☃El regalo de Rafael☃

41 5 5
                                    


Antes de leer: Esta historia está ambientada en un universo alternativo y que, por así decirlo, estaría ubicada en el epílogo de Rey Busca Líos. Solo fue escrito para saciar mis ganas de escribir a esta pareja en un contexto cliché navideño, así que puede haber errores. Que lo disfruten.

❄❄❄

Max olfateó el gran árbol de navidad, sin ningún tipo de adornos o luces, tal cual había sido comprado días atrás por sus padres. Las cajas donde se encontraban las decoraciones seguían guardadas y el único indicio de que alguien esperaba la Navidad ahí eran los cinco regalos destinados al hijo de los dueños de esa casa.

A diferencia de muchas otras personas, para Rafael aquella fecha no significaba nada en absoluto. Solo una excusa para dar regalos y pretender que no habías sido una mala persona el resto del año; como una forma de enmendar los errores. Sin embargo, ni así sus padres podían quedarse en casa para estar con él.

Y, a pesar de que sabía lidiar con la ausencia de sus padres en cualquier otra época del año, ese día y durante Año Nuevo, le era imposible no sentirse mal. No podía salir con ninguno de sus amigos porque todos la pasaban con la familia, y él no tenía más personas con las que estar. Antes tenía a su abuela, quien era toda la compañía que necesitaba, pero ya no estaba y Rafael no podía cambiar el orden de las cosas.

Por lo que decidió mantenerse ocupado. Dispersos alrededor suyo, varios regalos para sus amigos esperaban ser envueltos. Para Víctor eran videojuegos que deseaba desde inicios de año, además de un mini dispensador de dulces con algunas de sus golosinas preferidas. En cuanto a Carlos, se esforzó en encontrar el lego del bloque de interrogación de Super Mario y calcetines de los Simpsons. Y, aunque estaba seguro que Diego se negaría a aceptarlo, le compró un Funko de Amy Winehouse, un kit de mantenimiento para instrumentos, una pijama (para que dejara de usar ropa vieja) y dos boletos para el próximo festival de música, pensado para que Alexander lo acompañara.

También compró regalos para Liliana, Nora (tendría que enviárselo junto al regalo de Mateo a la casa de su madre en Canadá) y Alexander. Pero el único que dudaba en dar era el de Mauricio, pues tenía miedo de despertar esperanzas en él; un regalo grande se malinterpretaría, pero uno pequeño sería un insulto para lo que sentía por él. Al final decidió que le regalaría una lámpara de Doctor Who y la pulsera que le había hecho cuando eran niños; esperaba que esta vez la recibiera.

De fondo, las películas navideñas aligeraban el ambiente, por lo que Rafael podía sentirse parte de una familia normal que se encontraba cenando y charlando.

Mauricio tamborileaba los dedos sobre su pierna, ansioso de que terminara la cena. Así, entre las despedidas y abrazos, podría huir un rato.

—Casi no parece que tengas prisa, primo —murmuró Javier—. ¿Acaso piensas dejarnos esta noche tan especial?

—¿A ti qué más te da? —refunfuñó.

—No es mi intención entrometerme, querido primo, pero sin Diego, sin Enrique y sin ti, esta casa se sentirá vacía. Además, no hemos tomado en cuenta que mi tía se pondrá furiosa si te vas. —Su tono era de burla, ni siquiera le interesaba en realidad lo que sucediera con Mauricio, aunque le encantaba hacerlo chirriar.

Irritado y queriendo evitar que la atención se centrara en ellos, le dijo a Javier:

—¿Cuál es tu precio para mantener la boca cerrada? —Picoteó la comida.

Tanto su madre como su hermano estaban ocupados platicando; la primera con su hermano, tal vez reavivando viejas experiencias, y el segundo coqueteando. Desde que Alexander y Diego habían establecido su relación, Mauricio tenía que soportar sus cursilerías. Actuaban como si apenas se conocieran y quisieran enamorar al otro.

          

—Si prometes que te portarás bien, no diré nada.

—¿A qué te refieres con portarme bien? —Frunció el ceño—. No soy un niño chiquito, sé comportarme.

Javier bufó, divertido.

—Como si no supiera a quién piensas ver. —Le picó las costillas provocando que Mauricio se removiera en su asiento—. Nada de besos, ¿eh?

El rostro de Mauricio enrojeció.

—Cállate.

—¿Lo prometes o no?

Teniendo en cuenta que su primo era capaz de revelar todo en ese momento, aceptó a regañadientes.

—Es la última vez que hago un trato contigo. —Apretó la quijada.

—Oigan, ustedes dos.

Solía olvidar que su tío dirigía una escuela, por lo que sabía llamar la atención de los jóvenes y hacerlos temblar. Rogó para que ahora Enrique no lo descubriera.

—Estamos comiendo, ¿podrían comportarse? —Soltó un suspiro al ver que se lo decía a la parejita.

—A veces eres tan aburrido..., tío —agregó lo último al ver que Juliana ladeaba el rostro ante la insolencia de su hijo—. ¿Acaso nunca has estado enamorado? —se rio.

—Tus padres nunca hicieron tales escenas.

Enseguida Diego se mordió el interior del cachete. Alexander ocultó su sonrisa, sabiendo que su novio terminaría diciendo una tontería que molestaría a Enrique.

—¿Y de dónde crees que salimos Mauricio y yo?

—¡Diego! —regañó su madre.

En menos de un minuto, el comedor se llenó de contestaciones y regaños. Mauricio notó que ninguno continuaba con el tema con la intención de molestarse, sino como medio para que la plática incluyera a casi todos y no se enfrascaran en su mundo.

—Si buscas tu oportunidad para escapar, este sería el momento —dijo Javier antes de beber refresco.

—Lo notarán.

—No si le dices a mi tía que te sientes mal, que irás a tu habitación y te acostarás un rato.

Mauricio contempló sus opciones; podía esperar a que Diego y Enrique se fueran o hacer lo que su primo proponía. De cualquier modo la posibilidad de ser descubierto era alta.

Se levantó de la mesa, fingiendo una mueca de dolor y se acercó a Juliana.

—Ma, ¿puedo ir un rato a mi cuarto? —Tocó su abdomen, como si la fuente de dolor proviniera de ahí—. Creo que algo me cayó mal. —Juliana hizo amago de levantarse, pero Mauricio la paró en seco—. No te preocupes, tomaré algo y en un rato bajo; no quiero echarte a perder el día.

—Ay, Mau —se lamentó—. ¿Te subo un té?

Al tiempo que ellos hablaban, Enrique continuaba discutiendo con Diego, pero miraba de soslayo al mentiroso de su sobrino. Al director le preocupaba que su hermana fuera tan ingenua como para creer la tetra.

—Solo quiero dormir un rato, ¿sí? —Empleó el tono más suave y lastimero que pudo.

Para sus adentros sonrió con gran satisfacción cuando Juliana lo dejó retirarse. Y no le pasó desapercibido el movimiento recriminatorio de su tío con la cabeza.

No perdió el tiempo, tomó la mochila que había preparado en su habitación, puso almohadas debajo de las cobijas para que pensaran que estaba dormido y abrió la ventana. De todas las veces que había escapado, en ninguna lo atraparon; puede que lo creyeran demasiado sensato para bajar desde un segundo piso. Pero el árbol que daba a su ventana le ayudaba a no fracturarse un pie. Antes de descender, cerró la ventana.

🎉 Hai finito di leggere Rey Busca Líos: especial navideño 🎉
Awwwwww *se va a llorar

2 anni fa

Awww se que es paciente solo porque se trata de él, pero sino ya le hubiera lanzado el árbol

2 anni fa

Rey Busca Líos: especial navideñoWhere stories live. Discover now