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Otro lunes. Otro lunes que a Lionel le tocaba levantarse y hacer lo que se le daba mejor, ser profesor.

Acostumbrado a su rutina se preparó de la manera que lo hace siempre, con su conjunto deportivo característico; que lo distinguía del resto de las personas del colegio que llevaban el mismo uniforme reglamentario. Tomó su camino habitual, y en tan solo diez minutos ya se encontraba en la institución. 

Sus alumnos estaban de un humor aún más malo de lo normal. Razón por la cual todos protestaron cuando los mandó a calentar trotando diez vueltas al rededor del salón de gimnasia.

"El profe de la tarde les hace correr cinco vueltas nomás" alcanzó a escuchar una de las quejas. El profe de la tarde, o como lo conocía él; Pablo Aimar. Nunca intercambio más que unas pocas palabras con el cuando se cruzan por los pasillos, siempre hubo cierta tensión entre ellos, Lionel la atribuye a las constantes comparaciones de los alumnos. Si él deja a su grupo jugar treinta minutos un partido de fútbol, Aimar al suyo los deja toda la hora. Si él hace que su grupo siga las reglas de los deportes al pie de la letra, Aimar deja que el suyo juegue al vóley con quince personas en cada equipo. Y al parecer ahora, si ellos trotan diez vueltas, los otros trotan cinco.

A contra de los pedidos de sus alumnos que le rogaron para hacer un partido de fútbol, por haberse quejado al principio de la clase los mandó a hacer salto en largo, sintiéndose un poco culpable porque era un día de frío.

Era una clase tarde, la última de la mañana. Por lo que ni bien tocó el timbre la avalancha de adolescentes se lo llevó puesto para ir a buscar sus cosas e irse, justo cuando iban por la mitad del estiramiento. Scaloni suspiró, adelantándose a los arrepentimientos que iba a escuchar el miércoles cuando les duelan los gemelos.

Al igual que los menores él también tomó sus cosas para irse, pero no sin antes pasar por la sala de profesores. Al entrar se encontró con tres personas, dos profesoras de historia y su colega, Aimar. Fue a servirse agua, al parecer Pablo tuvo la misma intención ya que ahora ambos se encontraban frente al dispenser de agua, el más bajo sirviendo agua caliente en una taza de té, y el fría en un vaso descartable.

"Lionel" dijo Aimar en forma de saludo.

"Pablo" dijo él sin levantar la cabeza de su tarea.

"¿Les das treinta minutos de fútbol a los chicos?" Scaloni se llevó por sorpresa la pregunta de su compañero.

"Sí, ¿por?" contestó para luego tomar un sorbo.

"Me parece poco" el más alto levantó sus cejas ante tal respuesta, gesto que no fue visto por el otro que se había sentado en una mesa a su espalda.

"¿Los haces trotar cinco vueltas a tus alumnos?" ahora preguntó el.

"Sí, siempre" respondió Aimar mientras Lionel dejaba el vaso junto con los demás.

"Me parece poco" respondió de la misma manera que su colega había hecho, pero sin dejarle tiempo de terminar de procesarlo, ya había salido de la sala.

Scaloni estuvo todo su regreso a casa pensando a qué se debía el repentino cuestionamiento de Pablo. Nunca tuvieron un encuentro así antes por mas que ambos estaban al tanto de la cierta 'rivalidad' que les asignaron los estudiantes. Sin embargo no dejó que el tema ocupe mucho su mente ya que al abrir la puerta, su perro, un golden retriever que había llamado piñón; lo recibió de un salto. Ya iban a hacer tres años que era su dueño y nunca se cansaba de pasar las tardes tomando mates mientras planeaba clases y pasaba notas en compañía de el.

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El primero bastante corto como para ver que onda

sala de profesores | scaloni x aimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora