LA OVEJA NEGRA

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MIHAI KOVALEV

Nunca fuí como soy ahora, de hecho, yo amaba incondicionalmente y hasta podría decir que en cierto punto, quería ser como mi padre cuando sólo tenía cinco años de edad, el gran Julian Blue. Un hombre que no se dejaba caer tan fácil y que sobrellevaba cargas tras cargas sin quejarse, pero la vida te cambia, la familia te cambia, los amigos te cambian, los amores te cambian y el mismísimo tiempo te cambia.

Siempre fuí la oveja negra de la familia, bueno en un momento determinado todos me odiaban de alguna forma y no pude cambiar eso. Me daba igual.

Mi padre siempre fue bueno conmigo, me ayudaba hacer la tarea aunque no tenía el tiempo para aquello, se esforzaba por ayudarme. Y para mí desde que le conocí era el mejor padre del mundo, hasta que mi hermano llegó a la casa. Ese día todo cambió, el ambiente estaba más tenso que de costumbre y aunque mi abuelo aún no había muerto, mi padre estaba peleando una guerra interna.

Ese día pude escuchar una conversación, y hubiera sido mejor no escuchar nada a escondidas, porque esa conversación nunca la olvidaré y siempre quedará en mi mente para siempre.

—Isadora, ¿cómo demonios pretendes que te creeré después de lo que has ocultado todo este tiempo?. —papá gritó, estaba furioso con mi madre y ella solo hacía llorar sentada en una de los asientos del despacho de mi padre.

—Entiende que es lo mejor para los dos, así tendrás un pedazo de ella contigo. —no sé de qué hablaba mi madre, pero su llanto no cesaba y solo hacía taparse la boca con sus manos para callarlo.

—¿Un pedazo de ella dices? —mi padre rió sarcásticamente. —¿es que no entiendes lo que has hecho?. —mi padre miraba frente al gran ventanal la vista de invierno. Tenía cara de enojo total —tú me has traído un pedazo de ella pero yo... —dijo. observó a mi madre —yo estoy roto hace tiempo, es que no lo ves —formuló. mi madre solo hacía observar a mi padre y llorar trágicamente.

—Pero mi amor. —dijo mi madre. Mi padre la miró enojado.

—No me vuelvas a llamarme así, ya te lo he dicho un montón de veces —murmuró papá. mi madre lloró desconsoladamente —Y así como trajiste a uno de mis mellizos, quiero que te mantengas muy apartada de él —dijo en un tono diferente. mi madre volvió a llorar.

—Pero Julian, entiéndeme a mi —mi madre trató de hablar. Ella caminó hasta donde estaba mi padre.

—¿Que te entienda?. —mi padre la observó de pies a cabeza y arqueó las cejas —Tu eres la que debes entender que yo a ti no te amo Isadora, tu fuiste la que te encaprichaste conmigo desde el día uno. Perdí mi juventud y todo lo que amaba. —Mi padre se alejó de mi madre —Y sabes muy bien porque sigo aquí y te lo dejé muy claro cuando nos casamos.

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—¿Y Mihai, qué con él?. —ella preguntó determinante. mi padre paró a medio camino y se quedó en silencio.

—Al venir aquí... —mi padre pensó —tú decidiste que Mihai sería mi hijo. —mi padre se sentó —Mihai seguirá siendo mi hijo, ya que tú lo decidiste —dijo muy tranquilo. Mi padre había sonado duro y nunca le había escuchado de esa manera.

—Sabes que puedo hablar con mi padre en cualquier momento —mi madre se paró recta frente a él y mi padre rió sarcásticamente.

—Creo que si puedes contarle. —formuló. mi padre observó a mi madre —así le cuentas que robaste un niño y estuviste todos estos meses escondiendole cosas, a ver como reaccionará —mi madre tragó saliva y suspiró —no le gustará escuchar que su hija preferida, con cáncer ha estado trabajando de más en algo tan irrelevante —Mi padre acomodó sus codos en la mesa.

—Irrelevante es que la sigas amando a ella —mi madre negó —y no te desquites tu enojo restregándome que casi voy a morir de cáncer.

Esa noche mi padre se quedó callado y mi madre salió del despacho, yo me había ido corriendo a otro lugar para que no me vieran, ellos nunca se habían peleado así o bueno al menos nunca los había visto de esa manera. La enfermedad de mi madre cada vez iba empeorando y el médico que atendía la familia Kovalev (el apellido de mi abuelo) le dijo a mi abuelo que no duraría mucho.

En verdad no entendía mucho y un niño de cinco años no es que tenga mucha madurez para entender de enfermedades, pero dicen que los niños son esponjas y que pueden absorber todo. Y durante las peleas diarias entre mi padre y mamá yo iba recogiendo información, desde muy temprana edad me volví una memoria ram, esa que guarda los datos más importantes.

A medida que el cáncer de mi madre se iba agravando, mi hermano empezaba a crecer y mi padre estaba más atento a él. Mi abuelo recibió a mi hermano para ser un Kovaleva más, pero mi padre no le permitió que le pusiera el apellido ya que el apellido de mi padre era Blue; y mientras mi hermano crecía, mi padre cada vez tenía más interés en él, solo por una cosa, mi hermano estaba enfermo, muy enfermo. La primera vez que lo vi a los ojos, fue fascinante, una sorpresa ver esos ojos azules y me parecieron hipnotizantes, tenía los ojos de mi padre y era sin duda una copia de él. Sin embargo mis ojos eran de color marrones y ni sabia aquien los habia sacado, ya que mi madre los tenia verde.

El tiempo iba pasando y mi madre iba empeorando, al igual que el niño que ella había traído; mi abuelo murió y aunque nunca quiso hacerlo, le dejó el legado familiar a mi padre. Era él ahora el cabecilla de todo. Fue un tiempo de caos para toda la familia, mi abuelo muerto y mi padre haciendo cargo de todo el negocio. Durante ese tiempo, mi padre rara vez venía a verme, había dejado en claro, que no se acercaran al niño de ojos azules ya que según él, estaba enfermo. Y no quería que lo enfermaran más de lo que estaba. Estupido niñato.

El niño de ojos azules siempre estaba con mi padre, al igual que yo, pero mi padre siempre lo miraba con melancolía, como si tuviera recuerdos ocultos o como si lo amara demasiado. Mi madre era una persona caprichosa, ya que me había dado cuenta que habían obligado a mi padre a casarse con ella, y con sus caprichos había traído a ese chico a la casa. Mi hermano Julien, nunca le dijo mamá a mi madre y eso le molestaba a tal punto que se quejó con mi padre y lo único que mi padre respondió fue: Yo soy quien se lo prohibo. Y de tanto prohibir, el chico se crió un poco alejado de todo y eso yo lo detestaba. ¿Que tenía él que yo no?.

Los años siguieron pasando y mi madre aún no moría y le agradecía a la vida por ello, ella me trataba excelente. Pensé que el médico familiar se había equivocado y que mi madre no estaba enferma. Mi hermano y yo íbamos creciendo y él siempre trataba de que hiciéramos cosas juntos, ¿pero cómo le puedes tener amor a una persona que trajo un terremoto hogareño?. Mi hermano siempre sonreía, pero tenía esta capacidad de lucir igual que mi padre con su seriedad genuina. Era su copia.

ERES X PARA MI #2  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora