Capítulo 27

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— ¿Por qué te enojas? No es como si hubiera hecho algo diferente a lo que acordamos —se quejo el rubio con un puchero —Además, ¡tú fuiste la primera en usar nuestro lenguaje con Katsuki!

— ¡Es diferente, idiota! Podría tratarse de un simple mago súper dotado e inteligente que sabe nuestro idioma, no pensaba que realmente fuera él —le agarro de las mejillas la azabache y se las estiró con fuerza — ¡La flor de Hake-sama pudo haberlo matado!

— ¡Pero no lo hizo! —discutió el de ojos dorados sintiendo un horrible dolor en su rostro que estaba siendo cruelmente torturado por la Sacerdotisa — ¡La flor de mí tatarabuelo funciono! Quería una prueba contundente de que fuera Katsuki Bakugou.

—Lo sé, pero no era necesario arriesgar su vida —bufó la azabache soltando la cara del contrario y suspirando —Conseguimos que los Concejales aceptaran la estúpida apuesta que hiciste, ¿por qué estás tan ansioso y tomas tanto riesgo?

—Porque se trata de la oportunidad que tengo de estar contigo, Kyoka.

La Sacerdotisa de Isoe se puso roja, sus manos apretaron los bordes de su vestido y se negó a mirar la honestidad en los ojos dorados del Líder de Gadia. Ella se enojo mucho cuando uso la flor de Hake con el mago de cabello cenizo y ojos rojos, la Flor de la Inocencia se creo para usarse en una única persona y si alguien más la tocaba, moriría. Hake Kaminari la diseño para que únicamente Katsuki Bakugou pudiera tocarla una vez más, no permitiría que nadie más lo hiciera, así de grande fue su amor filial por el niño.

Usar la Flor de la Inocencia fue arriesgado. Pero cuando veía a Kaminari siendo tan honesto y directo, no podía enojarse. Jiro tenía mucha debilidad cuando se trataba de él, la fuerza de enojarse en su contra le duraba poco y en menos de dos minutos ya lo estaba perdonando. Le tomo de la mano y el elfo rubio sonrió alegremente, intento mantenerse firme, pero no servía de nada cuando su rostro se encontraba notoriamente sonrojado y se seguía negando en mirarlo a los ojos.

Siguieron hablando un poco más en el lenguaje de los elfos.

—Tenemos que ser honestos con él. No soportaría la idea de no hacerlo —declaró la de ojos onix —Los humanos lo usaron terriblemente. Quiero contarle porqué estamos aquí, que lo sepa y que opine al respecto.

—Esta bien, Kyoka. A mí tampoco me agrada la idea de causarle daño al chico que mi tatarabuelo describió como "perdido, poderoso y aterrado" —frunció ligeramente el ceño el rubio —Pero no sé me ocurre como explicarle lo que necesitamos.

—No es muy complicado, considerando con que basta con que visite la tumba de Hake-sama —dijo la azabache —Seamos de ayuda con lo que sea que tenga que hacer con su alteza Shoto. Así no me sentiré tan culpable al pedirle ayuda.

Denki asintió y beso la mejilla de Kyoka para que volteara a verlo, ella lo hizo, un poco molesta por la sorpresa pero después cuando el rubio se le acercó, no retrocedió y acepto su beso. Estuvieron en eso menos de unos dos minutos hasta que escucharon por sus agudos oídos sonidos de pisadas, se separaron e intentaron parecer tranquilos. El rubio mantuvo las manos en las rodillas, viendo de reojo las esposas mágicas que tenía en las muñecas y bufando con disgusto, no le gustaba la sensación de su magia siendo oprimida pero la mirada de Todoroki dió realmente mucho miedo cuando el cenizo se desmayó. Por otro lado, la azabache siguió mirando por la ventana, viendo el paisaje, los árboles, el cielo que iba oscureciendo.

La puerta abriéndose no los tomo por sorpresa. Se quedaron tranquilos, aunque sentían los corazones latiendo fuerte y las manos ansiosas por volver a tocarse.

—Líder de Gadia, Sacerdotisa de Isoe, su alteza Shoto me ha mandado a quitar las esposas y preguntarles qué les gustaría cenar —entró Iida al vagón, con un porte serio pero que mostraba amabilidad y cordialidad —Con su permiso.

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El guardia imperial se acercó hasta los asientos donde se encontraban los elfos, se arrodilló en el piso y le quitó las esposas al rubio que le sonrió aliviado, después se puso de pie delante de ambos y espero sus respuestas.

—Te llamas Tenya Iida, ¿no? —cuestionó el de ojos dorados —Puedes llamarnos Kaminari o Jiro. No hacen falta tantas formalidades si estamos viajando juntos.

—Agradezco la amabilidad pero tendré que rechazarlo —se inclino el guardia de forma respetuosa — ¿Qué les gustaría cenar?

—Saldremos al pueblo de Meishan por comida —respondió la azabache girando la cabeza hacia el guardia — ¿Cómo se encuentra Bakugou?

—El prometido de su alteza Shoto —hizo enfasis el guardia imperial en la palabra —Se encuentra en perfecto estado. Pese a lo que le haya hecho la flor que le dió el Líder de Gadia.

—Ya dije que era un remedio —mintió sin ninguna alteración el rubio —Sentía su magia muy alterada y la flor lo ayudara con eso. Hará que tome su forma más joven por unos días solamente.

—Aún así, hubiera sido bueno avisar —atacó el guardia imperial pero después se quedó un momento en silencio y agrego —Su vagón permanecerá abierto pero, les pido que no vuelvan muy tarde. Habrá un par de empleados haciendo guardia en caso de que quieran atacar el tren.

—Oh, ¿y si les ahorramos el trabajo?

Tenya observó como de la mano derecha del Líder de Gadia empezaron a salir pequeños rayos que se parecían a los truenos en las tormentas de la estación otoñal y de la mano izquierda de la Sacerdotisa de Isoe se esparcieron lo que imagino eran pequeñas sombras oscuras. Los rayos y las sombras salieron de la ventana al lado de la azabache, cubriendo parcialmente las demás ventanas y el guardia imperial no tuvo ni que preguntar qué hicieron ambos elfos cuando escucho el sonido de un trueno cayendo haciendo eco entre las paredes metálicas del tren.

— ¡Ya está! ¡Protección de Elfos de la mejor calidad! —aplaudió el de ojos dorados — ¿A Katsuki y su alteza Shoto les molestaría cenar con nosotros en Meishan? Quiero disculparme por hacer enojar tanto a su alteza.

—Se lo comunicaré a su alteza —asintió el guardia imperial —Pero es posible que responda que no.

—No puedo imaginar porqué se negaría —se rió el rubio.

A veces, realmente, no entiendo a ciertas personas.

Iida se dió la vuelta para abandonar el vagón, cerro la puerta y vio que Ritsu le miraba con un poco de curiosidad.

—Siento la magia de los elfos en el tren —avisó el niño — ¿Se lo pediste?

—No, lo hicieron voluntariamente —contesto el guardia —Ritsu-kun, no tengo mucha idea de la magia de los Elfos, solo que es poderosa en cuanto protecciones y que puede controlar toda magia de la naturaleza, ¿sabes algo más aparte de eso que crees que deba tener en cuenta?

—No. Pero sería bueno que tuvieras en cuenta que los Elfos son criaturas muy parecidas a los humanos —se giro el niño —Pero cuyos sentimientos son más intensos y no pueden extinguirse sin importar el tiempo que pase.

Ritsu miraba a Katsuki, el cuál estaba con la capa de Shoto cubriendo sus rodillas y leyendo un libro, mientras que el cuarto príncipe preparaba lo que parecía ser un té. El cenizo se encontraba agazapado en una esquina, era un niño más pequeño que él, delgado y bajito, con ojeras y el cabello finito, las puntas de sus dedos estaban llenas de cortadas y podía ver en su dorso pequeñas cicatrices.

Desde que lo vio la primera vez tuvo miedo de acercarse, porque esa era la forma "original" de su creador, la de un niño indefenso y escuálido. Le hacía sentir rabia y tenía miedo de decir algo que no debía en su presencia. Así que se mantenía a una prudente distancia pero lo suficientemente cerca por si el cuarto príncipe hacia algo que pudiera disgustarlo.

Todo tiene un precio [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora