CAPITULO XI: IRA

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Aegon estaba totalmente borracho chillando el nombre de Alaerys en la puerta de sus aposentos.

—¿Puedes dejar de gritar? —se quejo la joven que venía con Sir Erryk quien la había ido a buscar en sus entrenamientos porque no sabía que hacer por el príncipe.

—Alaerys ¿Por qué lo hiciste? —quiso tomarla del brazo pero Aemond lo tomo de la muñeca antes que siquiera se acercara.

—Estas demasiado borracho, Aegon, ve a dormir, luego hablaremos. —no sabía si se sentía mal o enojada.

—¡Todo es tu culpa! —Aegon quiso golpear a su hermano pero ni siquiera eso pudo.— ¡Tú te metiste en mi camino! —balbuceó.

—Sir Erryk, por favor, llevelo a sus aposentos. —la joven le ordenó.

—¡Noo, no quiero! —el joven chillaba y Aemond tuvo que sostenerlo con fuerzas para que no se encimara sobre la joven.

—Te la pasaste con tu puta, ahora no quiero verte hacer un espectáculo, ve a tus aposentos Aegon. —se acercó para que nadie más que los cuatro escuchara eso.— No pudiste esperar un maldito día. —

—¿No eres igual a mi? ¡No me esperaste ni un maldito día y como una puta te fuiste con mi hermano! —

Alaerys mordió sus labios, él tenía razón, nadie dijo nada, Aemond hubiera querido golpearlo pero sabía que su sobrina no estaría contenta con aquello.

—Si quieres seguir haciendo un escándalo, bien, házlo. —fue lo único que pudo decir antes de darse la vuelta para irse, lo escucho gritar su nombre varias veces pero fue incapaz de volver a verlo a la cara.

Sentía que le faltaba el aire, se sentía devastada, su corazón latía con demasiada fuerza, controlar sus emociones no era su fuerte al contrario, la abrumaban con facilidad. El alcohol, el sexo y la violencia eran su única forma se acabar con aquélla molestia pero ahora no podía ni siquiera ir a sus aposentos, así que intentaría pasar su tiempo con su dragón para despejarse.

—Lléveme a Pozo Dragón. —exigió a uno de los sirvientes que estaban cerca del carruaje.

—Princesa, no se si puedo llevarla sola, sin el permiso de la Reina o al menos de los príncipes.—

—¿Perdón? —le empujó.— ¿Quién se cree? ¿Acaso olvido su posición? Soy la princesa Alaerys Targaryen. —

Alaerys no sabía en que punto se había dejado llevar de esa manera, había explotado, dejo salir toda la culpa, el dolor y la frustración en una violencia desmedida con aquel sujeto. Sus puños estaban llenos de sangre cuándo Sir Cole la había tomado de la cintura y la había levantado moviendola lejos del pobre hombre que tenía la cara destruida. Se separo de su padre con torpeza y recién notó a los guardias que la observaban, era más que obvio que ninguno considero una opción el tocar a la princesa para separarla.

—¿Acaso no tienen trabajo que hacer? — les grito y todos se marcharon apurados.

—¡Alaerys! —

—¿Qué? No voy a permitir que un sirviente de mala muerte me falte el respeto.— exclamó y aunque se había descargado la verdad estaba cansada de que si no estaba con alguno de sus tíos la servidumbre parecería no tener intenciones de atenderla.

—¡Alaerys, no le diste una bofetada, le desfiguraste el rostro! —quiso poner su mano en el hombro de ella pero está no lo permitió.

—¿Y? Por mucho menos hiciste lo mismo con sir Joffrey Lonmouth ¿No es así? —la furia era una emoción más cómoda para la joven que la angustia.

—Princesa, si aún desea viajar a Pozo Dragón, el carruaje esta listo. —se escuchó detrás de ella un cochero que tenía más intenciones de obederla.

Secretos & Deseos {Aemond/Aegon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora