- Haber como te lo explico -dijo Dean algo dudoso- ¿Y si lo dejamos en qué no has visto nada?
- ¿En serio? -me cruce de brazos- Quiero explicaciones, ahora -exigí.
- Cuéntaselo, Dean -dijo Sam- Ya da igual.
- Está bien -Dean se pasó la mano por la boca y se preparó- Pero te aviso que todo tu mundo va a cambiar.
- Sí, sí, sí -dije impaciente- Venga, y sin omitir detalles.
- Vale, Sam y yo somos cazadores, pero no cazadores normales.
- Me lo imagino.
- Cazamos mosntruos: hombres lobo, vampiros, fantasmas, ghouls...
- Vale, ¿algo más qué añadir?
- ¿No te asustas? -preguntó Dean. Yo negué- ¿Ni siquiera un poquito? -volví a negar- Vaya, ha sido más fácil de lo que pensaba -dijo sonriente.
- Bien, siguiente tanda de preguntas: ¿quién es ese tipo?
- Azazel -dijo ahora Sam- Un demonio muy cabrón.
- Vale, hasta aquí todo bien, ¿qué quiere de mí?
- No lo sabemos -Sam se sentó- ¿Cuándo dijiste que tus padres murieron?
- Yo ti no te lo dije -miré a Dean que estaba evitando el contacto visual conmigo- Da igual. Cuando yo tenía 5 años, y no sé exactamente como murieron.
- ¿No fue un incendio? -negué con la cabeza- Vaya, no coincide.
- ¿Coincidir el qué?
- Verás, Azazel está reuniendo una especie de "ejército" infernal, cuando ciertos niños cumplieron los 6 meses, Azazel entraba y les alimentaba con su sangre. Así murió nuestra madre -Sam agachó la cabeza.
- Lo siento -resoplé- ¿Y habéis vendio a por él?
- No -ahora era Dean el que hablaba- Se suponía que veníamos a por un nido de vampiros, antes de ayer los matamos, aunque aún seguimos buscando a uno que consiguió huir.
- ¿Y qué pasa con el tarado de ojos amarillos?
- Si nos lo volvemos a cruzar, nos encargaremos de él -Dean miró la hora- A lo tonto nos hemos echado la tarde, nos tenemos que ir, el vampiro saldrá a cazar en seguida.
Los dos se levantaron.
- Eh, eh, eh, quietos ahí -les ordené. Ambos se giraron- No podeis decirme todo esto e iros así sin más.
- ¿No? -preguntó el mayor de los dos.
- No.
- Pues una pena -acabó diciendo.
- ¿Y si vuelve a por mí?
- Tienes mi número, solo tienes que llamarme.
- Creo que para cuando lleguéis ya estaré más que muerta.
- Pues asegurate de no estarlo.
- Idiota -le dije.
- Zorra -me contestó.
- Panda -dije.
- Estaros ya quietos -dijo Sam- Vamonos, Dean.
Dean y Sam se fueron y no pude hacer nada para evitarlo. Hombres, como ese demonio vuelva a por mí, pienso volver en forma de espíritu vengativo y matarles, por capullos.
Cogí un libro cualquiera de la estantería y empecé a leerlo en el sofá. Menudo día llevaba.
Narra Dean.