"Cambios"

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Una vez finalizado el Concilio el papa se llevaría todos los papeles de lo establecido a Roma donde comenzaría a redactarse las modificaciones y la realización de las publicaciones en los portales digitales de dichas aprobaciones.

Pero antes de retirarse, debía celebrar el rezo del Ángelus en la catedral con el clero. El papa llevaba puesta la muceta roja ribeteada de blanco y una de las estolas papales más significativas, llamada "Estola de los Cuatro Evangelistas", una reliquia que Clemente VIII había querido usar desde siempre y ahora podía llevarla puesta porque era el nuevo pontífice de la iglesia católica.

Desde el seno de la icónica catedral de estilo gótico, las transmisiones del rezo eran redirigidas a cada país de la faz de la tierra, fuera de la catedral y tras los anuncios que fueron corriendo sobre las nuevas reformas, la multitud de creyentes era impresionante.

Había pasado a la cantidad que seguían al anterior pontificado, la plaza de la catedral estaba tan repleta que no ingresa tan solo un alfiler allí. Pancartas y carteles de apoyo a Clemente VIII, crecía más y más, pero debía tratar de no caer en los pedidos del mundo o la iglesia quedaría viuda.

—In nomine Patris, et filii, et Spiritus Sancti, Amen.—inquirió Clemente.—Angelus Domini, nuntiavit Mariae/El Ángel del señor anunció a María.—prosiguió el papa. 

—Et concepit de Spiritu Sancto/Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.—respondía el clero.

—Ave Maria Gratia Plena/Dios te salve María.—rezaron todos juntos.

—Ecce Ancilla Domini/He aquí la esclava del señor.—pronunció el papa.

—Fiat mihi secundum verbum tuum/Hágase en mí según tu palabra.—respondía los cardenales.

—Ave Maria Gratia Plena/Dios te salve María.—rezaron todos nuevamente.

—Et Verbum caro factum est/Y el verbo se hizo carne.—Clemente anunciaba la última aclamación.

—Et habitavit in nobis/Y habitó entre nosotros.

—Ave Maria Gratia Plena/Dios te salve María.—se rezó por última vez.

—Ora pro nobis Sancta Dei Genetrix/Ruega por nosotros santa madre de Dios.—se decía la plegaria final.

—Ut digni efficiamur promissionibus Christi/Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro señor jesucristo.—formularon todos.

—Te suplicamos señor que derrames tu gracia por la encarnación de tu hijo, nuestro señor Jesucristo, para que seamos llevados por los méritos de su pasión a la resurrección eterna.—rezó el papa para dar finalización al rezo.

—Amén.—respondieron todos dando por finalizando el mismo.

Clemente no se sentía del todo bien con las reformas de su nuevo pontificado, pero sabía que peligraba la perdurabilidad de la iglesia y necesitaba rescatarla del poso de un abismo que estaba apunto de generar la destrucción definitiva de su igles...

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Clemente no se sentía del todo bien con las reformas de su nuevo pontificado, pero sabía que peligraba la perdurabilidad de la iglesia y necesitaba rescatarla del poso de un abismo que estaba apunto de generar la destrucción definitiva de su iglesia, la iglesia del pueblo judío, la iglesia del pueblo hebreo, de Abraham, de Isaac, de Moisés, de sus abuelos y sus padres, su propia iglesia de la cual ahora era pastor y guía.

FINIS ECCLESIÆDonde viven las historias. Descúbrelo ahora