Deseo de navidad

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Todo fue un asco, la peor cena navideña de la que tenga memoria. Justo el 24 de diciembre a Anthony se le ocurrió la grandiosa idea de que conociera a sus padres, "es la ocasión perfecta, Frankie", me dijo, y yo acepté sin chistar, nunca debí decir que sí, nunca debí poner un pie en esa casa, es más, nunca debí haber comenzado a salir con Anhony Green, nunca debí dejar a Gerard Way, a mi Gerard.

No estaba convencido de que fuese una gran idea, pero aún así acepté, y ahí estoy yo, a las 8 de la noche en la puerta de su casa, para la ocasión me vestí con un ridículo suéter navideño que por cierto era de mi hijo Miles, además me puse unos lentes, luciendo como un tonto. Fue Anthony quien me abrió la puerta, estaba bastante sonriente y sí, también con un ridículo suéter navideño. Conocí a sus padres, fueron bastante amables, o al menos esa fue la primera impresión, también estaban sus hermanos, sus tíos, sus primos, incluso sus abuelos. "Sólo estaré un rato", fue lo que le dije a Anthony, pues debía ir con mi ex esposa y mis hijos para disfrutar de esta fecha.

Llegó la hora de la cena y ahí fue cuando todo se salió de control, empezaron los cuestionamientos, "¿dónde se conocieron?", "¿eres divorciado?", "¿qué dicen tus hijos de que ahora salgas con un hombre?", "¿saliste con Gerard Way?". Me sentía bastante incómodo y obviamente no contesté todas sus estúpidas preguntas. A mis hijos les da igual con quién salga, a ellos lo que les interesa es que sea feliz y ¿saliste con Gerard Way? ¿Es en serio? Eso qué diablos les interesa. No pude soportar mucho, me disculpé y me puse de pie, indicando que debía ir al baño, aunque realmente lo que quería era irme de ahí. Anthony, que estaba sentado a mi lado, también se puso de pie y fue tras de mí.

"¿Qué diablos es esto, Anhtony, un confesionario?", "no te enojes mi amor, ellos sólo quieren saber de ti". "Pero qué diablos tienen que ver mis hijos en esto y Gerard", "Claro, todo esto es por tu Gerard, siempre es él. No puedes dejar de pensar en él ¿cierto?", y ahí empezó todo. Anthony siempre ha estado celoso de Gerard, y como no, es tan obvio que sigo enamorado de él y que ni siquiera sé por qué lo rechacé, pero he hecho un gran esfuerzo para que las cosas entre Anthony y yo funcionen, me he alejado de Gerard lo más que he podido, aún así Anthony siempre lo saca a la luz. Molesto me fui de su casa, no estaba dispuesto a seguir escuchando sus idioteces. Ni siquiera me despedí de su familia, simplemente me fui para ir con Jamia y con mis hijos. La pasé muy bien con ellos, mejor de lo que hubiera podido imaginar, y es que aunque Jamia y yo ya no estamos casados, nos llevamos muy bien, ella me entiende mejor que nadie, incluso varias veces me lo ha dicho: "No sé por qué me dejaste para irte con Anthony y no con Gerard, siempre has estado enamorado de él". Ni yo sé por qué. Y aunque la pasé muy bien con mis hijos y cenamos una rica ensalada, pasta, ponche y esa deliciosa ensalada de manzana, Anthony no dejaba de mandarme mensajes, que no quería estar molesto conmigo en navidad, que quería ir a mi apartamento para darme "mi regalo", aunque yo en realidad el único regalo que deseaba era tener a Gerard entre mis brazos.

Jamia me permitió quedarme en casa, en la habitación de huéspedes, pues ya era tarde y no quería que el padre de sus hijos anduviera por ahí vagando en nochebuena.

En medio de la noche escuché algunos ruidos, encendí la luz de mi mesita de noche y ahí estaba él, Gerard, mi Gerard, luciendo sumamente encantador. Con ese traje de gatito que usó en Toronto. Su castaño cabello revuelto, esas orejitas de gato adornándolo. Vistiendo ese suéter negro y los leggins ajustados, dejando poco a la imaginación. Sin embargo, a diferencia de nuestro show en Toronto, ahora traía un grande moño rojo de regalo amarrado a su cuello. Me sonrió y se colocó en la cama. Ronroneando fue subiendo por todo mi cuerpo hasta encontrarse encima de mí.

"Gerard ¿Eres real?" le cuestioné, acariciando su mejilla, "Sí Frankie, aquí estoy", me dijo y yo, yo estaba como un idiota contemplándolo encima de mí, tan hermoso. Sus lindos ojos verdes mirándome. "Vengo a darte tu regalo, Frankie", agregó, para entonces acercarse más a mí y besarme en los labios. Extrañaba tanto sus besos, su sabor. Y es que habían pasado tantos meses desde la última vez que probé sus labios, cuando aún estábamos de gira en Europa, antes de que comenzara a salir con Anthony, cuando Gee me hacía algunas insinuaciones y yo, idiota, terminé por rechazarlo por temor a que fuera a botarme como en el pasado.

Pero ahora estaba ahí, para mí. Lo admito, aquella vez que lo vi con ese traje de gatito me quedé con tantas ganas de tocarlo, de hacerlo mío y ahora estaba ahí, sobre mí. "Eres tan hermoso Gee", le dije, contemplándolo, tan perfecto. Él comenzó a quitarse la ropa, primero sus leggins junto con sus tenis, luego se sacó la ropa interior, dejándome ver su erecto miembro, posteriormente se desabrochó el moño de su cuello y se sacó el suéter. Me quedé como idiota apreciándolo así, sin nada. Mis manos comenzaron a viajar por su blanca y suave piel, mientras que él dirigía sus manos al elástico de mi pijama para quitármela junto con mi ropa interior, le ayudé a sacármela, al tiempo que hacía lo mismo con mi playera, para estar igual que él. Gerard bajó hasta mi pene y lo introdujo en sus labios y yo me estaba volviendo loco al verlo ahí, mirándome con esos lindos ojitos verdes, con ese maquillaje y orejitas de gato, completamente desnudo para mí, con mi miembro entrando y saliendo de forma obscena de su boquita. Gee saboreaba mi pene como si de una paleta se tratáse y yo, yo estaba a nada de correrme, y es que sólo Gerard puede lograr eso en mí, sólo él puede prenderme tanto y llevarme al límite. Sin embargo antes de que terminara Gee dejó esa tarea para volver a subir hasta mis labios y besarme, yo llevé mis manos hasta su cadera, luego llegando a sus nalgas, abriendo un poco para introducir uno de mis dedos en su agujero, a lo que respondió gimiendo en mi boca. "¿Te gusta, precioso?", cuestioné, y él sólo asintió, entonces llevé un segundo dedo, luego un tercero. Sus gemidos me tenían vuelto loco. Después Gerard tomó el control, pues agarró mi pene para guiarlo hasta su ano, bajando lentamente hasta que toda mi extensión estuvo en su interior. Al estar ahí, sobre mí, comenzó a dar ligeros saltitos y yo estaba fascinado con la imagen frente a mí, mi Gerard, tan perfecto, completamente desnudo, con su castaña melena revuelta, mirándome con esos lindos ojos verdes, sus mejillas con ese color carmín que me encanta, sonriéndome de forma felina. Lo tomé de la nuca para atraerlo hacia mí y poder besarlo en los labios, posteriormente lo tomé por la cintura para entonces ser yo quien arremetiera contra su cuerpo y amé escucharlo gemir mi nombre tan alto. "¡Sí!, así Frankie, no pares, Frankieee", decía Gee, y yo estaba vuelto loco. Con un sonoro gemido Gerard se corrió entre nuestros cuerpos y amé ver la expresión de su carita en ese momento. No creo que haya nada más ardiente que ver a Gerard llegar a un orgasmo luciendo con ese maquillaje y esas orejitas de gato. "Te amo, mi vida", le mencioné besándolo en los labios. Él se dejó caer sobre mi cuerpo, exhausto, mientras que yo lo tomé de las nalgas para continuar arremetiendo contra su cuerpo, sintiéndome a nada de llegar al límite, explotando en su interior y llenándolo por completo de mi simiente.

Cerré los ojos sintiendo aún los estragos de mi orgasmo y al abrirlos me llevé la sorpresa de que Gerard ya no estaba sobre mí. Yo estaba completamente sudado, volteé a mi lado, pero nada y entonces me percaté que estaba vestido. Todo había sido un sueño. Claro, Gerard no iría a casa de mi ex esposa y de mis hijos vestido como un lindo gatito sólo para complacerme.

Busqué mi celular, eran cerca de las 3 de la mañana, tenía varios mensajes de Anthony, pero en mi cabeza sólo estaba él, mi Gerard, por lo que después de pensarlo un poco decidí escribirle. Tal vez ya estaría dormido, pero realmente necesitaba decirle algo, lo que fuera. "Feliz navidad, Gee", fue el escueto mensaje que le mandé, dejando el celular a un lado y quedándome procesando si habría sido buena idea mandarle dicho mensaje, pero pronto llegó una notificación a mi celular y ¿en serio Gerard me había respondido?, "igual para ti, Frankie", era lo que se leía en su mensaje. "¿Te gustaría salir mañana por un café, Gee?", le cuestioné y pronto recibí respuesta, "claro Frankie, me encantaría", me contestó y yo, yo me sentía en una puta burbuja. ¿En serio Gee había aceptado salir conmigo? En serio que ya no estaba dispuesto a arruinar las cosas de nuevo. Es a Gerard a quien quiero, a quien siempre he querido, con quien quiero pasar el resto de mi vida.

"Te veo mañana, Gee", fue lo que respondí antes de hacer a un lado el celular y continuar durmiendo con una boba sonrisa en mi rostro. Con suerte volvería a tener a Gee entre mis brazos esa noche.  

Encendimos el fuego (One-Shots Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora