Los artistas interpretaron mímica y obras desde la antigüedad, pero los isabelinos fueron más allá porque profesionalizaron esta actividad. A principios del reinado de Elizabeth I se ofrecían estas representaciones en las casas de campo de los ricos y en los patios de las tabernas públicas. Las mascaradas —en las que los artistas y los bailarines enmascarados representaban historias basadas en la mitología, con guiños a la política de la época— fueron muy populares. Los intérpretes llevaban vestuarios extravagantes y a menudo terminaban la mascarada mezclándose y bailando con los espectadores. No obstante, el arte dramático prosperó cuando se creó en 1567 el famoso teatro Red Lyon, del cual hace un par de años se desenterraron restos en unos terrenos para la construcción de viviendas en el barrio del East End de Londres. Lo construyó el «tendero y ciudadano» John Brayne, quien cofundó otro teatro junto con James Burbage, The Theatre, en el distrito Shoreditch del East End en 1576.
El proyecto, sin embargo, no funcionó. El Red Lion no ofrecía nada que las posadas —que eran los sitios donde hasta esas fechas se realizaban las funciones— no tuvieran. Además, estaba muy alejado del centro de la ciudad y en invierno era difícil cruzar los campos de cultivo que lo rodeaban. La única obra teatral conocida que se presentó allí fue La historia de Sansón. Si bien permaneció abierto hasta 1578, no pudo competir con The Theatre, mucho mejor situado y pensado para acoger a compañías teatrales durante largos períodos.
Se conserva documentación relativa a varios pleitos en los que se menciona al Red Lion. En uno de 1567 se alegaba que Brayne había usado varios trucos para hipotecar seis acres de terreno para construir «la casa llamada Red Lion». Otra demanda, de 1569, se refiere a una acción que Brayne interpuso contra sus carpinteros, alegando que los andamios de madera —quizá los asientos con galerías—, estaban mal hechos.
Los actores profesionales que formaban parte de compañías itinerantes ahora tenían un hogar permanente. Otros teatros autorizados nacieron rápido en Londres y en otras ciudades y los espectáculos se multiplicaron. Las obras podían verse varias veces al día, todos los días, con excepción de los domingos. También se ampliaron los temas laicos cuyo objetivo era el entretenimiento. Las obras trataban sobre historia, política contemporánea, romance, asesinato y comedia.
¿Por qué al público le resultaban tan atractivas? Porque le gustaba el lenguaje utilizado, que a menudo era en verso, los gestos exagerados y las pronunciaciones dramáticas. También porque muchas obras de la época isabelina se referían a Dios y a la venganza.
Los teatros eran edificios circulares con un techo abierto en el centro. Los espectadores miraban desde los distintos niveles de las galerías o desde el espacio central plano frente al escenario elevado. Así, disfrutaban de las interpretaciones con doce o más actores permanentes principales y algunos actores secundarios, quienes actuaban frente a la escenografía móvil pintada de forma elaborada. Estaban acompañados, además, de una orquesta animada.
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La dama de hielo y el pirata apasionado.
Historical Fiction🔞ATENCIÓN, ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA🔞 Los nobles a los que lady Elizabeth, la hija del barón de Rich, rechaza, desconocen su secreto y la acusan de ser «La dama de hielo». El apodo le molesta, pero todavía le queda mucho por aprender. Porq...