XV

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Gerard acariciaba con las puntas de los dedos el brazo de Sergi, desnudo como el resto de su cuerpo. El chico estaba tumbado, con la cabeza apoyada en el pecho del central y los ojos cerrados.

Sergi respiraba tranquilidad, se sentía lleno, completo. Todavía le ardía la piel y le hormigueaba el cuerpo. Sonreía, ebrio de amor, mientras acariciaba los abdominales del central.

Gerard estaba mucho menos tranquilo, se sentía mucho menos completo, y el griterío de su cabeza le hacía imposible pensar en ninguna de las sensaciones que le quedaban después de haber tenido el cuerpo de Sergi sobre el suyo hacía solo unos minutos.

Ni siquiera había conseguido concentrarse en eso.

—Te oigo pensar desde aquí— murmuró Sergi.

Gerard trató de sonreír un poco, mirándolo en silencio.

—¿Qué te pasa, Geri?

—No te preocupes.

—Sé que... sé que no somos nada— suspiró —pero puedes contármelo— dijo —puedes hablar conmigo si lo necesitas—.

Gerard tragó saliva.

—¿Es por Cesc?— preguntó con cuidado.

El central lo miró sorprendido —eh... no, no, ya... ya solucionamos eso—.

—No me refiero a vuestra discusión.

—¿Entonces?— preguntó no muy seguro.

—Sé que te gusta, Gerard.

—No... — el griterío de su mente se había convertido en un zumbido.

—No hace falta que lo niegues por mí, no vas a hacerme daño— lo miró —es evidente, Geri, solo hay que fijarse un poco—.

El central permaneció en silencio.

—Y tú también le gustas a él— siguió hablando Sergi —pero todavía no se ha dado tiempo para darse cuenta—.

—Sergi, yo no le gusto.

—Eso lo dices tan seguro porque no has visto cómo te mira.

Gerard tragó saliva.

—Yo sé que no le caigo mal, sé que el problema que tiene conmigo, no soy yo, Geri, eres tú.

—Estaba celoso porque lo dejé de lado— admite —como amigo— se ve en la necesidad de aclarar.

—¿Cómo amigo?— le preguntó incrédulo —nadie con dos dedos de frente pensaría que sois solo amigos, Gerard, os pasáis el día abrazados, dándoos besos, jugando— lo miró —dormís juntos cuando hacemos noche en hotel, y no me refiero solo a que compartáis habitación, todo el equipo sabe que una de las camas aparece siempre mágicamente hecha, aunque prefieran mirar para otro lado—.

El central lo miró en silencio.

—Date cuenta, Gerard, por Dios— pidió —claro que le gustas— lo miró a los ojos —solo necesita darse cuenta—.

—¿De verdad lo piensas?— preguntó casi en un susurro.

—De verdad— respondió —igual que pienso que para ti no es alguien más, no te gusta y ya— suspiró —estás enamorado de Cesc, Geri—.

El central tragó saliva y lo miró a los ojos —y tú estás enamorado de mí, Sergi—.

El chico bajó la mirada al suelo, sonriendo de lado levemente.

—Eso no importa ahora.

—Sí importa, Sergi, es importante.

—No voy a conseguir que te enamores de mí— dijo —lo sé, Gerard, no pasa nada— suspiró —pero... no alargues esto a lo tonto— pidió.

El central lo atrajo hacia su cuerpo en silencio, manteniéndolo ahí.

—Gracias, Sergi— murmuró.

—Gracias a ti— sonrió con sinceridad, mirándolo.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Por haberme hecho feliz.

Gerard giró la cara hacia él y se acercó a sus labios. Lo besó con cuidado, pero el centrocampista le mordió el labio inferior con fuerza.

—Sergi...— murmuró.

—Deja que me despida bien de ti— pidió, volviendo a besarlo mientras se sentaba sobre su cadera.

Al central se le entrecortó la respiración al notar el peso del chico sobre él, lo sujetó por la cintura y lo besó con fuerza.

—Quiero...— murmuró Sergi sobre sus labios —quiero que te acuerdes de mí—.

—Créeme que lo haré— contestó en un susurro, sintiéndose hervir por dentro mientras le acariciaba el cuerpo.

Gerard y Sergi se despidieron. Tal vez no de la más convencional de las maneras, pero sí de la que realmente los hizo sentir que su historia terminaba, que se cerraba como debía.

Ojalá todo fuera siempre así de fácil. 

Nuestro Lugar [Gerard Piqué & Cesc Fàbregas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora