ya no sentiría esa atracción que había sentido.

Lo cual fue un error, porque cuando Klaus hacía fiestas o en ocasiones diversas terminaban encontrándose y podía sentir esa chispa en su pecho encenderse una vez más. 

La última vez fue la gota que derramó el vaso, con Klaus teniendo esa extraña relación con Hargreeves, ese hombre no le inspiraba confianza alguna.

Pero al final no pudo hacer nada más que retirarse, sobre todo porque la puerta aún no estaba arreglada y eso significaba que no habría trabajo todavía.

Diego la interceptó en la salida y ofreció llevarla en coche al notar su falta de motocicleta. Ella aceptó fácilmente, y se fue a su lado con Ben en el asiento de atrás. 

Ambos hablaron durante el viaje, Diego se quejaba de algunas cosas de su trabajo, Lila se burlaba de él y ofrecía un par de consejos dudosos pero probablemente no inservibles.

Al final, tanto ella como Ben bajaron en la misma calle, con ella decidiendo ir a su departamento y Ben a la librería un par de edificios después. 

– Son muy obvios. – La voz de Ben la sobresaltó una vez bajaron del auto de Diego.

– ¿Qué?

– Vamos Lila, no soy estúpido. Tú y Diego son muy obvios. 

Ben bufo antes de darse media vuelta e irse a ĺa librería de la calle, dejando a Lila completamente sola y en proceso de analizar lo que dijo.

Subió a su departamento y se acostó en su sillón, todavía pensando, hasta que todo hizo click y su rostro se calentó.

Se sentía avergonzada, demasiado avergonzada. Entonces sacó sus emociones golpeando sus almohadas y gritando contra las mismas como si se tratara de un berrinche.

A ella no le gustaba Diego, él era un idiota que jugaba al lobo solitario y ella… Ella era igual.

Gruño y decidió tomar una ducha y una siesta para intentar entender mejor lo que sentía y confirmarse a sí misma que sólo fue un poco de atracción a Diego y que no pasaría a más.

Por supuesto, la siesta duró mucho más de lo anticipado, para cuando despertó terminó haciéndose una cena sencilla y vio un poco de televisión en lo que pasaba la noche.

Al día siguiente hizo su rutina con regularidad, aunque esta vez era acosada por sus pensamientos acerca de Diego y la estupidez que dijo Ben. Y llegó a una conclusión después de tanto pensamiento.

Le gustaba Diego. Y más que un simple revolcón que podría tener. 

Por un momento pensó en llamar a su madre, contarle y pedirle consejo, pero conociéndola querría conocer a Diego antes que nada y no iba a dejar que eso pasará hasta después. Y llamó a la única otra persona que podría ayudarla.

Klaus.

Aunque su día tan bueno tenía que tener como cereza del pastel que ni siquiera Klaus le contesta su llamada, sino su "novio" Hargreeves. 

No le agradaba, sentía que era un tanto petulante y presuntuoso, y después de lo que Klaus pasó, podía entender la sobreprotección de Diego y Ben. Y por supuesto que usó la oportunidad para pedirle amablemente que no quería hablar con él. 

Varios minutos después, Klaus la llamó para que se juntarán a hablar acerca de su "asunto". 

El tal Philip o Cinco o lo que sea no le dijo a Klaus lo que ella despotrico apenas contestó, bien. Puntos extras para el Hargreeves por no revelarle a Klaus el motivo.

Y ahora estaba allí, en la plaza con sus pantalones rasgados y mejillas calientes, esperando que Klaus reaccione a la repentina información que soltó. 

– ¿CÓMO?

Allí estaba.

– No voy a repetir lo que dije, idiota.

– No, no, está bien, es sólo… ¿Te gusta Diego? – La pregunta de Klaus junto a su pequeña sonrisa la hizo soltar un resoplido.

– ¡Ya lo dije!

– ¡De acuerdo! 

Klaus se rió con fuerza, y ella hizo todo lo posible por no golpear su hombro o empujarlo a la fuente.

– ¿Y qué pasó con tu política de "No salir con policías porque son idiotas"?

Esta vez Lila gruñó haciendo que Klaus callara su voz y solo soltara pequeñas risitas.

– Perdón, perdón – Se disculpó Klaus entre risas. – ¿Y por qué me cuentas? No tienes que pedirme bendición, Lila.

– No te pido bendición, te pido ayuda, ¡Ayúdame a olvidarlo!

– ¿Eh? ¿Y eso porqué? Diego no es malo.

¿Y no era eso parte del problema? Diego era alguien decente, un buen hombre que cuidaba de sus amigos como si fueran familia, y eso la había enganchado.

La manera en que Diego hablaba de Ben y Klaus, la manera en que trabajaba, como le gustaba jugar con pequeñas navajas o con plumas, la manera en que hablaba de… Ella.

– Pero él tiene a esa mujer, Patch. – Murmuró Lila.

– ¿Eh? ¿Eudora? 

Lila asintió miserablemente.

– Ellos rompieron años atrás, aunque Diego me dijo que no le dijera a nadie que salieron en la academia, y menos que rompieron, aunque si cuento que rompieron debería contar bien el chisme y…

Las palabras de Klaus se perdieron en el aire junto a sus divagaciones que solía tener de vez en cuando.

Pero Lila sólo pensó en una cosa.

Tenía oportunidad.

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