Los siguientes días los dedica a Hanna. Van a centros comerciales. A restaurantes nuevos. Al cine. Es un ruido blanco. Monótono. Difícil de recordar. Ella le pide regalos como muestra de un perdón que nunca pidió. Él se los ofrece porque le pagaron bien. Nada es suficiente. Para ninguno de los dos.
"NJ entiende al joven asiático como un animal que ha sufrido la calle por demasiado tiempo. Desconfía. Lo mira desde el temor de recibir una patada o un balde de agua hirviendo y llega a la caja, ansioso por largarse. ¿Eres de por aquí?, un movimiento de cabeza entre un sí y un no. ¿Estudias?, un sonido gutural, impaciente.
Sus compras son mínimas. A un animal le daría comida extra para ganarlo, pero la parte humana del joven huirá si piensa que está tratando de conseguir algo ¿Qué podría querer un tipo de 23 años de un niño? Nada bueno.
¿Eres coreano?, y allí, mientras pasa los productos bajo el lector de barras, allí, las puertas se abren con el ruido estruendoso de un *imugi, despeinando su corte de hongo, sacándole lustre a sus ojos que ahora brillan desesperados. Finalmente el chico tartamudea. Es de Seúl. Pide perdón: su inglés es pésimo. Ha llegado hace poco con su madre. En diciembre. NJ le dice son 3 dólares. El chico se presenta como JJ. y le paga sacando el dinero de una riñonera bien escondida entre el vientre y la camiseta. Trata de parecer desinteresado mientras le entrega la bolsa. Puedo ayudarte si quieres. El imugi termina de tirar todas las estanterías, todas las barreras entre extraños, para continuar su viaje en una nueva dirección."
—Tu prosa decae.
—Lo siento.
Jeon me dedica una mirada larga.
—¿Qué sucede con tu pareja?
Esperaba la pregunta. De alguna manera, el hombre relaciona su prosa con su noviazgo. Como si todo lo que escrito no fuera más que una decalcomanía de la experiencia personal.
—Volvimos.
—¿Y está todo bien?
—Sí... mmm... no tanto. Ella sigue creyendo que la engaño.
—¿Lo haces?
—No importa. Es real para ella, aunque solo esté en su cabeza.
"No solo estaba en mi cabeza. Estaba en las redes. En los canales de televisión. En todas las portadas de revistas. La imagen de la pareja del hombre más hermoso de Corea, la que había conquistado su corazón, caminando de su mano en las alfombras rojas, con sus sonrisas plásticas y su vestuario de diseño.
Aunque por las noches cada quien tomara caminos diferentes, permanecían juntos en la mente del público. Serían uno para el otro en el imaginario colectivo.
Siempre fui un tipo celoso. Lo considero uno de mis mayores defectos. Yo... trataba de ser el mejor cantante, el mejor bailarín, de tener el mejor cuerpo, de aprender a tocar un nuevo instrumento o hacer un nuevo deporte que le demostrara mis habilidades. Cualquier cosa con tal de conseguir su admiración, de mantener su atención y que no descubriera que él, sin esforzarse en lo más mínimo, era mucho mejor de lo que yo podría ser nunca. Necesitaba ocultar que allá afuera existían miles de tipos más talentosos e interesantes dispuestos a lo que fuera por su sonrisa. Incluso declarar su condición y su romance en cadena nacional, algo que yo no estaba dispuesto a hacer. Estas ideas recurrentes me acorralaban, y comenzaron a minar mi confianza. Las malas decisiones se toman desde un corazón enfermo, y él mío lo estaba. Primero quise tener mi propia novia para llevar a premiaciones y salir en las revistas. Se llamaba So in, era modelo y tenía un pelo negro, largo, y sedoso que amaba tocar. Me usó como publicidad y estuve de acuerdo. Todo se convirtió en una carrera terrorífica para ver quién llegaba más lejos. Hasta alcanzar ese lugar desde donde no se vuelve. El odio."
JuWoon nunca se sintió tan deprimido. Algo de la tristeza del viejo acaba por calarle el ánimo. Algo en el clima destemplado le traspasa los huesos. Desearía darle párrafos más luminosos, escribir más rápido, enterrar las manos en el lodo para encontrar la salida que tanto busca.
Le gustaría que el chofer disminuyera la velocidad.
Viajar por siempre con ese pequeño arrullo de motor debajo de los pies.
Tiene una llamada perdida del señor Cho y veinte mensajes de Hanna. Sabe que Sanghee está de viaje.
Baja del Rolls Royce y lo observa perderse entre el tráfico, ostentoso. Comienza a desandar el camino y para las 22 ya se encuentra en el café Gondry.
Los nervios se le acumulan en el estómago.
Necesita racionalizar sus emociones y solo consigue morderse los labios hasta herirlos. Teme tanto no encontrarlo que duele físicamente.
El café está casi vacío, pero Yeum ocupa la mesa que compitieron durante horas por semanas. Tiene ese gesto reconcentrado que le produce ternura.
Permanece largos segundos observándolo. Espera el momento crítico en que él se dé cuenta que está allí, parado frente a él. Espera una reacción, cualquiera. Necesita saber que su presencia significa algo."No esperaba encontrármelo en esas premiaciones... mi agente me lo habría dicho. O no. Ya no tengo ninguna seguridad. Fue una de las situaciones más horribles que pasé. Tener que saludarlo frente a las cámaras, fingiendo que no me hería la persona a su lado. Una persona que ya no era su coprotagonista, sino otra más significativa para él, una que comenzaría a suplantarme. Alejarme de lo que más amaba. Eunmi."
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Changsega
Fanfiction"Habla de muerte. De muerte inminente. Cuando lo hace, mira fijo hacia la ventana. Como si detrás de ella alguien lo estuviera esperando."