Esa noche los sueños de Akutagawa ya no estaban plagados de la niebla roja de la lujuria. En su cabeza ya no resonaban los cuerpos chocando entre sí, ni tampoco los gemidos incesantes o miradas llenas de deseo, el hombre tigre estuvo presente como siempre, solo que esta vez se encontraron en un ambiente lúgubre.
Las calles desoladas eran iluminadas únicamente por la luz de la luna llena, la cual bañaba los árboles de un brillo azul. Una fina capa de niebla se encargaba de revestir el asfalto, dando un aire fantasmal a todo el entorno.
Al caminar pasaba aplastando algunas hojas secas y ramas, pero gracias al silencio que reinaba, cada uno de sus pasos parecía resonar con un gran eco, anunciando su presencia. Él siguió su camino hasta llegar a una gran bodega abandonada, la cual a duras penas era iluminada por la luz que entraba por las láminas faltantes del techo. El frío calaba entre sus ropas rasgadas y viejas, haciéndolo temblar. En medio de la oscuridad, un par de ojos amarillos lo veían fijamente, alerta, preparados para saltar al ataque en cualquier momento, era el hombre tigre, estaba seguro de eso.
En sus sueños, él y el tigre se sentaron uno frente al otro; al principio solo se veían en un estado de alerta, preparados para responder a cualquier ataque; sin embargo, con forme el tiempo pasaba, poco a poco se sentían más cómodos en presencia del otro, logrando de esta forma que ambos relajaran un poco sus posturas.
Con cautela y casi obligado por una fuerza mayor, Akutagawa fue acercando su mano hacia el tigre, quien gruñó y casi desaparece al mafioso de un zarpazo, pero el pelinegro no se rindió, y logró acariciar levemente al tigre.
Atsushi quedó en shock al sentir esa fría mano sobre su pelaje, poniéndose en alerta total. Pero con el paso de los segundos, fue rindiéndose ante las caricias, ¿Cuándo fue la última vez que alguien había alzado su mano para acariciarlo en lugar de golpearlo hasta vomitar? Él no lo podía recordar, por lo que cayó ante esa agradable sensación, llegando inclusive a ronronear.
A medida que el tigre iba tomando la certeza de que Akutagawa no lo atacaría, poco a poco se fue retrayendo hasta dejar a un Atsushi extremadamente sucio y pequeño. Ambos jóvenes eran tan delgados que daban la apariencia de estar a punto de morir por inanición; pero a pesar de ese aspecto, ellos sabían en realidad lo letales que podrían llegar a ser.
- ¿No vas a atacarme? – Preguntó Atsushi después de mucho tiempo. Su voz se escuchaba carrasposa, como si no estuviera acostumbrado a usarla.
- Depende, ¿Tú no vas a atacarme? – Respondió Akutagawa mientras apoyaba su cabeza en una de sus manos, sin dejar de sobar la cabeza del albino. A pesar de que el rostro del azabache mostraba aburrimiento, Atsushi tenía el presentimiento de que lo que su rostro expresaba y lo que de verdad sentía no concordaban, y eso... Le daba una extraña paz.
- No me gusta pelear – fue lo único que contestó Atsushi.
- Entonces no lo hagamos – Akutagawa recibió una sonrisa como contestación.
¿Cómo es posible que aún con ese aspecto de gato mojado pueda seguir sonriendo?
Su sonrisa a veces da la sensación de una habitación siendo iluminada.
Akutagawa estaba asustado, ¿Por qué sus sueños estaban tan descontrolados? '
Incluso el alivio había sido impregnado por ese miedo que lentamente se estaba posando en su corazón. Se debería de sentir aliviado de no soñar estar sometiendo o siendo sometido por el tigre, y era una alegría total que esa mañana no había despertado con su "amiguito" emocionado. Pero por algún motivo, soñar que estaba haciendo las paces con el tigre era simplemente... Extraño, se sentía raro.
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Agujero negro //Shin Soukoku//
FanfictionUna oscuridad que es capaz de absorber toda luz. Un agujero negro que destruye todo lo que se atreva acercarse a él. Una sonrisa que eclipsa al mismo sol. Un cálido abrazo que es capaz de revivir hasta a la flor más marchita. En una pelea contra un...