❝Sus ojos no se atrevieron a verme por mucho tiempo. Aunque aun dudo que fuese por vergüenza o culpa... Y hasta el momento sigo esperando una respuesta coherente acerca de sus acciones.
❝La extraña que estaba enfrente mio había sido la causante de todas y cada una de mis desgracias. Sin embargo lo único que veía en sus expresiones era monotonía, frialdad, como si secuestrar a alguien fuese lo más normal del mundo para ella. Probablemente lo es pensé en aquel momento, ay Dios, si hubiera sabido lo que se avecinaba.
❝Ninguno de los dos hablamos. Yo me encargaba de verla y de pensar en una manera como sonsacarle la información que había deseado saber desde el momento en el que desperté. Ella, al contrario, miraba su alrededor y sobre todo mi ambiente. Supongo que lo hacia para prevenir cualquier “desgracia” que terminaría siendo, según yo, la solución a mis problemas en aquel momento. No era tan estúpido como para tratar de escaparme, en ese momento. Esto no era una película, era mi vida real. Debía ser muy cuidadoso y yo lo sabia, lo sabia de sobra. Por esa misma razón no trataría de escapar, lo evitaría a toda costa. Tal ves si lograba hallar una forma no tan peligrosa de hacerlo y el momento adecuado lo haría. Pero sabiendo como eran estos casos, sabia que no sería tan fácil como lo pintan las películas y novelas.
❝No se como, la mujer de cabello rojo y ojos azules se atrevió a verme a las ojos después de todo lo acontecido. Pero lo hizo. Me vio sin remordimiento y sin afectarse y sin dejar su careta de póquer de lado. Todo me pareció más molesto que antes. Al fin del caso, la extraña anterior era amable y buena conmigo. Sin embargo la mujer que tenía enfrente parecía ser una bruja.
❝No esperé a que ella hablara, no deje de verla. Ella sería la primera en conocer a Harry. Al verdadero Harry Styles. Antes que ella pudiera procesar todo me paré, ella tendría que explicarme todo. O eso era lo que yo esperaba.
— Vaya, vaya, al fin nos volvemos a ver. — fui el primero en romper el tan tenso y largo silencio que habíamos sostenido.
— Ay, niñito. Sientate. — ordenó con burla en sus ojos brillantes.
— No lo creo cariño. Tienes mucho que explicar. — dije con altivez, acercándome a ella sin dudar.
— N-no tengo nada que decir. — tartamudeó y pude darme cuenta que había conseguido sorprenderla, hasta asustarla.
— Claro que sí. Y por lo visto también tienes mucho que aprender. — susurré confiado. Sabia como tratar con esta clase de personas. Ser un hombre de negocios te hace mucho mas capaz de lo que crees.
❝La miré un segundo, comprobando lo bonita que era. Su cabello rojo, casi naranja que se notaba que era natural, estaba suelto en ondas suaves. Sus ojos eran brillantes, grandes y azules. Era imposible no verla. Su blanca tez y labios rosa le daban un toque femenino. Su delgada figura y porte le daban elegancia. Y su voz decidida le daban carácter... Pero ninguno de sus atributos llamó mi atención del todo. Era una chica hermosa, pero no mi tipo de chica hermosa.
— Sientate, tenemos que hablar. — ordené Volviéndome a sentar y mirando hacia la ventana como lo hacia antes.
— Mira niño, yo no he venido a hacer vida social. Vine a ver si ya habías terminado de arreglarte. — contestó molesta.
— Esto que hablaremos será todo menos una plática social. Lo único que quiero saber es salir de este maldito lugar y volver a mi vida normal. — grité alterado, cansado de no saber en donde estaba ni el porqué de mi secuestro.
— Eso no se va a poder, querido. — respondió con un tono de voz irritado.
— Mira, no me importa quien eres o que quieres de mí, solo se que no te conviene tenerme aquí encerrado. — amenacé, sabiendo perfectamente que papá no tardaría en empezar a buscarme.
— Tal ves, pero yo sólo sigo ordenes, a mi que tu estés aquí no me afecta en nada. Deja ya de perder tu tiempo. — aconsejó.
— ¿Que quieres de mi? ¿Dinero? — pregunté. Prefería estar afuera y pagar una fortuna que quedarme adentro en esa casa de locos.
— Por favor, yo no necesito tu dinero. — bufó con ironía.
— Entonces, ¿que putas quieres? Si no es dinero ¿que más puede ser? — pregunté volviendome a parar de mi asiento.
— Yo de ti no quiero nada. Como lo he dicho antes, solo sigo ordenes.
— ¿Ordenes de quien? — pregunté tratando de hallar una pista, por mas tonta que fuese.
— Calmate, guapo. Sabrás todo a su tiempo. — aseguró con burla.
— No quiero saber todo a su tiempo, como tu dices. Quiero saberlo ahora. — exigí con un tono de voz exasperado. Estaba harto de la misma mierda.
— Lo lamento. Bueno en realidad no, no lo lamento. No lamento que sufras un poco tratando de hallar una respuesta lógica a esto. — prácticamente se estaba riendo en mi propia cara de mi desgracia.
— Contesta mis preguntas. — era la ultima vez que podría volver a repetir lo mismo sin perder los estribos.
— No.
Y con ese simple no, colmó mi paciencia. Tomé su brazo con rudeza, ya no me importaba lo que hacia. Solo quería respuestas. Ella chilló por dolor o sorpresa, en realidad no lo he descifrado aun. La moví de un lado a otro gritando:
— Contesta mi puta pregunta, contesta mi puta pregunta, contesta mi puta pregunta...
Una y otra ves lo gritaba en su cara, hasta que de repente la puerta se abrió de un portazo y un hombre de unos treinta años con aspecto bravucón entró a la habitación.
❝No se como el hombre llegó tan rápido a donde estaba y tomó a la pelirroja del otro lado sacándola de mi agarre bruscamente.
— ¿Que te pasa, maldito?
«Esa voz, ¿donde he oído esa voz» pensé al oír la voz del extraño que había interrumpido mi pelea con la pelirroja. Y de repente rodó cuadro, esa voz, esa puta voz, «maldito hijo de perra» pensé antes de tirarmele encima y golpear su cara con mis puños.
❝El extraño que acababa de entrar a la habitación era el maldito que me había golpeado hacia un día. No dejaría que se fuera sin su castigo, sin una cucharada de su propio chocolate. Pero al tirarmele encima la pelirroja empezó a gritar como desquiciada y apenas le pude dar unos golpes bien puestos al idiota antes que otros hombres me agarraran por la espalda, sosteniendome. Respiraba con dificultad e ira, tratando de soltarle del agarre de dos matones.
— Esto aun no se acaba, me pagaras los malditos moretones que tengo en la cara. — anuncié al ver como otros dos hombre le ayudaban a este a levantarse.
❝El hombre sangrando se levanto con la ayuda de sus colegas. Nos miramos fijamente. No lo soportaba a el y el no me soportaba a mi, ese era un hecho obvio. Los dos hombres que me sostenían me dejaron ir y uno de ellos se acercó a mi diciendo:
— Debemos ponerle la venda en loa ojos.
Frunci el ceño negando con la cabeza pero recordé que la única personas que se comprometió a contestar todas mis preguntas no me vería si no estaba atado y con la puta venda en los ojos. Accedí, sabia de sobra que volvería a saber de esa extraña tan amable que me prometió aclararis dudas. Los hombres me ataron las manos y me pusieron la venda en los ojos.